Escupiendo el asado- César Barros

Escupiendo el asado- César Barros

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La oposición en Chile tiene varios problemas -aparte de su unidad- y, probablemente, lo más angustiante para ellos es haber perdido esa fuente inagotable de pegas y favores, que entrega el ser dueños del Ejecutivo. Como decía un expresidente de un partido de la ex Nueva Mayoría: cuando no hemos estado en el poder, lo hemos pasado pésimo. Esto lo decían durante Piñera I. Y me puedo imaginar que ahora, esa angustia de falta de pegas y de favores para sus militantes más cercanos, debe ser igual o mayor. Y esa impotencia (tanto militante y tanto operador a la intemperie) los hace aferrarse a su puntual mayoría en el Parlamento, y desde ahí negarle la sal y el agua al Presidente.

El control a menores de 14 años, si bien es debatible, difícilmente se trata -como algunos lo hacen ver- de populismo desatado, porque las encuestas lo favorecen. La verdad es que no es un tema de principios, sino eminentemente práctico.

Después, la reforma tributaria. La ex Nueva Mayoría dejó -entre otras maravillas- una ley tributaria pésima. Y si vuelven a ser gobierno, la volverán a sufrir en carne propia (de nuevo). Y no verán que disminuye con su ley la desigualdad, ni se verá mejor la recaudación. Pero sí verán, como sucedió con Bachelet II, un crecimiento mediocre, con poco que repartir. Un disparo en el pie. Pero lo importante es escupirle el asado a Piñera.

Vamos a la reforma de pensiones. Se plantea por este gobierno subir el porcentaje de cotización, corregir “lagunas” previsionales y aumentar fuertemente la competencia en el manejo de esos fondos. Algo que ellos en un cuarto de siglo no hicieron. Pero no. No hay acuerdo de legislar, si no se castiga a las AFP.

Como si las AFP fueran las causantes de las malas pensiones, y no las “lagunas” previsionales y el insuficiente 10% que se cotiza hasta ahora, y que es lo que este gobierno quiere corregir.

Y para tener un mercado laboral más ágil, se proponen correcciones que apuntan a reducir las famosas “lagunas” y hacer más productiva la economía.

Tampoco hay ánimo de conversar, digan lo que digan los expertos, la OCDE y hasta sus propios técnicos. Esa actitud sí que tiene cara y olor a populismo: políticas públicas, que en el corto o mediano plazo convergen en un desastre mayúsculo.

Para qué decir en política exterior: ni cuando tenían la OEA en sus manos. Ni desde el Ministerio de Relaciones Exteriores se tomaron en serio a Maduro y su sistema de gobierno. Ahora que este gobierno se lo toma en serio, salen con declaraciones tibias y sin consecuencia.

Es una pena que gente que fue exitosa en lo económico y en lo político (la vieja Concertación) reniegue de aquello. Y a falta de relatos y propuestas, se dediquen a hacerle la vida difícil -negándose incluso al diálogo- a quienes traen propuestas sensatas y que están dispuestos a conversar. (La Tercera)

César Barros

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