Evalúe usted esta afirmación: en el Partido Republicano son todos un grupo de indisciplinados, que actúan por su cuenta sin el control de nadie y sin propósito alguno que los coordine.
Si le parece que esta afirmación sería un tanto temeraria, está pensando del mismo modo como gran parte de los chilenos interesados en política. Alguien que es parte de quienes se presentan en la red como «comprometida al 100% con el proyecto del P. Republicano» no actúan por la libre y no le dicen «jefazo» al ex director del Canal 13 por pura casualidad.
Quienes trasmiten noticias falsas y trucadas en la oscuridad de las redes saben que las personas sacan conclusiones a una velocidad mucho mayor del que necesitan para actuar los tribunales.
Su ausencia de respuestas coherentes al ser identificados, algo entendible en personas que no suelen dar la cara, ya permite hacerse un cuadro de su catadura, sus intenciones y sus conexiones. El que a hierro mata a hierro muere.
Llamar la atención sobre el hecho de que un hermano de Jara sea periodista de Chilevisión, canal que hizo el reportaje, es un exceso. La idea de que una red de televisión de carácter privado haya caído en las redes de la izquierda es delirante.
Como lo puede atestiguar cualquier periodista, la posibilidad de que uno de sus colegas dedicado a otras funciones pueda definir los contenidos de otra área, por sobre los directivos del medio de comunicación tiene menos posibilidades de ocurrencia que encontrar un lobo vegetariano.
Este episodio tiene importancia porque muestra las fortalezas y debilidades de la candidatura de Kast y el punto del que depende de que tenga éxito. Lo mismo ocurre con las otras postulaciones.
En el caso del republicano su estrategia de campaña consiste en focalizarse en convencer a muchos de que tiene la voluntad necesaria para generar un gran cambio en el país, lo que va acompañado del acento en el tema de la seguridad.
La debilidad del candidato estriba en que no tiene experiencia de gestión en las materias que destaca y por eso en los debates entrega el enunciado principal, pero luego prefiere enfrentar a sus adversarios antes que entrar en detalles.
Que sus virtudes superen a sus debilidades depende de la confianza que genere su actuación y eso es lo que se ve afectado por el episodio de la guerra sucia digital. A los otros candidatos les ocurre lo mismo con sus propias particularidades.
Matthei segunda parte, el regreso
En el caso de la candidata de Chile Vamos también ha habido una decisión de campaña de perfilar sus atributos más reconocidos: su experiencia en la gestión del Estado, el respaldo de sólidos equipos profesionales y un programa muy desarrollado de medidas concretas.
Se reconoce como una de sus debilidades un carisma personal menos expresivo que sus contendores, por lo que se apuesta a una mayor regularidad y profundidad en los debates que su lucimiento personal. También en su caso la credibilidad es clave porque debe ser verosímil su mayor capacidad competitiva frente a Kast.
Matthei tiene una oportunidad de producir un inusual giro a su favor. Tras la última reformulación de su campaña ha dejado de cometer errores de importancia.
Sin una verdadera conducción de campaña, lo más probable es que la candidata de Chile Vamos hubiera recaído en comentar las pistas encontradas de los autores de la guerra sucia digital en su contra. No lo hizo y con ello no quedó pegada a un episodio que la afecta emocionalmente. La denuncia seguirá su curso sin importar lo que ella diga y por eso que tomara distancia fue un acierto.
Después de esto, nadie quedará igual
Es difícil que Chile Vamos sea una coalición que sobreviva a un triunfo de Kast. Fue concebida como eje articulador de la derecha y, perdida esta función, no tiene mucho sentido que sobreviva como acompañante subordinado a un liderazgo político que nació para oponérsele y que lo habría logrado.
En forma lenta, pero sistemática la labor de socavamiento ya se ha iniciado, cuando la competencia aún no se dilucida. Desde republicanos se ha anunciado que, de ganar, la incorporación de otras fuerzas no se negociará en los términos que han sido tradicionales. Kast escogerá uno a uno a los “mejores”, con prescindencia de su militancia o de su carácter de independiente.
Si una coalición no será considerada un interlocutor válido para la integración a un gobierno, se le está extendiendo una elegante invitación a que desaparezca.
Chile Vamos es una alianza que deja de tener sentido con el triunfo de Kast y sus dirigentes lo tienen perfectamente claro. Si alguien tiene alguna duda, lo único que tiene que recordar son las palabras de Squella: “Acá no va a haber espacio para que los partidos políticos manden una lista de sus militantes”.
La suerte está echada en la derecha y el juego ha sido aceptado por ambos contendores. La candidatura de Chile Vamos ha tomado la decisión de abrir espacio hacia el centro y, fortalecida de ese modo, validarse en su propio terreno como una opción ganadora al consolidar una mayor amplitud.
El caso es que republicanos entiende y acepta este movimiento, calculando que, al final, quien resulte más fortalecido será Kast, porque Matthei, en la práctica, se convertirá en una estación intermedia que terminará llevando agua a su molino.
Nuevamente es Squella es que lo dice del modo más transparente que se pueda imaginar, la “centroderecha que acogió a los partidos de centroizquierda que cruzaron la vereda cumple un rol fundamental, nos ampliaron el abanico y con ese desplazamiento creció una nueva fuerza que somos nosotros”.
La apuesta de republicanos es que su consolidación en la derecha será más fuerte que la amplitud que consiga Matthei. Es un duelo justo, porque cada cual escogió su foco y sus prioridades. Tampoco se puede decir que el resultado esté predicho.
Como bien se sabe en la derecha, una cosa es tener la ventaja y otra saber mantenerla. En la oposición se ha dado el caso de que el que está en la cima, baje y que el que ha estado rezagado, suba. Pero no ha ocurrido que alguien vuelva a subir habiendo descendido. Ahora puede darse esta novedad.
Esto se pone muy interesante, porque el camino puede terminar con una competencia a tres bandas en que las fuerzas se pueden ir equilibrando hasta el milímetro, si nadie comete una torpeza de marca mayor.
Convengamos, al menos, que será difícil que alguien se aburra con la política en los próximos meses. (El Líbero)
Víctor Maldonado



