Se discute cuál será su legado o siquiera si habrá uno. Lo hay y es cada vez más representativo de aquello que el Frente Amplio y la izquierda que lo rodea llaman “anhelos”, por los que vienen empujando antes y durante estos veinte meses.
Crear riqueza en Chile es hoy más difícil. Se ha impuesto la mirada que presenta al crecimiento como instigador del individualismo y antagónico al cuidado del ambiente. Este es el Gobierno con el peor desempeño de la economía desde 1990 y vamos a cerrar el 2023 en torno a cero. Sin “cifras rojas”, celebraba el ministro Marcel en diciembre.
¿Urgencia en La Moneda? Un estudio de la Cámara Chilena de la Construcción muestra inversiones por 56 mil millones de dólares esperando aprobación en el SEA, con trámites que tardan un promedio de más de 18 meses (12 meses en el 2020). No más preguntas, Su Señoría.
En educación se ha cumplido con lo prometido por el Frente Amplio y la renovación del PC, una década antes de aterrizar en el Gobierno. El Estado decidiendo por las familias; igualdad en la mediocridad; terminar con la excelencia de los liceos emblemáticos, considerados enclaves de privilegio en la educación pública.
El legado del Mineduc a cargo de los que sabían todo sobre educación, suma, además, un creciente ausentismo escolar. La tragedia de los escolares que, en plena infancia, están abandonando la escuela.
El Frente Amplio legará al país la gestión más laxa para controlar la migración. Si en los cuatro años del gobierno anterior se registraron 88 mil ingresos ilegales, en solo dos años del actual van casi cien mil y la mitad de las expulsiones por año.
¿Falta de experiencia? No. Por alguna razón, el Presidente Boric nombró como delegada, a cargo del paso fronterizo en Colchane, a una militante RD, reconocida abogada defensora de migrantes ilegales en Tarapacá. Fronteras más abiertas, solidaridad con los hermanos latinoamericanos que deseen venir a Chile, fin de la xenofobia (la mitad de los presos en las cárceles del norte son extranjeros).
En Cultura, el legado será entre la frustración, expuesta por reconocidas personalidades de ese mundo, y el bochorno. Para la historia quedará el paro de nueve meses del Bafona y el de varias semanas en los museos públicos; el desprecio a ser invitado de honor en la Feria del Libro de Frankfurt; la pérdida del pabellón de Chile en el mejor lugar de la Bienal de Venecia (al ministerio se le olvidó pagar a tiempo el arriendo).
La categoría premium de los legados, el institucionalmente más oneroso para Chile, será la legitimización de la violencia. Los trece indultos y las pensiones de gracia a falsos afectados por el estallido son la expresión de eso. Más que agradecimiento, es un reconocimiento.
Un detalle. Silencio absoluto del feminismo frenteamplista, ni para levantar la voz por la “gracia” concedida por su gobierno, entregando sueldos vitalicios a condenados por violación, VIF, pedofilia, con falsos certificados médicos. Ni menos para pedir disculpas por la violencia política ejercida contra mujeres que servimos en la administración de Piñera, acusadas de complicidad con supuestos abusos sexuales masivos.
Mientras se va tejiendo el legado, se instala un estilo para gobernar. Opacidad en la información, con datos parciales (reforma de pensiones) o, derechamente, ninguno (resultados PAES). Responsabilizar a otros de sus malas decisiones. Soberbia para encarar la crítica pública y el debate democrático (voilà el diputado Ibáñez). (El Mercurio)



