La soberbia, el peor de los vicios

La soberbia, el peor de los vicios

Compartir

La soberbia es el vicio más complejo del ser humano. Supone el sentimiento de superioridad respecto a los demás y la ausencia de noción de que hay algo sobre ellos. Implica sobrevalor ante sí y ante los demás, el propio ego. Sentirse o pensar que se es una mejor persona, con mayores méritos, atributos y capacidades que los demás. Implica la falta de amor hacia todo otro, por lo que es el origen de todo mal, ya que supone, desde una posición narcisa, que se es el mejor, el más sabio.

Por algo Dante colocaba en el círculo más profundo del Infierno a este vicio. Considerado el peor pecado capital y el origen de todos los demás. Es la idea de creer que se puede ser mejor que Dios.

Quienes hoy son gobierno hace mucho se sienten como los “elegidos” con una “superioridad moral” sobre el resto. Su actuar ha demostrado con creces que el sentimiento no hace la realidad.

Llegaron a la  Moneda como “cuasi dioses” que, como gritaban algunos “venían a cambiarlo todo”. Se creyeron esa idea y de puro pecar de soberbia han errado una y otra vez. Tuvieron que reconocer que “otra cosa era con guitarra”, que la realidad era real y que “ las necesidades son infinitas y ciertamente los recursos son escasos”. Pero, su visión de ser los dueños de la verdad los ha llevado a no ser capaces de reconocer de modo genuino las derrotas.

El 4 de septiembre la ciudadanía rechazó no sólo el proyecto constitucional, sino el rumbo establecido en el plan de gobierno que es muy similar a lo presentado desde la Convención. El Presidente, en una actitud soberbia otra vez, dijo estar más adelantado que la ciudadanía y que ya que no habían entendido, iría más lento. Pero iría hacia donde él, que es lo que el iluminado establecía.

Muchos defensores del mal actuar del gobierno dicen que son muy jóvenes y que tienen que aprender. Es cierto, son jóvenes e inexpertos y el problema es que quieran aprender con nosotros a cuesta. Como dice el adagio popular, “el primer acto de corrupción es aceptar un cargo público para el que no estás preparado”.

La semana pasada, el Presidente Boric inauguró una estatua del Presidente Patricio Aylwin en la Plaza de la Ciudadanía. Lo hizo tras cambiar totalmente el tono estudiantil y de diputado en el que atacaba constantemente al ex Mandatario, y que en sus consignas revolucionarias culpaban de los problemas del país en el slogan hecho “ no son 30 pesos, son 30 años”. Ahora el Presidente, derrotado en septiembre ya había cambiado cierto tono refundacional por ir más lento e incorporar al Socialismo Democrático en el círculo cercano de La Moneda.

Pero a pesar de  la entrada de cintura política y templanza, la soberbia de la generación “contigo aprendo” seguía marcando el tono y complicando la política frente a la realidad. En este evento el Presidente reivindicó la figura del Presidente Aylwin, lo que hizo al mundo twittero sacar frases como “ los 30 pesos arrodillados frente a los 30 años.

La foto del Presidente, que buscaba vestirse con las ropas del Socialismo Democrático, pequeño frente a la gran estatua del Aylwin hacía ver el contraste de porte. La muestra de soberbia que siempre está no podía faltar, quiso dejar en claro que ellos serían ciertamente juzgados por la historia del mismo modo, en grandeza.

Con una frase poco afortunada juzgó su actuar y proyectó lo que harían sin autocrítica. Dijo, “si en el futuro lejano se nos recuerda a los Cariola, Jackson, Vallejo y Boric de la actual generación como hoy se recuerda a Aylwin, Frei, Leyton,  Tomic, Fuentealba… sin lugar a dudas habremos cumplido nuestro cometido”.

La frase causó reacciones en el mundo político por intentar compararse con estadistas, cosas que en evidencia carece la actual generación. Del mismo modo se criticó el asumir que son los dueños de la verdad y que la Historia los juzgará exaltándolos.

Esto es preocupante ya que no solo muestra la falta de realidad y de visión del Presidente y su equipo, sino porque una vez más muestra la soberbia que tienen.

La falta de humildad implica la falta de amor. Sin éste no se logra una mejor persona ni sociedad. La disociación de la realidad tiene que ver con lo narcisos y soberbios que son. Un país liderado desde el peor vicio no logrará nunca un fin bueno. Es por esto que el primer problema del país es que quienes nos gobiernan están cegados por un enfermo amor propio y eso es algo que en la historia siempre ha terminado muy mal. (El Líbero)

Magdalena Merbilháa