Llevar la economía al debate político

Llevar la economía al debate político

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Al expresar, una vez más, su descontento por el animo pesimista que reina en el país sobre el estado de la economía y sobre el rumbo que llevamos como sociedad, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, reflexionó que parte de la razón que explica este pesimismo es que se ha “llevado la economía a la cancha del debate político”. Si bien puede tener razón respecto a que el belicoso clima político se manifiesta también en la arena de la economía, Marcel no se hace cargo de que la política y la economía siempre van de la mano y de que el gobierno tomó activamente la decisión de supeditar el debate sobre el funcionamiento de la economía a la política. Precisamente porque el gobierno llegó al poder buscando sepultar el modelo económico y porque el propio Marcel ha privilegiado las prioridades políticas de un Presidente que no parece no entender cómo funciona la economía, resulta difícil ahora lograr que el debate político tome en consideración el impacto que esas decisiones tienen sobre el buen funcionamiento de la economía.

Desde el retorno de la democracia hasta 2022, todos los gobiernos en Chile entendieron que, para avanzar sus reformas y promover la inclusión social, era preciso tener una economía que funcionara bien. Sin crecimiento económico, es imposible promover la redistribución y la inclusión social. Los gobiernos de izquierda que fueron exitosos en reducir la pobreza, reducir la desigualdad y ampliar las oportunidades a los sectores históricamente marginados siempre entendieron que una condición necesaria para materializar los objetivos de redistribución es desatar esos espíritus animales de los que hablaba John M. Keynes para que los actores económicos puedan comenzar a producir riqueza.

El gobierno del Presidente Gabriel Boric nunca le ha puesto mucha atención al crecimiento. Marcel es un economista de reconocida reputación que demostró responsabilidad y prudencia mientras se desempeño como director de presupuesto en el gobierno de Ricardo Lagos y como consejero y presidente del Banco Central entre 2015 y 2022. Pero en 2022, Marcel se sumó como ministro de Hacienda a un gobierno que llegó al poder con un programa de propuestas económicas insensatas y radicales que nunca habían funcionado en ninguna parte. De hecho, la llegada de Marcel al gabinete del Presidente Boric siempre se interpretó -y así lo dio a entender el mismo Marcel- como una demostración de que las ideas más radicales y las propuestas más irreflexivas del gobierno iban a ser desechadas.

Como ministro, Marcel logró frenar varias ideas desquiciadas que promovían algunos ministros y altos funcionarios de gobierno. Gracias a su presión, el gobierno firmó el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (también conocido como TPP-11), pese a que Boric se había opuesto a dicho acuerdo como diputado y durante la campaña presidencial. Pero Marcel, porque así es la política, tuvo que aceptar algunas propuestas insensatas que promovía el gobierno. La propuesta de reforma previsional, que presentó el gobierno días después de haber perdido por paliza en el plebiscito constitucional de 2022, buscaba herir de muerte al sistema de capitalización individual. Es cierto que esa reforma ha sido modificada bastante desde entonces, pero Marcel firmó un proyecto de ley que privilegiaba el dogmatismo político de izquierda y las fracasadas recetas de reformas estatistas para las pensiones. El propio Marcel supeditó el debate sobre cómo mejorar el modelo económico a propuestas retrógradas, contraproducentes y profundamente irresponsables que han sido puestas sobre la mesa, con más fuerza en 2022 que ahora, por este gobierno. 

Por eso, resulta insincero que el ministro de Hacienda se queje ahora, o incluso diga sorprenderse, porque “se ha llevado a la economía a la cancha del debate político”. Marcel tiene razón en que es mejor que los debates sobre la economía se basen en la evidencia. Pero parece olvidar, o quiere desconocer, que es de su gobierno la responsabilidad de haber abierto las puertas del infierno para que se politizara el debate sobre la mejor forma de mejorar el modelo para producir más crecimiento y reducir la desigualdad.

Es cierto que, al final del día, la decisión de si queremos crecer más para poder distribuir o si queremos buscar distribuir, aunque no haya crecimiento no es un asunto técnico. Es una decisión política. Pero si suponemos que la gente razonable va a concordar en que, para poder distribuir de forma sostenida y sustentable primero debemos ser capaces de crecer, entonces Marcel debe reconocer que el gobierno es responsable de haber puesto en cuestionamiento ese principio que había guiado el debate político y económico en Chile por 30 años.

Es comprensible que Marcel esté descontento. Pero si bien es más fácil pegarle al mensajero que le trae las malas noticias, el ministro de Hacienda debe entender que su molestia no es con los actores económicos sino con su propio gobierno que decidió politizar el que, hasta 2022, había sido un razonable y saludable consenso en la política chilena de que, para poder distribuir mejor, primero hay que crecer más. (El Líbero)

Patricio Navia