Aunque me gustaría tener la misma confianza del señor ministro, la ineficiencia de nuestro aparato estatal se ve reflejada en su incapacidad de resolver —teniendo las competencias para hacerlo— sobre dos ámbitos esenciales para la creación de valor y rentabilidad social, a partir de su presencia. Esto es, generar las condiciones para más y mejores empleos de calidad y, a la vez, terminar de una vez con la permisología que, en palabras del expresidente Eduardo Frei, en una entrevista concedida a la prensa en agosto de 2023, “nos está matando”.
Siendo el Estado un proveedor de servicios y administrador (no generador) de recursos, su primera responsabilidad es destrabar el camino, tanto para que los chilenos y chilenas accedan a mejores oportunidades educativas que les permita insertarse posteriormente en el camino de la tecnología y la innovación, como para que los proyectos de inversión, necesarios para el desarrollo del país y sus habitantes, vean la luz. Solo así habrá una visión realmente compartida (y mayor optimismo) respecto de la presencia y colaboración que puede realizar el Estado para dinamizar nuestra alicaída economía. (El Mercurio Cartas)
Paula Schmidt
Periodista y licenciada en Historia



