Hinzpeter: "Vamos hacia una centro derecha nueva, liberal y eficiente"

Hinzpeter: "Vamos hacia una centro derecha nueva, liberal y eficiente"

Compartir

Rodrigo Hinzpeter (50 años) viene llegando de un breve viaje a Buenos Aires, donde integró una delegación de la Sofofa que se reunió con autoridades del gobierno de Mauricio Macri. “Argentina tiene una enorme oportunidad. Parte fundamental de la responsabilidad de aprovechar esa oportunidad -que espero lo hagan- recae en la oposición. Ojalá sean constructivos”, sostiene en lo que podría entenderse como una alusión a su pasado político como ministro del Interior de la administración de Sebastián Piñera. Desde que optó en 2014 por alejarse de la escena pública y asumir el cargo de gerente legal de Quiñenco, matriz del grupo Luksic, Hinzpeter sólo en contadas ocasiones ha hablado de la contingencia. Hoy, lo hace para abordar la agenda corta antidelincuencia de La Moneda, la nueva derecha y mostrarse partidario de una reelección del ex Presidente Sebastián Piñera.

La relación entre el gobierno de Bachelet y el empresariado ha sido tensa. ¿Cómo vio la situación en Argentina? 

 El Presidente Macri y sus ministros tienen una visión clara y correcta. Desgraciadamente, la situación económica en nuestro país no es la que quisiera. Creciendo al 1,5% es imposible cumplir con los desafíos éticos y políticos que tenemos. Los consensos son elementales para corregir situaciones y avanzar con más velocidad. Por eso, aquello de la “retroexcavadora”, como concepto, fue tan dañino. Por lo mismo, no se hará camino fecundo si se instala ahora el concepto de que el empresariado es parte del problema. En la empresa y su contribución por vía de impuestos, fuentes de trabajo, innovación, y muchas más, está parte significativa de la solución y ojalá aquello fuera comprendido por todos los liderazgos políticos. No hay país que haya llegado al desarrollo pateando al empresario.

Los empresarios han visto golpeada su imagen con casos como los de colusión en varias áreas… 

Como siempre, englobar a todos en una misma categoría es incorrecto. No cabe ninguna duda de que cualquier actividad humana puede mejorar sus estándares, pero tampoco me cabe ninguna duda que existe un vasto y amplio número de empresas pequeñas, grandes y medianas que, cumpliendo cabalmente con la ley, le entregan al país un enorme y notable progreso. El otro día vi a un dirigente importante de un partido de la Nueva Mayoría que decía que ellos no representan a los empresarios. Una frase como esa me parece poco comprensible, primero, porque los partidos políticos no representan empresas o personas, sino que visiones. Pero, más importante, como dije recién, no existe el país que haya llegado al desarrollo agrediendo a su clase empresarial, y a veces aquí existe por razones de popularidad una inclinación a incurrir en tal comportamiento y criticarlos muy rápidamente, ese es un mal camino.

La Moneda impulsa la llamada agenda corta para enfrentar la delincuencia. Uno de los puntos polémicos del proyecto es el del control preventivo de identidad. En el gobierno del ex Presidente Piñera, cuando usted se desempeñaba como ministro del Interior, propuso algo similar. ¿Hay un giro en cómo hoy la coalición oficialista pretende enfrentar la delincuencia?

Una primera precisión. La denominada agenda corta contempla dos controles de identidad. Uno, al ampliar el control que ya existía en el artículo 85 del Código Penal, y segundo control, enteramente nuevo y autónomo -contenido en el artículo 12-, que permite a los funcionarios policiales, “en cumplimiento de las funciones de resguardo del orden y la seguridad pública”, controlar identidad de mayores de 14 años en lugares públicos y privados de libre acceso al público, sin expresión de causa. Esta norma la estimo demasiado amplia. Bien orientada, pero creo que se debe acotar a ciertas circunstancias. La disposición que contenía el proyecto que se envió durante el gobierno del Presidente Piñera hacía precisamente aquello, restringiendo el control exclusivamente cuando la persona se hallare en ciertos lugares, llamemos delicados o que ofrecen cierto peligro de alteración para la convivencia social. Para que nos hagamos una idea, se hablaba de establecimientos de salud, instalaciones de abastecimiento y generación de energía eléctrica, agua potable o gas, instalaciones de telecomunicaciones y otros. Una plaza o una calle no cabe en tal definición y, por tanto, allí no estimo conveniente el control de identidad completamente arbitrario con eventual detención. Una medida así pudiera implementarse con registro de huella dactilar en línea.

¿A qué se refiere con que la norma es “demasiado amplia”?

Me parece que, salvo que uno utilizara un procedimiento tipo huella dactilar, que permite efectivamente controlar en línea y en tiempo inmediato la identidad de una persona, es delicado establecer la detención o la privación de libertad, aunque sea temporal, por no portar una cédula de identidad en cualquier espacio público. O sea, si es que no se va a tener un sistema de control en tiempo real, automático y por huella dactilar, yo preferiría restringirla a ciertos espacios públicos, porque creo que en la vida cotidiana, sobre todo en la juventud, es perfectamente posible que extravíen la billetera o incluso se la hayan robado y no porten en ese momento una identificación, y que sean detenidos me parece que puede ser una carga muy pesada, que además produce un círculo vicioso a partir de la sensación de abuso que experimenta la persona inocente que es detenida por falta de documentación. El gobierno tiene derecho a controlar la identidad de los ciudadanos, pero también tiene el deber de hacerlo del modo que menos moleste a los ciudadanos, y en ese sentido, emplear tecnología me parece vital. Ahí hay un tema donde yo aprovecharía el tercer trámite o la comisión mixta para profundizar y precisar más ese asunto.

Diversos actores han manifestado su rechazo a esta ley, señalando que propiciará la discriminación… 

He dicho que la norma me parece muy amplia, aunque bien orientada. La democracia permanentemente pone derechos en tensión y corresponde al político complementar uno y  otro. La sociedad, entendiendo al conjunto de ciudadanos globalmente, tiene derecho a vivir en seguridad y tranquilidad, por una parte; por la otra, cada persona tiene derecho a la libertad, privacidad y no discriminación. Entre esos dos conjuntos de derechos hay que promover una convivencia armónica. Le voy a poner un ejemplo. Veamos qué pasa en los aeropuertos. En ellos, el pasajero parece entender mejor la necesidad de aplicar medidas bastante invasivas que llevan a mayores grados de seguridad. Entonces, esa persona está dispuesta a ceder libertad e intimidad entregándose a los controles y chequeos que se hacen y que acceden a aspectos propios de la privacidad, como la existencia de prótesis, marcapasos, control físico, en fin, varias otras. Sin pretender comparar un espacio con el otro, quiero graficar que en la ciudad pasa lo mismo, aunque a veces la sensación de inseguridad es menos concreta. Pero los delitos son una realidad y entonces es evidente que la inseguridad existe. Entonces, no me parece que sea a todo evento, siempre, en cualquier caso, ilegítimo un control de identidad.

 

 

¿Le sorprende que hoy el gobierno y la Nueva Mayoría estén planteando una norma en este sentido?

No, porque cuando se produjo la discusión durante el gobierno del Presidente Piñera simplemente por distintas razones no hubo espacio para un debate sereno, desapasionado, desprejuiciado, en el que primara la razón. Y se obró bajo un predicamento distinto, bajo un malentendido rol de la oposición de ese tiempo. Y eso deja en evidencia que, efectivamente, cuando el Presidente Piñera fue gobierno, nosotros tuvimos desgraciadamente que enfrentar a una oposición que a veces contribuyó menos que lo que a uno le gustaría que las oposiciones contribuyan para sacar adelante ciertos proyectos.

¿A qué atribuye el rechazo ciudadano que despierta la norma?

No comparto esa hipótesis, pienso que las personas puestas en la disyuntiva intelectual correcta, no segada políticamente, optarán por la seguridad antes que por desechar el control de identidad para ciertos casos. Y aunque no fuera así, las políticas públicas no se hacen desde la óptica de la popularidad, de modo tal que convencido de sus beneficios, aquel supuesto rechazo ciudadano no debiera ser un elemento para desestimarla.

Además de la agenda corta, el gobierno anunció que pondrá urgencia al proyecto que modifica la Ley Antiterrorista. A eso se suma la invocación de esta ley en algunos casos de seguridad en los últimos meses. ¿Hay un cierto reacomodo en el oficialismo para encarar estos temas? 

Es que este asunto se ha tratado también de manera muy ideologizada. Toda democracia necesita una ley contra el terrorismo. Cualquier gobierno que ex ante declara que no la aplicará, está faltando a su deber de invocar aquel estatuto cuando concurran las circunstancias concretas. Bajo el gobierno del Presidente Piñera mejoramos aspectos bien esenciales de esa ley, por ejemplo eliminando la presunción de dolo terrorista. El derecho penal moderno no admite una presunción como la que había. Y todavía puede seguir siendo mejorada, siempre las leyes pueden ser mejoradas. Pero invocamos la ley vigente cuando nos parecía que correspondía hacerlo y estimo que actúa acertadamente el gobierno actual cuando hace lo mismo.

Usted mismo se quejó de que lo consideraran una especie de impulsor del autoritarismo, que se le vinculó a una suerte de extremismo policial. ¿Hoy, este tipo de medidas le da la razón?

Estimo que en su momento se malentendió el rol de la oposición, se instalaron muchas consignas en medio de las cuales resultaba imposible un debate sereno y útil. Entonces, no es que el tiempo me dé la razón, sino que en ese tiempo no se quiso o no se pudo actuar conforme a ella.

¿Cómo mira el futuro de la derecha luego de que el sector se viera duramente golpeado por los casos de financiamiento irregular?

Los casos de financiamiento irregular, que son transversales, afectan a personas, no a sectores. Un sector es un espacio que representa ideas y visiones de país y de cómo conducir un gobierno. Chile Vamos, Amplitud y muchos otros deben hacerse cargo de ese desafío, que es un desafío de una responsabilidad enorme.

Desde que se retiró de la política, la derecha ha pasado por un proceso difícil de reordenamiento. Usted en su minuto aludió a la necesidad de una nueva derecha. ¿Cómo evalúa ese proceso?

El proyecto de la centroderecha se va a estructurar bien por una razón en la cual creo mucho que es que en ese sector se encuentran alojadas las ideas más robustas y más adecuadas para brindar a nuestro país mayores grados de progreso. La centroderecha está viviendo un período en el cual se está produciendo una cuestión que planteé el año 2010, bajo la denominación, como usted señala, de la nueva derecha. Expresé la importancia de que existiera un mejoramiento de la forma en que la centroderecha estaba haciendo política y eso se está produciendo hoy día en el debate y va a terminar brindando al país una centroderecha moderna, democrática, liberal, eficiente, bien sintonizada con las necesidades del país, que tiene sensibilidad para abordar los problemas, pero también eficacia para solucionarlos, porque no sacamos nada con tener un sector político que sienta en el alma los problemas de los ciudadanos, pero que sea completamente incompetente para resolverlos, o un sector político que siendo competente y eficiente no tenga la sensibilidad para entender con la urgencia con que deben resolverse muchos de los padecimientos de nuestros compatriotas. La centroderecha debería terminar estructurada en un sector con ambas características.

Hoy persisten muchas diferencias al interior del sector…

Es que este es un proceso que tiene que mirarse como un continuo que va desarrollándose a veces con mayor soltura o armonía, pero que finalmente mi convicción es que va a concluir bien. Me preocupan menos los detalles del proceso, más me importa cómo esto termine y soy un optimista en el sentido de que va a terminar bien.

Y en este caso, ¿cree que el tiempo le dio la razón?

(Sonríe).

¿Qué tanto afecta al legado del ex Presidente Piñera que dos ex ministros de su administración -Pablo Longueira y Laurence Golborne- y la formalización del ex subsecretario Pablo Wagner estén siendo investigados por la fiscalía por cohecho y financiamiento irregular?

Ninguno de los dos está siendo citado por conductas ejercidas durante su tiempo de ministro. En todo caso, no me corresponde ni pretendo referirme a materias que están siendo vistas por la justicia.

¿Va a colaborar con Chile Vamos?

Estoy absolutamente fuera de la política contingente, comprometido con mi trabajo como gerente legal de Quiñenco. Fue un compromiso que asumí con el Grupo Luksic al ingresar y que me tiene, además, enormemente contento y orgulloso. No está en mis planes abandonar la actividad que estoy ejerciendo.

El ex Presidente Piñera continúa en la primera posición para repostularse a La Moneda. ¿Es partidario de que vuelva a competir?

Soy partidario, pero como le he dicho,  hoy no estoy en política. La institucionalidad del sector debe resolver eso.

¿Quiere decir que si Piñera decide repostular, usted no va a colaborar en una eventual campaña?

Eso quiere decir. Ya participé en un gobierno y deseo a Chile que tenga nuevamente un gobierno de centroderecha, porque creo que es lo mejor para el país, pero en ese eventual gobierno no voy a participar ni ocupar una posición. (La Tercera)

Dejar una respuesta