Ocho años después de haberse formado como una agrupación que buscaba sepultar lo que ellos consideraban el nefasto legado de los gobiernos concertacionistas, la gran esperanza de sobrevivencia que le queda hoy al Frente Amplio es que los venga a rescatar la única líder de esos gobiernos concertacionistas que todavía tiene edad para presentarse como candidata presidencial. Igual que el hijo pródigo de la Biblia que, después de dilapidar su herencia, vuelve arrepentido al hogar para que el padre lo rescate de su fracaso y bancarrota, el Frente Amplio, humillado, le ruega a Bachelet, esa madre a la que ellos desconocieron y de cuyo legado renegaron, que entre a la carrera presidencial para evitar el descalabro, que de otro modo tendrá la izquierda frenteamplista en las elecciones que se realizarán en noviembre.
El fracaso narrativo y político del proyecto del Frente Amplio no puede ser peor. Hace menos de 4 años, cuando ganó las primarias de la izquierda radical, Gabriel Boric celebraba lo que anticipaba sería el sepelio del modelo neoliberal en Chile. Cuatro años después, el gobierno del Frente Amplio tiene como gran legado el fracaso estrepitoso del proceso constituyente que incluye haber tenido que votar para mantener la constitución de Pinochet y así evitar un texto redactado por la misma derecha que Boric había derrotado en las elecciones de 2021.
Aunque el gobierno de Boric logró meter una bomba de tiempo en la reforma provisional que amenazará la viabilidad fiscal del sistema de pensiones por varias décadas, la reforma que se promulgó hace unas semanas dista mucho de la promesa de terminar con la capitalización individual que hizo Boric en su campaña de 2021.
El fracaso político y cultural del Frente Amplio es tal que la lucha discursiva de la izquierda ahora solo pasa por oponerse al retorno del monumento del General Baquedano, a la homónima plaza que fue el centro del estallido social. De Pinochet, ni hablar. La sombra imborrable del legado de la dictadura militar permanece en el modelo económico y en la propia Constitución. Aunque muy pocos ensalzan el nombre del dictador—y una gran mayoría del país afortunadamente condena las violaciones a los derechos humanos cometidos por la dictadura—es innegable que el Frente Amplio fracasó en su intento por borrar el legado de Pinochet.
En vez de sepultar el modelo neoliberal, el Frente Amplio lideró un proceso constituyente que llevó a los chilenos, dos veces, a votar por mantener la constitución de Pinochet y a rechazar las propuestas redactadas por dos torpes convenciones constituyentes que fueron incapaces de redactar un texto que generara más consenso en la ciudadanía que la constitución de 1980.
Ahora que comienza el acto final de un gobierno fracasado, triste y sin legado, ninguno de los candidatos presidenciales en carrera se declarará heredero del sueño de país que en su momento llevó a la victoria a Gabriel Boric. Es cierto que la gente, aunque mayoritariamente desaprueba su gestión, no rechaza al Presidente Boric. Más bien, la gente lo ve como un idealista que se negó a crecer y madurar, y que, sin esforzarse demasiado, intentó impulsar de forma torpe e insensata un proyecto fundacional equivocado que inevitablemente terminó en fracaso. La gente ahora quiere alternativas distintas a las que ofrecía Boric.
Pero la política tiene vueltas extrañas. Bien pudiera ser que Boric vuelva a ser presidente en el futuro. Sebastián Piñera volvió a ser electo cuatro años después de haber liderado un gobierno que salió del poder con bajos niveles de aprobación. La propia Bachelet, que ahora parece ser la esperanza electoral de la izquierda, dejó el poder en 2018 con una percepción generalizada de que el país iba por un mal camino. Pero si Boric vuelve al poder, tendrá que hacerlo con un discurso de moderación y pragmatismo. No con esos cánticos fundacionales que inspiraron la creación del Frente Amplio.
En los próximos años, Chile enfrentará complejos desafíos. La Constitución de Pinochet sobrevivió, pero ahora es muy fácil pasar reformas constitucionales. El proceso constituyente dejó a la Constitución de 1980 con algunas fallas estructurales. Además, muchos artículos redactados especialmente para el proceso constituyente están vigentes y deben ser derogados. La reputación de país serio que tenía Chile está en entredicho. La economía no crece y los problemas sociales se multiplican. El país va por mal camino. Pese a esa serie de malas noticias, es una buena noticia saber que el proyecto fundacional del Frente Amplio fracasó. Ahora que la izquierda radical vuelve al redil de la izquierda moderada, se abre una ventana de oportunidades para que el país vuelva a recuperar el sendero correcto del desarrollo capitalista sostenible e inclusivo.
Igual como esos terremotos que dejan daños estructurales y altos costos que obligarán a una difícil y tediosa reconstrucción, el fracasado legado del proyecto fundacional del Frente Amplio lo deberemos pagar en onerosas cuotas por muchos años. Pero la buena noticia es que el país no se hundió y que el fracaso del Frente Amplio quedará como un testimonio indeleble que servirá como advertencia al país de que la rebeldía del hijo pródigo que se va de casa es un camino que solo termina en fracaso, humillación y arrepentimiento. Al final, el hijo vuelve al redil y, en este caso, espera con ansias que su madre lo perdone y entre a la carrera presidencial para evitar la hecatombe electoral. (El Líbero)
Patricio Navia



