La rebelión de los alcaldes viene incubándose desde hace meses. Pertenecientes a la UDI, en su mayoría, se trata de jefes comunales que buscarán su reelección, pero que vislumbran la dificultad que enfrentarán si lo hacen dentro de los partidos. Como una mochila, calificó uno de ellos la militancia en su colectividad.
Por ahora, el paso que están dando es la conformación de un referente que agrupe sus candidaturas bajo nomenclatura y propósitos distintos de los partidos, pero no descartan desafiliarse para competir como independientes. Y no son unos cualquieras: están los alcaldes de Valparaíso, de La Florida y de Las Condes, entre otros. A ellos podrían sumarse varios ediles de RN, molestos con la política de primarias de su colectividad.
¿Egoísmo puro o altruismo completo? Ni una cosa ni la otra.
A favor de su postura rebelde, los alcaldes UDI pueden esgrimir muy buenas razones.
Saben bien que la crisis de su partido tiene mucho más de realidad que de campaña comunicacional (aunque algunos medios se hayan cebado con las platas de la UDI, mientras los casos Arcis, Caval, Martelli, Rossi, ME-O, etc., han recibido coberturas mucho menores).
Saben que es una crisis real, porque participan de la lánguida vida partidaria, conocen la desafección de la militancia -renuncias incluidas- y comprueban la dificultad para conseguir buenos candidatos a concejales, ya que les manifiestan la misma objeción: con esa mochila, no.
Intuyen también los alcaldes que dentro de la UDI hay una fuerte corriente piñerista, por lo que al ser candidatos el año próximo quedarán muy probablemente prisioneros de esa opción presidencial y -obviamente no lo van a reconocer en público, pero es así- algunos no soportan al ex Presidente y preferirían otras opciones… muy otras.
Además, no faltan los que tienen motivos doctrinarios o personales para haberse distanciado del partido original. Algunos lo miran con la nostalgia del proyecto frustrado; otros con el malestar de sentirse perjudicados por alguna decisión dirigencial. Y recuerdan que hubo una época en que había un partido que era un grupo de amigos con una sólida formación común.
Hubo una época…
Pero la de estos alcaldes es también una posición egoísta, porque tiene mucho que ver con platas. Los ediles en fuga vislumbran lo muy difícil que va a ser conseguir financiamiento ciudadano -bajo cualquier legislación- si integran las listas electorales de unos determinados partidos.
Palpan, además, el estado de molestia de sus respectivos electorados, de esos votos que lograron en elecciones anteriores y que hoy no están alineados con sus partidos. Y si alguien conoce la realidad local, casi sin necesidad de hacer encuestas, esos son los alcaldes. Por eso, la suya no parece sino ser una postura completamente pragmática: con qué logo quiero que aparezca mi foto, dónde estarán las platas que necesitaré, cómo puedo conquistar los votos que hoy se me niegan.
En ese sentido, los alcaldes en proceso de reconversión vuelven a dejar al desnudo cuán alejados están muchos de los militantes más destacados de la UDI de ese alto ideal que era un camino para servir a Chile. Se queden o se vayan, la mayoría de ellos son más de lo mismo.
Pero, por cierto, la crisis de estas semanas puede quedar completamente olvidada cuando se cuenten los votos, ya que la generosidad con que algunos de estos alcaldes han servido puede obtenerles la reelección. Veremos entonces a los partidos celebrar sus triunfos como propios, como si nunca hubiera pasado nada, olvidando la discordia actual y sus causas. Los victoriosos servirán; los derrotados serán desechados.
Y así, hasta la próxima elección.


