El legado de Sergio de Castro S.-Carlos Cáceres

El legado de Sergio de Castro S.-Carlos Cáceres

Compartir

La partida de Sergio de Castro deja el espacio para hablar de su legado en el campo de la docencia, en las batallas de las ideas y en las tareas de servicio público que asumió con el mayor sentido de responsabilidad cívica.

Quienes fueron sus alumnos lo recuerdan por su calidez unida a la exigencia para abordar los estudios de la ciencia económica. En su rol como decano de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica de Chile desplegó su capacidad de docencia para generar un cambio trascendente en la enseñanza de la economía como una ciencia que tiene aspectos normativos y positivos. Normativos en el sentido que la económica analiza una conducta humana que se debe considerar asociada a los otros aspectos que caracterizan a la persona dotada de inteligencia y voluntad. Positivas en el sentido que como ciencia la economía tiene leyes que se cumplen con independencia de los sentimientos y que deben tenerse en cuenta al momento de formular las políticas económicas para que ellas se fundamenten en la concepción de la realidad.

Tuve la oportunidad de conocer a Sergio en la década de los 60 cuando, bajo el alero de la Escuela de Negocios de Valparaíso, dimos nacimiento al Instituto de Economía Social de Mercado cuyo propósito fue investigar y difundir los principios y valores que ilustran ese modelo de sistema económico. Allí Sergio dictó conferencias y colaboró en diversas publicaciones donde reflejó sus convicciones sobre los beneficios que se derivan para la sociedad cuando se crean las condiciones para la implementación de un orden donde impere el valor de la Libertad. Como lo recordaba la prensa del viernes Sergio se manifestaba como un “liberal toda mi vida. Nací así”. Entregó allí su aporte a la batalla de las ideas.

Su vocación de servicio público se observó en la forma inmediata con que respondió afirmativamente a la invitación que le hizo el Almirante Merino a colaborar en las tareas del Gobierno Militar. Luego de haber conducido la elaboración del manual de “El Ladrillo” donde se formularon los aspectos principales de una política económica alejada de lo que había sido hasta entonces el modelo del proteccionismo económico, con su esperado resultado de ineficiencia en la asignación de recursos, en sus tareas ministeriales desplegó todos sus talentos para inspirar e implementar la transformación económica del país cuyos aspectos principales han traspasado los tiempos y los gobiernos. Entre sus muchas iniciativas destaco dos, la libertad de precios y la apertura de la economía a los mercados externos.

Al momento de asumir su rol ministerial prevalecía en Chile la política de fijación de precios en la cual no se reflejaba la realidad de los mercados sino sólo la voluntad de las autoridades que los establecían en forma totalmente discrecional. De esta forma la señal de precios conducía a una asignación de recursos escasos alejada de la eficiencia que promueve un sostenido crecimiento de la economía.

En cuanto a la apertura a los mercados externos dio un paso gradual para que la economía chilena se sustentara en sus auténticas ventajas competitivas y no una vez más en la discrecionalidad funcionaria que, junto abrir espacios a la corrupción, genera señales que no promueven la eficiencia requerida para un crecimiento económico sostenido.

Ambas iniciativas no fueron compartidas por varios sectores. Ante ello, el carácter de Sergio fundado en convicciones, no dudó en enfrentar los cuestionamientos con el coraje que ilustró en cada una de sus acciones.

La trayectoria de Sergio deja así un legado de testimonios y ejemplos que deben caracterizar la nobleza de un servicio público que colaboró al progreso del país.(El Líbero)

Carlos Cáceres