Gran victoria para proteger a niños del lobby trans-Roberto Astaburuaga

Gran victoria para proteger a niños del lobby trans-Roberto Astaburuaga

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El jueves pasado, la Cámara de Diputados aprobó el Informe de la Comisión Investigadora Nº57, que alertaba sobre los daños y peligros de los programas estatales e intervenciones sociales, hormonales y quirúrgicas de cambio de sexo en menores de edad. Por 56 votos a favor, 30 en contra y 6 abstenciones, Chile despierta, recupera la sensatez y comienza a liberarse del totalitarismo ideológico trans.

El Informe propone suspender inmediatamente el Programa de Acompañamiento a la Identidad de Género (PAIG), que entrega acompañamiento psicológico a niños “trans” desde los 3 a 17 años, aunque es una puerta de entrada a la hormonización. También le recomienda al Minsal ordenar que no se inicien nuevos tratamientos hormonales a menores de edad. Las auditorías y el envío de antecedentes a la Contraloría y a la Fiscalía también son parte de las recomendaciones.

La aprobación contó con votos de todos los partidos de la oposición, así como de la DC, del PPD y de independientes como Pamela Jiles. En contra, solo 30 diputados quisieron pasar a la historia y 7 prefirieron abstenerse. Llama la atención el silencio y ausencia de los paladines de la diversidad en el Congreso. Quizás no estaban dispuestos a aparecer públicamente rechazando el Informe o no se atrevían a enfrentar la funa si lo aprobaban.

El Minsal, el Colmed y la directora del INDH salieron rápidamente a intentar desmentir o bajarle el perfil a las recomendaciones. La Defensoría de la Niñez brilla por su ausencia y silencio. Nadie reconoce responsabilidades.

Como sea, la votación marca un hito en la lucha por proteger a los niños de una medicina basada en ideología y no en ciencia y conforme a la naturaleza humana. Porque solo hay 2 sexos: masculino y femenino, hombre y mujer, macho y hembra. Así ha sido, así es y así será. Mentirle a un niño y chantajear emocionalmente a los padres con la amenaza del suicidio si no lo apoyan en su transición es una maldad que no conoce nombre. Y los responsables deben pagar.

Hace ocho años, cuando se aprobó la Ley de Identidad de Género, era impensable esperar una derrota tan apabullante. Los que antes callaban por miedo a la cancelación, de cualquier color político, empiezan a sacar la voz y a denunciar lo que ocurre. Porque era una olla a presión que está explotando.

Hay mucho que no se sabe. Se desconocen las cifras de menores hormonados y operados en la salud privada, las adjudicaciones millonarias a fundaciones, el grado de intervención activista en jardines infantiles y colegios. Queda mucho por hacer. Los niños chilenos no estarán realmente protegidos hasta que, entre otras cosas, aprobemos lo antes posible una ley que prohíba estrictamente estas intervenciones. Los niños tienen derecho a crecer y desarrollarse naturalmente, a no quedar congelados en el tiempo ni infértiles de por vida. El activismo médico, universitario y burocrático es la principal barrera para cambiar la cultura transafirmativa de quienes, como lobos disfrazados de corderos, atraen a niños para meterlos en la cinta aceleradora de la transición social, puerta de entrada a la hormonación.

Chesterton decía que llegaría el día en que habría que blandir una espada para decir que el pasto es verde. Y así estamos. Convocando comisiones investigadoras para prevenir sobre los daños y riesgos de olvidar la evidencia natural, la obviedad. Aún estamos lejos de recuperar el sentido común. Pero vamos en esa dirección.

Protejamos a los niños y su sagrada inocencia. No dejemos que se la roben. (El Líbero)

Roberto Astaburuaga