Se ha formado un Frente Amplio… el partido. Es el resultado de la fusión de Revolución Democrática y Convergencia Social (Comunes fue disuelto por el Servel), que desde la distancia de la ciudadanía resultaban indistinguibles el uno del otro. Esos micro partidos, que conformaban una coalición eran, en los hechos, lo que se entendía ampliamente y desde hace años por Frente Amplio. Ahora que se encuentra constituido oficialmente, hace unos pocos días, se ha convertido en el partido con la mayor cantidad de militantes del país. Como si no bastara eso, es también el partido en el que milita ni más ni menos que el Presidente de la República -su más destacado militante- y varios ministros de su gobierno, además de una veintena de parlamentarios.
Ya sólo por esas particularidades resulta más que oportuno mirar con detenimiento la nueva formación que algunos pronostican, no sin alguna dosis de optimismo, que sobrevivirá saludablemente a su paso por el gobierno, constituyéndose en un referente ineludible del entorno político de los próximos treinta años (ese largo plazo fue invocado por uno de sus propios militantes).
El Frente Amplio se declara “profundamente democrático”, socialista, feminista, ecologista y patriótico. Proclama la libertad, es popular y diverso. Aboga por la paz, contra la guerra y todas las formas de violencia. Propicia el diálogo y la negociación como vía para resolver conflictos entre naciones y pueblos en el marco del derecho internacional. Y -no es algo menor- dice estar “fundado en la esperanza”.
Pero, notablemente, los principios doctrinales que declara el nuevo partido no hacen referencia alguna a la forma como se crea la riqueza en la nación, uno de los problemas capitales de la política, sobre todo en un país en vías de desarrollo, en el que el crecimiento económico sigue siendo una indiscutible necesidad para generar empleo y bienestar, y también recursos para el Fisco -bien lo sabe por su propia experiencia el actual gobierno. Se trata de un exigente desafío del presente y del futuro, que es de la esencia de la política. Y, sin embargo, el Frente Amplio nace a la vida partidaria sin un pensamiento económico discernible.
¿Es anticapitalista, como lo fueron -o lo son- muchos de sus militantes más destacados? ¿Cómo se crearía entonces la riqueza necesaria para alcanzar el desarrollo y financiar los ingentes gastos y las enormes inversiones asociadas a la profundización de los derechos sociales? ¿O solamente persigue la superación del neoliberalismo, que no es lo mismo que terminar con el capitalismo? ¿Abogaría entonces por una modernización capitalista que, por ejemplo, excluyera a los privados de la provisión o gestión de los derechos sociales, pero que en todo lo demás sería capitalista, como por lo demás ocurre en algunos de los países más desarrollados? ¿O no está de ningún modo por la modernización capitalista (una estrategia de desarrollo que sería entonces inadmisible para el Frente Amplio)?
Si usted se interesa en militar en el nuevo partido no tendría cómo enterarse. Para interrogantes de este calado no encontrará respuesta alguna en sus principios doctrinarios.
Se trata de un vacío ideológico inexplicable, en tanto la creación de riqueza es uno de los mayores desafíos que enfrenta el sistema político, cuyos poderes -el Ejecutivo y el Legislativo- dan forma a las instituciones que habilitan e impulsan el crecimiento económico (o lo frenarían, como pretenden quienes abogan por el decrecimiento). Una cantidad considerable de las iniciativas que se discuten en el Parlamento se relacionan con el funcionamiento de la economía -la Ley de Presupuesto es un ejemplo entre muchos-, incidiendo directamente en la creación o destrucción de riqueza. Definitivamente es de los asuntos más centrales de la política. Y, en consecuencia, de las ideas que en esta materia hace suyas un partido político. Pero ¿cuál son las del nuevo partido que se ha constituido recién en Chile?
Sólo queda echar mano a lo que piensa al respecto su militante más prominente, el Presidente de la República. Pues bien, Gabriel Boric ha venido reafirmando con elocuencia la importancia del crecimiento económico. No es poco viniendo de quién seguramente será el líder del Frente Amplio cuando deje su cargo en poco más de un año y medio más. Sin decirlo, porque promover abiertamente la modernización capitalista es todavía una noción que choca con el alma anticapitalista de la militancia frenteamplista, en el ejercicio del cargo el Mandatario ha terminado valorando algo que no estaba en sus intereses ni tampoco entre sus prioridades políticas cuando se convirtió de pronto en candidato presidencial.
Seguro que ahora suscribiría sin reservas las palabras del ex Presidente de Uruguay José Mujica en una entrevista de 2017 en El Mercurio: “No se puede renunciar al crecimiento económico, porque nos da los medios para tener políticas sociales y atenuar las injusticias que sólo el capitalismo no puede atenuar. Hay que sacarle algo al capitalismo, pero no tanto como para que no siga tirando, ¿verdad?”. (El Líbero)
Claudio Hohmann



