El ocaso de la Democracia Cristiana-Andrés Montero

El ocaso de la Democracia Cristiana-Andrés Montero

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Quienes hemos sido testigos de la evolución y posterior involución de la Democracia Cristiana (DC) chilena, no estamos sorprendidos por el ocaso de este partido político.

Recuerdo de muy pequeño, haber salido a pegar carteles con engrudo, en la campaña de Frei Montalva el 64. Nuestros padres, y la mayoría de las familias de mis amigos, estaban por apoyar a esa figura cristiana, de buen discurso y que nos cuidaría de males mayores encarnados en la entonces figura de Salvador Allende, quien competía por tercera vez en las elecciones presidenciales. Chile entonces, gozaba de prestigio internacional y el triunfo de Frei, auguraba un futuro esplendor para nuestro querido país.

Hacer un análisis profundo de su mandato, excedería a lo esperado en una columna de opinión. No obstante, es bueno recordar que la Democracia Cristiana perdió el rumbo en la segunda mitad de los 60. El llevar adelante, de la mano de Chonchol y Moreno, una reforma agraria injusta, impracticable y económicamente caótica, fue el principio del fin de un partido que se suponía respetaría la propiedad privada.

Aunque le molesta a algunos DC -y a algunos ex DC- que uno se los recuerde, la reforma agraria fue un proceso brutal, mediante el cual se expropió de manera ilegal la propiedad de miles de agricultores, a cambio de indemnizaciones ridículas, amparados en la consigna “la tierra para el que la trabaja”. El plan era hacer propietarios a los trabajadores agrícolas, que no tenían capital, conocimientos y ninguna posibilidad de ser exitosos en la gestión de los predios confiscados. Mucho se ha discutido respecto de la profundidad del proceso, en que no caben dudas, que bajo Allende el proceso fue aún más doloroso para Chile.

La DC chilena navegó siempre en aguas turbulentas, como queriendo estar bien con Dios y con el diablo. A medio camino se apartaron del partido los más extremistas, dando origen al MAPU, la Izquierda Cristiana y todos aquellos que abusaron del término cristianos, pero que no dudaron en tomar las armas para hacerse guerrilleros. La Iglesia Católica jugó un rol relevante dividiendo a sus propios seguidores, al justificar muchas veces la ilegalidad del gobierno en la implementación de la maldita ley de reforma agraria.

A fines de los sesenta, Chile ya estaba dividido y una gran mayoría de los que votaron por Frei Montalva el 64, quien había ganado con 55,7% de los votos, estaban defraudados y en las elecciones de 1970 apoyaron a Jorge Alessandri. Allende, quien sacaría un 36,2 % de los votos, finalmente fue elegido Presidente, habiendo obtenido menos porcentaje de votos que en 1964, en donde obtuvo 38,6 % de los sufragios. En 1970 el candidato DC Radomiro Tomic, salió tercero, con un magro 27,8 % de los votos. Esto último da cuenta de lo mediocre que fue el gobierno de Frei Montalva.

Más grave aún, es que la DC fue la responsable de entregar el gobierno al marxista Salvador Allende, toda vez que requería su apoyo en el Congreso Pleno. Como ha sido la costumbre en la DC, a poco andar el gobierno de Salvador Allende, los jerarcas DC se dieron cuenta que se habían equivocado y que, como niños de pecho, habían entregado el poder a un miembro de la órbita soviética apoyado por socialistas y comunistas, además de todos los extremistas de diversos conglomerados pro cubanos. La historia del gobierno de Allende ya es conocida. Chile fue destruido en todos los frentes: político, económico, cultural y social. Tanto daño le hizo Allende y sus secuaces a Chile, que se llegó a un extremo, en que debieron intervenir la Fuerzas Armadas, para salvar a Chile de un camino irreversible -tipo Cuba, Venezuela, Nicaragua- con resultados a la vista hoy.

La máxima expresión del zigzagueante comportamiento de la DC tiene su prueba en la carta que le enviara con fecha 8 de noviembre de 1973, Eduardo Frei Montalva al presidente de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana Mariano Rumor. En dicha misiva, entre otras cosas, Frei Montalva expresa a propósito del golpe militar: “La responsabilidad íntegra de esta situación -y lo decimos sin eufemismo alguno- corresponde al régimen de la Unidad Popular instaurado en el país”. La carta continúa afirmando “trataron de imponer un modelo de sociedad inspirado claramente en el marxismo-leninismo”. Más adelante afirma: “Las Fuerzas Armadas -estamos convencidos- no actuaron por ambición”.

Tras el golpe militar y con el paso del tiempo, la Democracia Cristiana se transformó en férreo opositor al Gobierno Militar, de la mano de la izquierda dura. Más tarde la DC gobernó en coalición -más o menos fogosa- con la izquierda dura en seis gobiernos: Aylwin, Frei Ruiz-Tagle, Lagos, dos veces Bachelet y actualmente con Gabriel Boric.

Muchos ex líderes de la DC fueron abandonando el partido, desde Juan de Dios Carmona en adelante. La lista es larga: José Pablo Arellano, René Cortázar, Claudio Orrego, Ximena Rincón, Matías Walker, Jaime Ravinet, Carolina Leitao, Soledad Alvear, Jorge Burgos, Genaro Arriagada y Mariana Aylwin. Como todo en la vida, llega un momento en que hay que definirse. Ser socio del Partido Comunista es algo que Alberto Undurraga aún justifica. Va quedando solo y luego tendrá que apagar la luz. (El Líbero)

Andrés Montero