Lecciones de la victoria de Trump

Lecciones de la victoria de Trump

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La victoria de Donald J. Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos fue rotunda e inapelable. El ex Presidente y próximo Mandatario estadounidense tiene un mandato incuestionable para impulsar su disruptiva agenda de cuestionables reformas. Pero más allá de las consecuencias de esta controversial decisión del electorado estadounidense, la forma en que Trump ganó las elecciones deja importantes lecciones para las campañas electorales futuras en distintas partes del mundo.

La primera gran lección es que Trump no intentó construir un personaje, sino que potenció sus atributos que ya eran ampliamente conocidos por la población. Su estilo agresivo y confrontacional y su brutal forma de hablar sin filtros desafían las recomendaciones de los expertos en comunicación política, pero lograron generar una relación de confianza entre el candidato republicano y un electorado que quiere cambios y desconfía de la élite en general y de la clase política en particular. Trump se mostró tal como es, con inseguridades, rencores, temores, pequeñeces, egoísmo y grandes sueños. Y la gente le creyó. Su rival, Kamala Harris intentó construir un personaje que nunca terminó de convencer al electorado. Cuando Trump acusó a Harris de haberse convertido recientemente en una mujer negra, el ahora Presidente electo de Estados Unidos en realidad estaba potenciado la idea de que en realidad no sabíamos quién era Harris. La vicepresidenta nunca logró mostrar una identidad clara y definida. Más allá de la sonrisa perfecta, nunca conocimos los sueños y temores de Harris, sus pasiones, sus amores y odios. La caricatura sugerida por el candidato vicepresidencial de los republicanos, JD Vance, sobre las mujeres con gatos (cat ladies) funcionó precisamente porque sugería una caricatura para llenar lo que siempre fue un signo de interrogación para los estadounidenses: ¿quién era realmente Kamala Harris? El día de la elección, los estadounidenses prefirieron el mal conocido que una candidata que parecía ser muchas cosas distintas para mucha gente con preferencias diferentes.

La segunda lección es que la gente rechaza a la élite. La creciente desigualdad de ingresos y oportunidades en Estados Unidos alimenta la percepción de que la élite ha capturado al gobierno y a la burocracia estatal. La gente cree que Washington DC gobierna para los ricos y para la élite liberal. Trump se posicionó como el candidato de los perdedores, los marginados y los olvidados. Aunque él pertenece a esa élite, dice combatirla. Trump convenció al electorado de que él renunció a la élite y se la juega por el pueblo al hablar de la forma desordenada e inconexa en que habla la gente y con metáforas burdas y simplonas, como se habla en las calles.

La tercera gran lección es que Trump se concentró en dos mensajes simples y claros: la economía y la migración ilegal. Toda la campaña, desordenada e improvisada, se mantuvo disciplinada en torno a esos dos mensajes que resonaban fuertemente con el electorado. No había un programa sofisticado con complejas propuestas de política pública. Trump identificó dos problemas y ofreció soluciones simplistas que se asociaban más con el objetivo final que con la forma de alcanzar el objetivo. Trump prometió deportaciones masivas que no podrán realizarse, pero que demuestran un compromiso para solucionar el grave problema de la inmigración ilegal en el país.

La cuarta lección es que la gente prioriza la economía. Aunque la inflación ha bajado, los precios son mucho más altos de lo que eran hace unos años. La capacidad de consumo de la gente de menos ingresos es menor hoy que hace cuatro años. Trump no dejó subrayar ese dolor de la gente y las personas castigaron a los demócratas por la economía. Mientras Harris se centró en cuestiones de políticas de identidad y derechos de minorías, Trump habló de la economía, un tema que importa a mayorías, minorías, heterosexuales, homosexuales, hombres, mujeres y transgéneros. Al hablarle a todos, Trump construyó puntos de unidad y encuentro entre grupos que han sido divididos por las políticas de identidad.

Le democracia estadounidense tiene un calendario inalterable. En noviembre de 2025, habrá algunas elecciones locales y estatales. En noviembre de 2026, los demócratas tendrán la oportunidad de ganar más escaños en el Senado y la Cámara. Por eso, es importante aprender lecciones de las derrotas para así poder ser más competitivo en el futuro.

Otros países del mundo, como Chile, también pueden aprender lecciones sobre el triunfo de Trump. Tanto la izquierda como la derecha deberán recordar que para ganar elecciones hay que escuchar y hacerse cargo de las demandas ciudadanas y recordar siempre que la gente desconfía de las élites y cree que el gobierno defiende los intereses de los ricos. Para ganar elecciones, un candidato debe lograr convencer al electorado que entiende el descontento con las élites y que está dispuesto a combatir al establishment para lograr los cambios que la gente ansía. (El Líbero)

Patricio Navia