El desgarro

El desgarro

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“Esperamos que no se produzca un desgarro que genere una lesión incurable”, decía Camilo Escalona, ya resignado a las dos listas para la elección de consejeros constitucionales. Pero la verdad es que no esperar a estas alturas “un desgarro” en el Socialismo Democrático es simplemente no querer mirar lo que ha sido la historia reciente de la centroizquierda; una historia que tiene como punto de inflexión el año 2010, cuando por primera vez desde 1990 la derecha gana una elección democrática.

Fue a partir de ese hito que la ex Concertación se precipita en un desvarío político y moral de enormes consecuencias, llevándola a renegar de todo lo que se había construido en Chile durante dos décadas; los dedos acusadores del PC y del movimiento estudiantil fueron implacables: la centroizquierda solo administró la herencia de Pinochet, hizo una transición pactada con la derecha, se acomodó a los privilegios del poder. En los hechos, la ex Concertación se deja arrastrar a un “Síndrome de Estocolmo”, busca ser aceptada por el PC y el futuro FA; se deja humillar, incluso que le digan a la cara que es moralmente inferior.

Es cierto que también hubo aquí mucho oportunismo: el deseo de dañar como fuera al gobierno de derecha para volver al poder. Y es innegable que tuvo costos brutales, entre ellos, dejar a la DC al límite de la extinción. Ahora, una circunstancia menor, casi anecdótica, trae de vuelta este mar de fondo. El debate sobre las dos listas revive el desgarro y la bronca con aquellos que los han basureado hasta el cansancio, que no los dejaron participar en su primaria y ahora les exigen unidad. Pero no habrá lista común, y ni todas las gestiones del Presidente Boric, ni las presiones del PS y Michelle Bachelet fueron suficientes. Al contrario, ellos son hoy los grandes damnificados.

Porque la actual presidenta del PPD y el sector joven que la acompaña parecen no estar dispuestos a doblegarse. Una extraña fuerza -“suicida” dicen algunos- decidió romper las inercias, no seguir pactando con quien te humilla y te habla desde la superioridad moral. En paralelo, poner de una vez un mínimo cordón sanitario con los que avalaron el uso de la violencia en democracia, los que la ejercieron con fines insurreccionales. Es cierto que la centroizquierda fue cómplice pasiva de esa violencia, pero pareciera que después del abrumador triunfo del Rechazo el 4/S y de los infinitos errores del actual gobierno, algo ha cambiado.

Hay, por último, una dimensión histórica ineludible: el PS finalmente optó por dejar a la DC a su suerte, el aliado con el construyó uno de los pilares de la gobernabilidad democrática del Chile post dictadura. Esa convicción labrada en los duros años del exilio, respecto de que no habría mayoría viable en Chile sin el centro político, termina por desmoronarse. Hoy el PS vuelve a su origen, privilegiando su alianza histórica con el PC y con una nueva izquierda refundacional.

Otro desgarro que confirma el fin de un largo ciclo. (La Tercera)

Max Colodro