Kissinger a los 100

Kissinger a los 100

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“El liderazgo es necesario para ayudar a las personas a llegar desde donde están hasta donde nunca han estado y, a veces, hasta donde apenas pueden imaginar llegar. Sin liderazgo, las instituciones van a la deriva y las naciones se encaminan hacia una creciente irrelevancia y, en última instancia, hacia el desastre”.

Criticado por acciones como el apoyo al derrocamiento de Salvador Allende en Chile o los bombardeos a Camboya y celebrado por abrir relaciones diplomáticas con China y pavimentar el camino para los primeros acuerdos entre árabes e israelíes, Henry Kissinger (Fürth, Alemania, 1923) se apresta a cumplir 100 años el próximo mes con un legado intelectual considerable, pero sobre todo inevitable.

La cita inicial proviene de su último libro “Liderazgo” (Debate 2023), que este mes llegó a librerías nacionales y que pone indirectamente acento en uno de los problemas de nuestra época actual: la ausencia de grandes dirigentes ejemplares, a excepción quizás del Presidente ucraniano, Volodomir Zelenski.

Testigo excepcional del siglo XX, exasesor de seguridad nacional y exsecretario de Estado norteamericano, escoge a líderes que por supuesto conoció personalmente, para exponer sus virtudes transformacionales: Konrad Adenauer, canciller de Alemania, con la estrategia de la humildad; Charles de Gaulle, Presidente de Francia, con la estrategia de la voluntad; Richard Nixon, Presidente de Estados Unidos, con la estrategia del equilibrio; Anwar Sadat, Presidente de Egipto, con la estrategia de la transcendencia; Lee Kuan Yew, Primer Ministro de Singapur, con la estrategia de la excelencia; y Margaret Thatcher, Primera Ministra de Gran Bretaña, con la estrategia de la convicción.

Después de revisar todos los casos, el autor afirma que hay cuatro características compartidas por todos:

Agudo sentido de la realidad y una visión poderosa.

Capacidad de actuar de forma decisiva en asuntos de importancia nacional en condiciones que parecen poco favorables.

La importancia que le dieron a la soledad, como espacio personal para reflexionar antes de adoptar decisiones mayores.

Todos fueron divisivos. Si bien buscaban que las personas los siguieran, asumieron que la controversia sería inevitable si querían hacer transformaciones.

Aparte de este libro magistral, su obra se encuentra repartida en más de 20 de textos que cubren temas que van desde la restauración del orden europeo tras el fin de las guerras napoleónicas al impacto de la inteligencia artificial.

Algunos de sus textos como “Diplomacia” (FCE 1995) son lectura obligada, o debieran serlo, para quienes se dediquen a esta profesión, puesto que ahí explica que su principal labor es promover el interés nacional en un contexto internacional que no siempre será óptimo y que, por lo mismo, requiere de la promoción constante de estabilidad. A mayor incertidumbre, los intereses nacionales son un ancla necesaria.

Publicaciones más recientes como “China” (Debate 2012) proponían una coexistencia pacífica entre los dos gigantes del Pacífico, que si bien tienen sistemas políticos y valores divergentes, deben ser capaces de trabajar sobre intereses comunes en el ámbito regional y global.

Su sucesor “Orden Mundial” (Debate 2015) advertía que estábamos ante la última oportunidad de construir un sistema internacional legítimo para todos y evitar así las fracturas entre las grandes potencias y la creación de esferas de influencia en cuyos bordes se darían agudos conflictos. Al parecer, una admonición de lo que ocurriría con la invasión de Rusia a Ucrania.

Quienes quieran ahondar más en su pensamiento pueden ir a “The inevitability of the tragedy” de Barry Gewen, una biografía intelectual del que considera un “filósofo de las relaciones internacionales”, y quienes quieran reforzar sus cuestionamientos pueden recurrir a “El juicio a Kissinger” de Christopher Hitchens, quien lo responsabiliza de políticas que terminaron en calamidades.

Sea como fuese, otra cita para terminar y quedar pensando: “Los líderes sabios deben adelantarse a los retos antes que den lugar a crisis”. (El Mercurio)

Juan Pablo Toro V.
Director ejecutivo de AthenaLab