Tan sólo salir del aeropuerto de Antofagasta la realidad es abrumadora, de punta a punto por todos los cerros las tomas acompañan el recorrido marcado por un patrón claro: desde el sur circulan los autos con encargo de robo que van a Bolivia y, desde el norte, baja la droga que entra por la frontera con ese país. Vehículos por narcóticos, lo que cuentan carabineros de guardia en el control La Negra. Hablar de crimen organizado en el corazón minero no es novedad, lo viven hace décadas y conocen el fenómeno a la perfección.
Tanto comprenden al crimen organizado que, en la segunda región, el corredor bioceánico le ha quitado el protagonismo al Tren del Aragua. La infraestructura logística que une Atlántico con Pacífico, que contribuye a la integración regional y al desarrollo sudamericano, también baja los costos del traslado de la droga hacia Asia. Siempre es más barato llevarla por tierra que por aire.
La preocupación es compartida por prácticamente todas las instituciones. El fiscal Juan Castro Bekios ha sido el más mediático en este tema, pero las policías, aduanas, operadores del puerto y otros, todos incluyen al tramo Capricornio del corredor en su mirada de seguridad.
¡Qué distinto es hablar de seguridad en el norte! No sólo por la mirada profunda sobre el tema, sino que porque, al salir de Santiago, la perspectiva cambia y eso de que la seguridad se vive distinta en los territorios se comprueba plenamente. Tanto así que casi nunca escuché hablar del Tren de Aragua, la pregunta tenía que ver con otro grupo del que poco o nada hablamos en la capital: el Primer Comando de la Capital.
Más que seguridad, contrastes es el concepto que define a esta región. La de mayor crecimiento del PIB en 2024, la que aporta más del 40% al PIB minero y que representa el 30% de las exportaciones, es la misma que tiene la tercera tasa de homicidios más alta del país, la primera en percepción de inseguridad, la quinta en cantidad de tomas y la tercera en familias viviendo en campamentos. Contrastes, no hay mejor concepto para Antofagasta.
Entonces, cómo abordamos la seguridad si es que la toma de decisiones se encuentra en Santiago y la mirada centralista no permite ahondar en las soluciones reales. En este punto, el rol que juegan los municipios, concejales, cores, gobernadores y legisladores es fundamental. ¡¿Quién más que ellos conocen la realidad regional?!
El problema es que no basta con tener servidores públicos que la conozcan, se requiere que el gobierno central también lo haga, que se empape de esas experiencias y que viva la inmensidad de esa frontera que le da la bienvenida a la criminalidad. Cuando eso suceda vamos a estar trabajando realmente integrados y aprendiendo de las experiencias para avanzar hacia un Chile mejor.
No basta con entender el problema desde Santiago, hay que ir a esos lugares y, comprender, por ejemplo, que una simple llovizna en Antofagasta se transforma en un despliegue de autoridades y suspensión de actividades por el recuerdo del aluvión.
Avanzar hacia soluciones implica conocer Chile, en su diversidad y unidad. (El Líbero)
Pilar Lizana



