La derrota de las izquierdas coaligadas tras el gobierno de Boric y de la candidatura de Jara, es muy grande. Solo comparable con aquella de la UP. Y, como entonces, solo cambiando radicalmente puede zafar de ella.
No tomaría muy en cuenta sus primeras declaraciones. Tienen la inercia de los climas prederrota que aún no asimilan la magnitud de la pérdida sufrida o el patetismo de reconocer tardíamente, cuando todo está consumado, errores, inepcias, renegaciones, subordinaciones, alianzas indebidas y otras miserias que parecen más bien endilgar culpas a socios de hasta el día anterior, lamentando solo haber sido tan “Espinita” de ellos o tan condescendientes con ellos. Quienes levantamos voz cuestionadora, advirtiéndoselos desde hace más de 10 años de manera reiterativa, hemos sido denostados como derechistas, conversos, traidores, fachos, vendidos, por decir lo mismo o menos que eso.
El mayor problema actual de la izquierda es su insolvencia. Su incapacidad para dar solución a los anhelos prioritarios de la ciudadanía que, todos lo saben, son dos. El primero es orden y seguridad para vivir en paz; represión de la delincuencia, el terrorismo y el crimen organizado por parte del Estado y fin de la inmigración descontrolada. El segundo es garantizar un futuro más próspero que el presente para ellos y para sus hijos, lo que está asociado con crecimiento económico, inversión, empleo decente y protección social a la vejez. En ambos temas, la derecha se percibe más solvente que la izquierda. En resguardo del orden y seguridad, sus vacilaciones, su boicot en el Parlamento a proyectos del propio gobierno, sus veleidades violentistas, están demasiado presentes en el recuerdo ciudadano. Y en cuanto a garantizar crecimiento económico, todos saben que en el mundo del siglo XXI, éste depende más de la acción empresarial privada que de los estados. Más aun en el Chile actual. La deuda bruta de gobierno en 2013 al anunciarse la pésima política tributaria de Bachelet II -cuyas consecuencias advertí entonces por escrito al PS-, era un 12,8% del PIB, hoy ronda el 44% y hay consenso que no debe seguir creciendo. Hoy la inversión y el empleo en Chile dependen más del sector privado que en 2013. No solo en actividad productiva. Se requerirán concesiones privadas en infraestructura para financiar nuevas carreteras, hospitales, cárceles, trenes y puertos. Pero la izquierda insolvente ha sido hostil al sector privado.
Mientras estas sean las prioridades de la población chilena y esta la insolvencia de la izquierda para abordarlas, es comprensible que una mayoría prefiera votar derecha. La izquierda, en tiempos de la Concertación tuvo respuesta. De Bachelet II en adelante, no la ha tenido. Si no recapacita, difícilmente ganará elecciones; y si por naturales alternancias gana alguna sin renovarse, será insolvente nuevamente y las perderá a poco andar. (La Tercera)
Oscar Guillermo Garretón



