Incertidumbre-Álvaro Pezoa

Incertidumbre-Álvaro Pezoa

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Un rasgo característico de los tiempos que corren es la marcada incertidumbre. Esa falta de certeza, seguridad y confianza sobre el devenir personal y social que genera inevitablemente inquietud, ansiedad y hasta angustia. El desarrollo del Covid-19 es desconocido, se va descubriendo a medida que la enfermedad se despliega, su duración e impacto sobre la vida cotidiana no se puede determinar a ciencia cierta. El enorme daño económico y laboral que la pandemia va originando cada día de confinamiento, restricciones a la circulación y paralización parcial de centros productivos y, aún más amplia, del comercio, no hacen sino agudizar la situación. Las diversas estimaciones respecto al término de esta verdadera pesadilla colectiva y de sus secuelas son tan disímiles como contrapuestas. En fin, el panorama no es solo incierto, sino que también abiertamente negativo.

Encontrándose amenazadas la salud física y psíquica de la población, la posibilidad de llevar una existencia relativamente normal y, al mismo tiempo, sus fuentes laborales y proyecciones económicas, quedan pocos ámbitos de la convivencia social donde esperar certidumbres. Uno de ellos es la religión, tema para otra ocasión. Otro, más terreno, es el ordenamiento político institucional. Precisamente, dentro del contexto actual, sería deseable -o necesario- que el sistema político otorgase una señal de fijeza y esperanza a la ciudadanía. Las diversas organizaciones que lo componen y sus respectivos dirigentes deberían dar al respecto la nota destacada. ¿Puede Chile esperar de ellos una expectativa de futuro en algo promisorio? No es para nada claro.

La Cámara de Diputados y el Senado hace ya largo rato no conectan con las preocupaciones reales de la gente. La discusión sobre la reelección parlamentaria ha sido únicamente el último “papelón”, entre tantos que ya se hacen costumbre. Los partidos no van en saga a la hora de mostrar mezquindad y poca altura de vuelo. Los permanentes “tira y afloja” en la coalición oficialista, marginación del ministro mejor evaluado por la ciudadanía del gabinete incluida, y la fragmentación irreconciliable dentro de la oposición así lo manifiestan. Qué decir de los liderazgos. ¿Es acaso fácil encontrar quiénes destaquen por su condición indiscutida de líder en ambas veredas de la avenida política? Simplemente, no.

Entretanto, el ala más izquierda del espectro desvaría peligrosamente con sueños revolucionarios sesenteros. Y el Presidente, ¿logrará tan siquiera heredar a su sucesor, cualquiera sea su signo, un régimen todavía presidencialista? Añádase un itinerario constitucional (o “constituyente”) y una seguidilla de actos electorales (hasta la de gobernadores, sin las atribuciones requeridas), para multiplicar la incerteza a límites inimaginables.

El acuerdo nacional, convocado por el Primer Mandatario, es una oportunidad próxima para que los políticos y las instituciones que dirigen hagan un efectivo mentís al contenido de estas líneas. La estabilidad del país lo agradecería. (La Tercera)

Álvaro Pezoa

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