El gana o gana del oficialismo en el TC

El gana o gana del oficialismo en el TC

Compartir

La semana pasada, el Tribunal Constitucional ganó un tiempo valioso haciendo audiencias para todo aquel que quisiera exponer su posición respecto del tema del proyecto de ley que permite la interrupción del embarazo en tres causales. Se vio por la televisión una verdadera corte de los milagros, que alcanzó su máximo esplendor cuando el autodenominado pastor Soto se presentó como defensor de los intereses de Jesucristo, olvidándose del Segundo Mandamiento de su propia fe. Inolvidable será la imagen de mujeres conservadoras, con rictus de dolor frente a una cuna vacía y la bandera chilena, que hará la sensación en las redes sociales por mucho tiempo. Mientras desfilaban la serie de personajes sacados del Séptimo Sello de Bergman, pudo el TC reflexionar sobre los efectos políticos que tendrá su decisión.

Pero llegó la hora de la verdad. El gobierno ha apostado en esta vuelta a ganar o ganar. Si el fallo del tribunal ratifica el proyecto será un broche de oro de un tema emblemático para la propia Presidenta y, sin duda, consolidará el alza que ha tenido en el último año. Podrá mostrar un logro concreto, dejando atrás una de las últimas leyes del gobierno militar, dictada en las últimas horas. Volverá la sensación de éxito legislativo que tuvo el gobierno antes del caso Caval. Hay que recordar que la Presidenta firmó el proyecto de ley el sábado 31 de enero de 2015, muy pocos días antes de que estallara el caso que involucró a su nuera y su hijo en un escándalo de especulación de terrenos.

Pero, por otro lado, si el TC falla en contra del proyecto, la discusión que ya instaló el oficialismo será sobre la propia legitimidad del tribunal. El sentido común ayudará a esta estrategia comunicacional, pues será muy difícil entender cómo un tribunal de 10 miembros actúa contra un proyecto aprobado en ambas cámaras y con un amplio respaldo popular. La propia Presidenta en un tuit lanzó los primeros misiles al plantearles el imperativo moral de no votar contra las mayorías. También el candidato presidencial Alejandro Guillier le restó legitimidad a priori al organismo.

La apuesta del oficialismo es aprovechar la indignación que provocará el rechazo del tribunal al proyecto de aborto en tres causales y así revivir la Nueva Constitución, vieja promesa dormida. Algunos ideólogos del segundo piso de la Moneda piensan que podría jugar un rol parecido al mítico proyecto de reforma laboral que presentó Insulza en plena campaña Lagos-Lavín y que complicó enormemente a la derecha, dando una pequeña, pero valiosa, ventaja al ex Presidente Lagos.

Creen dichos pensadores que un debate moral sobre la propia Constitución y el rol del TC como último guardián de lo que Atria llamó la “Constitución tramposa” puede significar un giro en la campaña y complicar de mala manera a Piñera.

Esa estrategia tiene varios puntos débiles. El primero es que el Tribunal Constitucional falle de manera mixta, dejando por razones técnicas de la legislación fuera la causal de violación. El discurso maniqueo se vuelve más difícil de explicar y el gobierno, si quiere lograr la aprobación plena del proyecto debe entrar a corregir aquello observado por el TC y dejar las consignas de lado.

Y lo más importantes que las encuestas muestran es que el eje principal de discusión de la campaña no es la agenda valórica, sino los temas de crecimiento y empleo. Ocupando la famosa frase de la campaña de Clinton cuando derrotó a Bush padre en su camino a la reelección: ¡Es la economía, estúpido! (La Tercera)

Carlos Correa

Dejar una respuesta