La confusión de la Rectora-Natalia González

La confusión de la Rectora-Natalia González

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Desde mayo, que grupos radicalizados tienen de rehén a diversas facultades de la Universidad de Chile bajo el pretexto de adherir “solidariamente” con la causa palestina. Algunas facultades están derechamente tomadas, otras en paro y, en la Casa Central, se mantiene el campamento o “acampe” (¿existe siquiera esa palabra?) obstaculizando o paralizando diversas actividades y generando pudor o derechamente temor, en la comunidad universitaria, a expresar ideas diversas a las de tales grupos.

A ello se sumó el marcado de profesores y funcionarios para ingresar a la universidad, los que además son escoltados hasta su destino, y el despliegue del conocido lienzo cuyo propósito era ofender a la Rectora Devés.

El primer gesto de las autoridades universitarias -de pseudo “acampar,” también, en la Casa Central para evitar daños ulteriores- no fue valorado por los campistas quienes las catalogaron de “atrincheradas”. Evidentemente, tampoco sirvió para frenar y evitar las posteriores humillaciones y daños al cuerpo estudiantil y docente.

Luego, la condena transversal ante el referido lienzo -efectuada a mi juicio con un excesivo énfasis a su carácter sexista- tampoco generó los efectos buscados, sino el despliegue de otro lienzo que reza “No cerremos los ojos a la verdadera violencia de género”. Y es que la crítica puso el foco en un tema que no era el esencial y tuvo entonces una respuesta acorde. ¿Acaso no habría merecido crítica si el retratado fuera un rector?

Respecto del “Al que marcan, pasa”, la Rectora dijo que quisiera que ello no ocurriera y que está mal. También, que ello afecta la dignidad de las personas y que las agresiones verbales a funcionarios durante el ingreso se han vuelto progresivamente frecuentes y que las humillaciones causan sufrimiento. Constató, asimismo, que se ha provocado un daño a la salud mental de los funcionarios. Hace pocos días agregó que la agresión y el miedo no tienen cabida en la universidad.

No puedo estar más de acuerdo. Pero ¿no es acaso y precisamente eso lo que está ocurriendo en la casa de Bello, agresión y miedo, persecución, vulneración a la libertad y dignidad de funcionarios y estudiantes? ¿No ha habido acaso vulneración a la propia dignidad y autoridad de la Rectora? Si la agresión y el miedo no tienen cabida en la Universidad de Chile, como sindica correctamente Devés, y ella es la máxima autoridad ¿por qué entonces se tolera?

A su llegada a Chile esta semana, y para perplejidad de muchos, la Rectora desdramatizó lo que ocurre en su establecimiento bajo la monserga de que esto sucede en muchas universidades del mundo. Pero ¿es esa una explicación válida para el cuerpo estudiantil y docente que, como ella misma apuntó, están siendo humillados y sus derechos vulnerados, y que quieren retomar sus actividades y no estar inmersos, como dijo un estudiante de filosofía esta semana, en la incertidumbre y el nerviosismo? Por supuesto que no.

Lo que se espera de las autoridades universitarias es que enfrenten con decisión este atropello a la racionalidad que está ocurriendo en la casa de estudios, para que así cobren verdadero sentido sus declaraciones sobre lo que dicen promover y reivindicar, y se releve la misión de la universidad. Alguien que haga cumplir esa vocación y las normas que la protegen. Si no, el miedo y la agresión no solo terminan teniendo cabida, sino que ganarán la partida.

En vez, la autoridad universitaria está mostrando una preocupante confusión. En entrevistas de esta semana, la Rectora señaló que las tomas de 2011 eran comprensibles y que las de 2024 no. Luego, en una reciente aparición radial dio explicaciones, pero ellas no alcanzaron para que pudiéramos entender que se desdecía de su inexplicable frase, expresada horas antes. ¿Cómo es posible que la máxima autoridad de la universidad pueda justificar una toma? ¿Son acaso comprensibles cuando no se tiene la responsabilidad de desarticularlas o cuando eran promovidas por quienes hoy nos gobiernan? Incomprensibles las tomas, siempre, así como su frase.

Llegando de la gira en el extranjero, y en un medio televisivo, ante la pregunta de si recurriría a la fuerza pública, señaló que no se puede reaccionar a una toma, que es una acción violenta (y que ella condena), con violencia, estimando que era un error profundo y que optará por el dialogo. La opción por el diálogo, es una alternativa, pero lo que alarma de esa declaración es que no entienda la diferencia entre la violencia, que tiene tomada sus escuelas, y la acción de carabineros que ejerce el monopolio legítimo de la fuerza, justamente para ampararnos de la violencia.

La equiparación habla, por lo menos, de una confusa comprensión de las reglas básicas de funcionamiento del Estado de derecho y del deber principal del Estado. La autonomía universitaria tampoco se contrapone con el auxilio de la fuerza pública con el objeto de terminar con una agresiva ocupación no permitida de la casa de estudios.

Si desea perseverar en el camino del diálogo, y como condición esencial de éste, debe primero hacer imperar el orden para frenar en seco la lesión a la libertad, dignidad y derechos de profesores y estudiantes que ella misma ha identificado. El anhelo de entendimiento, que la Rectora percibe de los mensajes de apoyo transversal que ha recibido, al menos hasta esta semana, no son ni deben entenderse contradictorios con desarticular las tomas y reestablecer el orden en la universidad, sin ambages.

Si acaso la Universidad de Chile no quiere terminar como la versión a gran escala y de esta década de otras otrora prestigiosas instituciones de educación, sepultada en la violencia que se lleva los sueños de miles de niños y adolescentes que buscan una oportunidad, se debe actuar con grandeza y decisión, alejándose de confusiones conceptuales. Como bien decía Maquiavelo, el que tolera el desorden para evitar la guerra, tendrá primero el desorden y después la guerra. Y es lo que me temo le está ocurriendo a la Rectora. (Ex Ante)

Natalia González