El problema se reduce a una pregunta: ¿es correcto que una senadora (o senador) recurra al dirigente de la industria que le corresponde regular (y cuyos intereses serán afectados por la regulación) en busca de asesoría experta, fundada en la confianza derivada de largos años de amistad?
El senador Víctor Pérez sostiene que no hay nada que reprochar. En opinión del senador, él mismo y sus colegas no tienen el deber de tratar con imparcialidad los intereses de todos los involucrados, puesto que tienen el derecho de recurrir a la asesoría experta que sus vínculos personales y de amistad le indiquen. Así entonces, si el senador Pérez tuviera que intervenir en un debate sobre las isapres, no habría nada de malo, a la luz de «la razón natural», en que recurriera a un amigo de infancia que, por casualidad, dirige una.
Temo que el senador está gravemente equivocado acerca de sus deberes. Y para mostrarlo, basta recurrir a R. M. Hare, a quien, en su carta, él reconoce autoridad (y en cuya lectura apresurada debió distraer parte de su descanso). Hare sostiene que un rasgo propio de los principios morales es la universalización. Así -de ser correcto lo que el senador Pérez sostiene-, cualquiera que se encuentre en igual circunstancia que la senadora Van Rysselberghe puede comportarse como ella lo hizo sin que nadie pueda formular reproche alguno. Pero, como es obvio, universalizar un principio semejante acabaría dañando a la democracia: si todos los representantes actuaran como la senadora lo hizo, y como el senador Pérez aconseja, no habría debate público y todo podría hacerse en el sigilo de la correspondencia familiar. No cabe duda. El principio que esgrime el senador no es universalizable y, en la medida en que impide considerar los intereses de todos, tampoco es imparcial.
Sugiero, sin embargo, que el senador siga leyendo y confiando en la autoridad de R. M. Hare, quien, algunas páginas más adelante, se muestra partidario de despenalizar el aborto en términos muy semejantes a los del proyecto de ley que pronto le corresponderá votar al senador. El senador Pérez tendrá ahora buenas razones para apoyar ese proyecto, salvo, claro, que encuentre a un amigo experto que, producto de la amistad de tantos años y por medio de un cariñoso email , le aconseje algo distinto. (El Mercurio)
Carlos Peña


