México y la seguridad transatlántica

México y la seguridad transatlántica

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La semana pasada se realizó en la Ciudad de México el Tercer Diálogo sobre la Seguridad Transatlántica, organizada por el Institute for Strategy and Defense Research (ISDR), la fundación alemana Konrad Adenauer Stiftung (KAS) y la Universidad Anáhuac.
Titulado «Construyendo Puentes en Tiempos Turbulentos», el evento se centró en el futuro geopolítico de la seguridad de México y su relación tanto con el resto de Norteamérica como con Europa.  La conferencia marcó la primera participación de un funcionario de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en México, y fue enriquecedor observar las interacciones entre expertos en la materia y representantes de la comunidad de defensa, inteligencia y seguridad de México, junto con diversos expertos transatlánticos, diplomáticos retirados y académicos.

Una porción del evento se centró en el desarrollo de capacidades de defensa en el contexto de las nuevas guerras comerciales, por lo que se analizó el cambiante panorama internacional de la industria de defensa y los pasos que México está dando, así como el camino a seguir, para fortalecer la contribución de Norteamérica a la seguridad transatlántica.

Cabe recordar que en los años inmediatos a la posguerra de la Segunda Guerra Mundial (SGM), México tuvo la oportunidad, como participante victorioso en el conflicto, de convertirse en una potencia media con alcance global.  Con el fin de la SGM, los estrategas militares mexicanos establecieron que las fuerzas armadas requerían de por lo menos 120 aviones de pelea aérea, 150 aviones de apoyo, 1,000 blindados, 500 piezas de artillería, 24 buques de superficie y 10 submarinos.

Esos medios brindarían la capacidad de defender la soberanía y proyectar poder de manera regional.   Aunque la mayoría de estos medios tendrían que haber sido adquiridos en el extranjero, idealmente sus reemplazos habrían sido producidos en México por una incipiente industria de alta tecnología.

Pero infortunadamente, los gobiernos de entonces (y posteriores), desperdiciaron la oportunidad de acercarse al primer mundo. Aferrándose a continuar alineando su política exterior a una “doctrina” ya desde entonces desfasada, que serviría más como excusa para blindar a un régimen antidemocrático de la opinión pública extranjera.

Durante los siguientes 80 años, desde la SGM, México ha mantenido un posicionamiento geopolítico que va de lo neutral a lo ambiguo, argumentando un pacifismo que en estos momentos no solo es obsoleto, sino ética y moralmente irresponsable.  Un ligero avance se dio en 2014, cuando México accedió a participar en misiones de paz de la ONU, pero es un buen momento para continuar evolucionando y adaptando a México al nuevo entorno global, que no es el de 1930.

Con este nuevo cambio de era, viene otra oportunidad para que México se alinee a un bloque económico, industrial, tecnológico, político y militar que le permita alcanzar su enorme potencial, en vez de sobrevivir en la mediocridad de la ambigüedad.  México está en las perfectas condiciones para iniciar un camino hacia convertirse en socio estratégico de la OTAN, como un primer paso, gradual, pero acelerado, para evolucionar de la nula opinión y la no injerencia, a la responsabilidad de la defensa colectiva. (El Heraldo de México)

Íñigo Guevara Moyano 

Director de la compañía de inteligencia militar Janes

Profesor adjunto en el programa de estudios de seguridad de la Universidad de Georgetown en Washington DC