El 11 de marzo de 1990 se dio cumplimiento cabal al compromiso de restablecer el régimen democrático asumido en 1973, caracterizado ahora en su doble concepción: como régimen político que da lugar a elecciones periódicas de las autoridades de gobierno y régimen de vida que genera las posibilidades para que sea la responsabilidad individual la que ejerza sus facultades y capacidades en la solución de los problemas que le son propios.
En el período de 17 años el Gobierno Militar llevó a cabo una profunda transformación política, económica y social que dio lugar a una circunstancia de progreso que abarcó a todos los distintos sectores sociales. En el camino recorrido se observaron, como en todo proceso social, luces y sombras, y se generó un proceso fundacional encaminado a garantizar la permanencia de una sociedad de libertades.
En el orden de la política se consagró una nueva Constitución Política de la República que hizo suyo el resguardo del valor de la libertad y la consecución del bien común para la sociedad chilena. En el orden de la economía se crearon las condiciones para el imperio de una economía de mercado que, en la garantía del derecho de propiedad y la libre iniciativa empresarial, generó las bases para un progreso económico que benefició al país como un todo. En el orden social las políticas focalizadas a los sectores de mayor pobreza dieron lugar a una mejora sustantiva en todos los indicadores sociales, todo lo cual enriqueció el capital humano necesario para efectos de sustentar un crecimiento sostenido.
En octubre del año 1988, conforme al orden constitucional, se llevó a cabo el plebiscito comprometido y su resultado implicó el inicio de un período de transición que debería culminar en la fecha de la cual el miércoles se conmemoraron 30 años. Durante ese período hubo diferentes realizaciones en el orden de la política y la economía, y la reforma constitucional aprobada por más del 80% de la población hizo posible restablecer un espíritu de consenso ciudadano en la perspectiva del perfeccionamiento de un orden de democracia. Así, se abrió un espacio de diálogo entre los diferentes sectores políticos, excluidos aquellos que proponían un quiebre institucional. Una vez más, la voluntad política de los sectores mayoritarios abrió el camino a una transición caracterizada por la paz social.
Al cabo de 30 años de este hecho de enorme significación, el país vive hoy una realidad diferente. Las posiciones políticas se han polarizado y un ambiente de odiosidad ha generado violencia extrema que ha abierto un nuevo escenario. Han surgido posiciones de anarquismo que buscan destruir los fundamentos de libertad y paz que han caracterizado los casi 50 años que transcurren desde 1973 y que tuvieron como consecuencia un importante avance en todos los aspectos de la sociedad chilena. El país ha entrado en una etapa de cuestionamiento, y de los hechos de violencia ha surgido un acuerdo político de concretar un proceso destinado a instaurar un nuevo orden constitucional. El país vive un ambiente de incertidumbre y se han debilitado muchas de sus instituciones fundamentales. Han surgido perspectivas distintas respecto del rol que les compete al Estado y a los privados en un orden social. Frente a esta nueva y compleja realidad es de importancia restaurar las circunstancias de consenso en los órdenes de la política, la economía y lo social, y ello, unido a una voluntad y a una autoridad que se ejerce con legitimidad, debiera posibilitar el reencuentro con el camino requerido para el logro de los anhelos que han inspirado siempre a la tradición democrática de Chile: paz social y progreso. (El Mercurio)
Carlos F. Cáceres C.



