La semana pasada, durante la discusión de las bases del reglamento que regirá -se supone- el debate de fondo para la redacción de la nueva Constitución, apareció con mucha fuerza una idea que venía incubando la extrema izquierda en cuanto a que las materias reglamentarias y constitucionales no fueran aprobadas con un quórum de 2/3. Eso se sancionó de esa forma, quedando pendiente y abierta la posibilidad de que en la discusión de materias constitucionales también se pudiera aplicar quórums más bajos.
Sabemos que eso no fue lo acordado el 15 de noviembre de 2019 con el llamado “Acuerdo por la Paz”. Lamentablemente, hay un precedente cuando en este periodo en que la violencia y anarquía se han apoderado del país, muchas veces el Parlamento no ha respetado la Constitución. Así que faltar el respeto a los acuerdos y leyes que no rigen no es nuevo en este tumultuoso periodo.
Sin embargo, la encuesta CEP entregó resultados que en mi opinión son claves para entender el futuro de Chile.
Primero, el apoyo a la violencia comienza a diluirse. Segundo, el apoyo a la democracia comienza a crecer. Y tercero, el desprestigio de la Convención Constitucional determinó que solo un 24% crea que está conduciéndose en forma correcta. Pienso que, como la colección de datos para la encuesta comenzó el 25 de julio y duró hasta el 1 de septiembre, probablemente con datos recogidos más cerca de septiembre el resultado para la Convención habría sido peor con los sucesivos escándalos conocidos, especialmente los ligados a la Lista del Pueblo, devenida en Pueblo Constituyente (PC) -que graciosamente ocupa las mismas siglas que el Partido Comunista. Así lo hacen suponer el fraude a través de firmas falsas; la utilización de un notario y una notaría inexistente en la candidatura presidencial de Ancalao; la confesión de Rojas Vade, vice presidente de la Convención, en cuanto que era falso que estaba enfermo de cáncer; y la aparición de una serie de prácticas financieras viciadas, sobre las cuales se construyó la idea de la independencia de los partidos políticos. Hemos descubierto que esa agrupación actúa como partido político sin atenerse a las normas y regulaciones que los rigen bajo la actual institucionalidad, que solo ha sido utilizada para eludir las restricciones que las corrientes políticas deben observar en cualquier democracia con instituciones sólidas.
El desdén hacia la representación democrática es claro, oportunista y acomodaticio y, nos lleva a concluir la profunda crisis valórica y cultural que se ha instalado con mucha intensidad desde el 18 de octubre de 2019. El plebiscito para una nueva Constitución ha resultado un verdadero caballo de Troya, donde el anarquismo y la revolución quieren refundar Chile.
¿Cómo es posible que los poderes constituidos democráticamente, como el Ejecutivo y el Parlamento, hayan permitido y pavimentado el camino que algunos, ciertamente una minoría, están utilizando para destruir la República que tanto nos costó construir? Creo que la historia del 15 de noviembre del 2019 tiene que ser conocida en detalle, y por cierto la responsabilidad de esas decisiones debe ser asumida por quienes las encabezaron.
Los efectos económicos ya se hacen sentir y no solo provienen de las restricciones de movilidad derivadas de la pandemia, sino también de la expansión sin focalización del gasto público y de los retiros desde las cuentas de ahorro individual previsional de los chilenos. En los momentos que escribo se prepara un cuarto retiro. Esta vez no habrá una posición cerrada a este respecto y es probable que no se apruebe.
La semana pasada conocimos los resultados de la consulta al Comité de Expertos que calcula el Producto Tendencial, una medida del PIB que se utiliza para observar la trayectoria de esa variable en el mediano plazo. Esta marcó un 2,5% de crecimiento, lo que se concatena con los fundamentos que muestra la economía en el mediano plazo. Esto es, bajo crecimiento de la inversión, del empleo de calidad y ciertamente una productividad total de factores nula. Creemos que estas variables seguirán esa trayectoria en los próximos años, por lo que la expansión del gasto público tiene que ser reducida. De lo contrario, el ahorro externo no fluirá hacia el país, condenando a una baja tasa de crecimiento de la inversión.
Cualquier gobierno que conquiste el poder hacia fines de año tendrá que lidiar con este grave problema de ajuste fiscal. De otra forma, las tasas de interés en el país seguirán subiendo y observaremos una significativa devaluación del peso. Lo resumiremos: de no tomarse las medidas aludidas de tipo fiscal, veremos la “argentinización” de Chile, de lo cual hemos tenido suficiente evidencia empírica.
Entonces, en los próximos 60 días veremos quiénes son los candidatos presidenciales que ofrecen programas consistentes y que tengan sobre todo credibilidad en la gente para lograr los ansiados votos que los lleve al poder.(El Líbero)
Alejandro Alarcón



