Poco antes de las 20:00 horas del domingo, y con una tendencia clara en favor de José Antonio Kast, la candidata de Chile Vamos, Evelyn Matthei, confirmó que acudiría al comando republicano para entregar su apoyo. La decisión se tomó tras días de incertidumbre y en medio de un escenario de derrota sin precedentes, donde la exalcaldesa quedó en el quinto lugar, superando el fracaso de Sebastián Sichel en 2021.
El resultado desencadenó de inmediato una crisis en la derecha tradicional, con la UDI y RN convocando a reuniones de emergencia para analizar las consecuencias, incluyendo las «pasadas de cuenta» por el desempeño parlamentario. La derrota no solo es presidencial, sino que evidencia una reconfiguración de la hegemonía dentro del sector, donde Chile Vamos fue superado en la Cámara por el pacto de republicanos, libertarios y socialcristianos.
La visita de Matthei a Kast, a las 20:20 horas, fue presenciada por su equipo y directivos de Chile Vamos, pero antes, la exalcaldesa conversó por tres minutos a solas con el líder republicano. Su posterior discurso público fue calificado como «frío», donde se limitó a pedir a sus votantes que apoyaran «al candidato Kast». Kast, por su parte, agradeció el gesto, señalando que las diferencias entre ellos «no tienen comparación alguna con lo que tenemos al frente». Matthei se retiró rápidamente, visiblemente molesta, un contraste con el triunfo del líder republicano.
La candidatura de Matthei, que fue favorita por más de un año, comenzó a sufrir sobresaltos en abril, cuando la negativa de Kast y Kaiser a participar en primarias obligó a Chile Vamos a buscar fórmulas para mantener la visibilidad. El intento de organizar una primaria de la centroderecha resultó en un «bochorno», pues no resolvió el problema de la competencia y no convenció a todo el bloque, especialmente a RN.
A esto se sumó la polémica desatada por las declaraciones de Matthei a Radio Agricultura sobre el Golpe de Estado, donde sostuvo que «no había otra alternativa» y que las muertes en los primeros años de la dictadura eran «inevitables». Este impasse y el descarte de la primaria encendieron las alarmas internas, al evidenciar el primer gran tropiezo de una carrera que parecía imperturbable.
Hacia adentro de la coalición, se reconocía que la estructura operativa de la campaña era «estrecha» y carecía de «musculatura», con falta de mandos medios y coordinación, en contraste con el equipo de Kast, que funcionaba con precisión. El intento de corregir este vacío fue tardío; aunque la llegada de Diego Paulsen como jefe de campaña en abril dio un aire, en mayo Kast ya había igualado y superado a Matthei en las encuestas.
El comando sufrió giros, incluyendo una decena de voceros y el polémico diseño de atribuir una «campaña asquerosa» de bots a Kast, lo que generó tensión interna y terminó con la salida del experto Daniel Pérez-Pallares. El dilema de si elevar o no el tono contra Kast persistió hasta el final, al no fijar la candidata una postura clara de apoyo en segunda vuelta.
A comienzos de agosto, la campaña fue intervenida con el ingreso del empresario Juan Sutil en la dirección estratégica y el senador Juan Antonio Coloma en la coordinación política, lo que reordenó el diseño. El relato de Matthei ganó nitidez, logrando recuperar unos seis puntos, pero sin alcanzar a Kast. Sin embargo, en ese mismo mes, se intensificaron los «descuelgues públicos» de figuras emblemáticas de los gobiernos de Piñera, que anunciaron su apoyo al líder republicano, un fenómeno que ya había dañado la campaña de Sichel.
El rol poco claro de los alcaldes (el principal activo de Chile Vamos) y el ascenso sostenido de Kaiser, que se convirtió en otra «piedra en el zapato», terminaron por complicar el escenario, situando a Matthei en cuarto lugar en las encuestas previas a la veda. La búsqueda de votos en el centro político, vista como necesaria por algunos, desdibujó el discurso en un momento crucial para retener la base tradicional.
Aunque Matthei tuvo un buen desempeño en los debates, lo que le dio solidez y competitividad, la coalición reconocía que no era suficiente, pues el electorado se movía por la consolidación del liderazgo de Kast. A pesar de la instalación de la tesis del «triple empate» en las últimas semanas, la realidad del conteo de votos confirmó la magnitud de una derrota que parecía imposible meses atrás.
Matthei despejó el apoyo a Kast, pero ahora la incógnita se centra en su futuro político: si asumirá un rol activo en la campaña republicana, si se retirará de la primera línea o si buscará una reinvención.



