El costo de la intransigencia y la intolerancia-Iris Boeninger

El costo de la intransigencia y la intolerancia-Iris Boeninger

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La elección es ahora, en la primera vuelta del 16 de noviembre. ¿Por qué? Porque será muy importante que quienes pasen a segunda vuelta derroten a la candidata comunista y estén en condiciones de dar gobernabilidad a Chile, lo que requiere disposición al diálogo y vocación de acuerdo.

Recientes encuestas apuntan que Jeannette Jara, la candidata comunista, junto al republicano, José Antonio Kast, estarían en la papeleta para la segunda vuelta. De ser así, sería un hecho que polarizaría aún más a Chile. Por cierto, muchas personas han manifestado su intención de votar nulo o blanco.

Los anticuerpos que generan estos dos candidatos parecen tener raíces comunes y los efectos que se producen para la convivencia social son de análogas consecuencias.

De ganar la candidata Jeannette Jara, sería la primera vez que Chile eligiera un presidente comunista. El hecho traspasaría incluso nuestras fronteras, ya que se trata de un partido con principios y estrategia política en vías de extinción. Las democracias occidentales, los inversores, bancos, instituciones y agencias de notación, la social democracia europea… poco comprenderían de nuestro actuar.

La oposición, por su porte, presenta cinco candidatos en la primera vuelta. Y esta es la situación que haría posible el paso de Jara esté en segunda vuelta. Un cierto ego, y el poner los intereses partidarios por encima de Chile, impidieran que se efectuasen primarias en ese sector y que se pudiese competir en el Parlamento con una lista única por parte de la oposición.

Al escribir esta columna, se iniciaban conversaciones entre republicanos y Chile Vamos para concretar pactos por omisión en algunos distritos.

Una campaña confusa, a veces agresiva producto del desorden lógico que generó la ausencia de primarias en la oposición al mismo tiempo que la oficialista complica la decisión del votante. La falta de generosidad y de visión de la realidad que se atraviesa, aún más.

Es importante repasar elecciones anteriores y sus resultados, para medir fortalezas frente a la segunda vuelta electoral.

Las últimas experiencias electorales del Partido Republicano y de su líder, José Antonio Kast, han estado marcadas por significativas derrotas que deberían alertar acerca de su proyección presidencial.

Recordemos que, en la elección de 2021, Kast logró una votación sorpresivamente alta en primera vuelta (27,9 %). Si bien las encuestas previas a la segunda vuelta mostraban un resultado muy cercano entre Kast y Boric, el republicano fue derrotado por el actual presidente, quien obtuvo el 55,8 % frente al 44,2 % de Kast. Dos años más tarde, lideró el proceso constitucional iniciado tras el fracaso del texto propuesto en 2022. Su partido dominó el Consejo Constitucional tras las elecciones de mayo de 2023, pero no logró articular una propuesta capaz de generar mayorías. En diciembre de ese año, el plebiscito para aprobar el texto redactado fue nuevamente un fracaso para Kast, quien reconoció públicamente la derrota. El hecho no solo debilitó su liderazgo, sino también la tesis de que bastaba con una mayoría coyuntural para imponer una visión de país.

En contraste con lo expuesto, Evelyn Matthei -la candidata natural de la centro derecha- ha demostrado una trayectoria electoral sólida y consistente. Fue elegida ampliamente como  diputada y senadora, luego asumió como ministra del Trabajo y fue candidata presidencial en 2013, cuando alcanzó la segunda vuelta frente a Michelle Bachelet. Aunque perdió esa elección con el 37,3 %, su desempeño fue considerado digno en una contienda a la que entró de manera abrupta y tardía. En 2016 fue elegida y luego reelecta alcaldesa de Providencia, con el 54,8 % de los votos consolidando  así un liderazgo territorial que supo sostener con una  gestión impecable y resultados visibles.

Considerando lo anterior, para el próximo gobierno se requiere experiencia política, experticia de gestión ejecutiva, un liderazgo claro y la sabiduría para formar equipos con capacidad de diálogo y de sumar mayorías parlamentarias. En soledad no se puede gobernar. La gravedad de la penetración de mafias, narcos y crimen organizado en la institucionalidad de Chile: Justicia, Militares, PDI, Carabineros, FACH y en todo el país requieren de experiencia y mayorías para sacar adelante las leyes necesarias.

Chile no se puede dar el lujo de correr riesgos en una elección en la que gane una candidata que representa la continuidad del actual gobierno que ha fracasado en materias como crecimiento económico, salud, vivienda, educación y empleo.; a lo que habría que agregar la delincuencia, corrupción y crimen organizado.

El rechazo al que piensa diferente, y la incapacidad o poca disposición al diálogo, ponen de manifiesto que la intolerancia y la intransigencia son, quizás, una de las actitudes más preocupantes a las que se enfrenta nuestro país. El proceso electoral y ciertas actitudes de algunos candidatos han dejado claro que nuestro país corre riesgos importantes.

Chile necesita llevar a cabo cambios radicales en materias como la inseguridad, el avance del crimen organizado, la permeabilidad de las fronteras, la corrupción, la salud y las listas de espera, así como en la educación, tanto en lo referente a su calidad como a la violencia que se observa.

Como han descrito -con matices y diferencias- los candidatos a la presidencia Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Jeannette Jara en el aniversario de la Cámara de Comercio de Chile, la situación es tremendamente compleja en lo institucional, económico y social. Las buenas intenciones no alcanzan para sacar al país del riesgo de caer aún más. Se necesitan programas concretos, financiables y posibles de llevar a cabo gobernando junto a un equipo de personas con experiencia, probidad demostrada y respeto por las instituciones, por las mujeres y por lo que significa la falta de equidad en un país. Es el conjunto de capacidades de un gobernante lo que le permitirá realmente al país volver a recuperarse.

Alcanzar algún puntaje en las encuestas y el solo deseo de servir a la Patria, no habilita a nadie para dirigir los destinos de Chile. Ni Johannes Kaiser, ni Franco Parisi o eventualmente Harold Mayne Nichols tienen la experiencia necesaria para hacerlo.

Hoy, no hay espacio para el error: está en juego el desarrollo, la paz social, el alma democrática y el destino mismo de Chile. (El Líbero)

Iris Boeninger