En Nicaragua se celebraba un acto de conmemoración de los 90 años del asesinato de Augusto César Sandino y se llamaba «traidores, vendepatrias, apátridas» a los 316 opositores a los que el régimen de Daniel Ortega despojó hace un año de su nacionalidad y de sus bienes. En Bruselas, Mónica Baltodano, una de esas apátridas, daba una conferencia.
«Más allá del tema de la democracia, estrictamente, creo de suma importancia denunciar en este momento el carácter profundamente reaccionario del régimen de Daniel Ortega», dijo a DW Mónica Baltodano, historiadora y ex comandante guerrillera de la Revolución Sandinista.
NO SOLO DICTADOR
«Es necesario denunciarlo como dictador, pero también como reaccionario, represivo y misógino”, agrega Baltodano quien integró entre 1982 y 1990 el gabinete del Gobierno revolucionario. El objetivo de su gira por varias ciudades de Europa es difundir ese mensaje, sobre todo entre los movimientos sociales y feministas, «con todos los que comparten banderas de transformación”.
En el exilio en Costa Rica desde 2021, Baltodano es activa en la oposición a lo que denomina «orteguismo», no sandinismo. «En los noventa, fuera del poder el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), se produce la mutación: de un sandinismo con ideales a un orteguismo, compuesto por una nueva élite que quiere utilizar el poder del Estado para enriquecerse», explica. En esos años, Baltodano era parte de la dirección del FSLN y en 1997 fue diputada en la Asamblea Nacional.
CAUSA DEL ODIO A LAS FEMINISTAS
«Cuando, en 1998, se hizo pública la denuncia de Zoilamérica, una parte de la militancia del FSLN, incluyendo mujeres como yo, no quería creer que el líder, el secretario general, era responsable de eso», reconoce Baltodano. Zoilamérica Ortega Murillo (1967), hija de la actual vicepresidenta Rosario Murillo, esposa del presidente Daniel Ortega, denunció que su padrastro había comenzado a abusar sexualmente de ella cuando aún no había cumplido once años. La reacción pública de Mónica Baltodano, que aún circula por redes sociales, fue defender a la «familia sandinista» del daño que iba a causar esta acusación.
«Entendimos poco después, y el movimiento feminista se puso del lado de Zoilamérica, también en contra de su madre, que respaldó al violador. Pero, en un primer momento, nuestro movimiento -lo hemos dicho como autocrítica- no fue capaz de ver lo machista y misógino que era el FSLN; fue incapaz de detectar todas las perversidades que cargaba consigo una parte del liderazgo, como Daniel Ortega», agrega Baltodano, quien fue excluida del partido a finales de esa década.
«Cuando Ortega vuelve al poder en 2007, su odio contra las feministas fue rotundo: fueron las primeras organizaciones incautadas, las primeras manifestaciones -por el Día de la Mujer o la Jornada contra la Violencia de Género- donde hubo represión y golpes», recuerda Baltodano, que para ese momento representaba en la Asamblea Nacional al opositor Movimiento del Rescate del Sandinismo (MRS).
Como fuere y a pesar de que la prioridad la tuvo la defensa de la revolución, echando la vista atrás, la feminista Baltodano rescata logros del sandinismo: «Aunque la revolución no fue todo lo que debió ser para las mujeres, sí levantó banderas importantes. Recordemos que, durante el somocismo, las mujeres no podían ser sujeto de préstamo, el divorcio planteado como un derecho era materialmente imposible, los hijos no tenían ninguna protección cuando nacían fuera del matrimonio», ilustra.
EXPROPIACIONES SANDINISTAS Y ORTEGUISTAS
En su gira de conferencias por Europa, Mónica Baltodano y Julio López Campos, su esposo, ponen el foco también sobre la precaria situación en la que han quedado los «apátridas».
En 2021, cruzamos ilegalmente la frontera hacia Costa Rica. En las redadas habían caído y estaban comunicados en prisión viarios amigos. Y aunque el exilio a esta edad es muy duro, que nos desnacionalizaran y nos quitaran nuestra jubilación nos ha golpeado y nos obliga a depender de familiares y amigos», cuenta Baltodano, haciendo hincapié en la necesidad de que la cooperación internacional ponga en su radar a este colectivo tan especial.
«Es más», sigue Mónica Baltodano, «incautaron también nuestra casa, cuyo alquiler nos mantenía en Costa Rica»,
¿Qué diferencia ve entre estas expropiaciones y las que realizó el FSLN cuando ellos eran parte del Gobierno? «Hay que matizar y contextualizar», responde.
«Para comenzar, aquello era una revolución, que tenía como propósito el reparto de la riqueza, que, en primer lugar, se enfocó en los bienes de la familia Somoza y sus allegados. Esas primeras confiscaciones fueron avaladas por todas las corrientes políticas de entonces, menos por las de Somoza. Después, hubo una reforma agraria que expropió tierras sin uso en manos de grandes terratenientes, en favor de miles de campesinos sin nada. Pero, lo reconozco, cuando comenzó la guerra contrarrevolucionaria -con muertos todos los días- sí hubo distorsiones y expropiaciones por razones políticas. Ahora no estamos en lucha armada. En Nicaragua. ha habido descontento por la política y por la represión», subraya.
REBELDES DE ENTONCES Y AHORA
La ex comandante guerrillera comenzó su camino en 1974. ¿Ve similitudes entre aquella generación y la actual -parte de ella en el exilio, parte de ella sin opciones para comenzar o seguir sus estudios en su país?
«¿Nosotros luchábamos por tener democracia? Los jóvenes nicaragüenses levantan esa bandera con mucha fuerza. ¿Luchamos por justicia? Los jóvenes de Nicaragua no quieren más impunidad, no quieren que los arreglos al más alto nivel dejen sin justicia a las víctimas del régimen», responde Mónica Baltodano.
Y concluye: «Estoy completamente segura de que las nuevas generaciones van a ser capaces de analizar lo sucedido y reconstruir Nicaragua con más esperanza y por la vía cívica y pacífica». (DW)