La región de Arica y Parinacota enfrenta una de las crisis laborales y económicas más profundas de los últimos años. El desempleo juvenil se mantiene entre los más altos del país, las pymes luchan por sobrevivir en un escenario de bajo dinamismo y la inversión privada sigue estancada.
Frente a esta realidad, uno de los sectores con mayor potencial para revertir esta tendencia es el turismo, una actividad que no solo genera empleo y divisas, sino que además fortalece el arraigo local, dinamiza la economía regional y permite que el talento de nuestra gente se quede en su tierra.
Un recorte que golpea el turismo chileno
Sin embargo, en lugar de fortalecer este motor de desarrollo, el Gobierno ha decidido asestarle un golpe directo al corazón del turismo nacional al recortar en un 27% el ya escuálido presupuesto destinado a la promoción internacional.
Esta partida, que bordea los 7 millones de dólares, es la que permite que Chile se muestre ante el mundo, que nuestros destinos sean visibles, que los visitantes elijan venir a nuestras regiones. Reducirla es, sencillamente, condenar al turismo chileno a perder competitividad frente a países que invierten tres o más veces ese monto para atraer visitantes.
No se trata solo de una cifra en el presupuesto. Se trata de una señal política equivocada y miope, que desconoce la importancia estratégica del turismo como palanca de desarrollo territorial.
En Arica y Parinacota, cada visitante extranjero genera empleo directo en hoteles, restaurantes, agencias, transporte, comercio y servicios. Pero además, impulsa la artesanía, la producción local, la cultura y la identidad regional. Cuando se promueve el turismo, se promueve también la descentralización y la equidad territorial.
Las regiones extremas, las más afectadas
Este recorte no solo afecta a las grandes ciudades o destinos consolidados, sino, sobre todo, a regiones extremas como la nuestra, que dependen de la llegada de visitantes para sostener cientos de emprendimientos familiares y pequeñas empresas.
En un país donde el turismo emplea a más de 700 mil personas, recortar su promoción es un contrasentido económico y social. Es cercenar una de las pocas actividades que ha demostrado ser capaz de generar oportunidades reales fuera de Santiago.
El Gobierno habla de reactivación, pero sus actos van en sentido contrario. En su última cuenta pública, el Presidente Boric indicó que el turismo es un motor de desarrollo para Chile, sin embargo, sus palabras se las llevó el viento. No se puede hablar de crecimiento inclusivo mientras se desmantelan los pocos instrumentos que permiten diversificar la matriz productiva de regiones como Arica y Parinacota.
Cuidar lo que somos y mostrarlo al mundo
Apostar por el turismo no es un lujo, es una necesidad. Es una inversión que retorna multiplicada en empleo, ingresos y desarrollo local. Por eso, esta partida presupuestaria debe ser rechazada en el Congreso. Defender los recursos para la promoción turística no es una causa gremial, es una causa nacional.
Porque cuando se apaga la promoción, no solo se debilita una industria: se apagan también las esperanzas de miles de familias que ven en el turismo una oportunidad para salir adelante, sin tener que dejar atrás su tierra ni su identidad.
Reducir este presupuesto es cerrar la puerta al futuro. Y el futuro de Arica y Parinacota —como el de tantas regiones de Chile— depende de que sepamos cuidar y proyectar lo que tenemos: nuestra gente, nuestra cultura, nuestra naturaleza y la posibilidad de mostrarlas al mundo. (Bio Bio)
José Miguel Durana



