Editorial NP: Derechas y Centroderechas

Editorial NP: Derechas y Centroderechas

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La suscripción del pacto parlamentario de los partidos Republicanos, Nacional Libertarios y Social Cristianos, así como el lanzamiento de la campaña presidencial del candidato Johannes Kaiser, parecen estar poniendo punto final a la esperanza de dirigentes de los partidos de Chile Vamos de conseguir una lista única parlamentaria que permita maximizar los resultados de las votaciones previsibles de las distintas derechas y le otorguen al sector mayoría en el Congreso que sirva o para apoyar el programa de un candidato presidencial de derecha triunfante o como barrera de contención de una eventual ganadora de izquierda en segunda vuelta.

La decisión de los partidos del denominado pacto “Derecha Unida” hace, desde el propio nombre, distinción tajante entre quienes adhieren a alguno de los partidos que suscribieron el acuerdo y las colectividades que conforman Chile Vamos. Sus directivos, por lo demás, no han dudado en afirmar que “se trata de proyectos políticos distintos entre los cuales la ciudadanía debe elegir”.

Se trata de una alianza ahora estructurada y definida que, desde la conformación del partido que lidera el ex militante UDI, José Antonio Kast, ha tenido acusaciones para con ChV que van desde una eventual tibieza y entreguismo con la izquierda hasta duras calificaciones como la de “derechita cobarde”.

A mayor abundamiento, en la propia ceremonia de formación del conglomerado alternativo sus líderes dieron cuenta a los medios de “una convicción profunda que Chile necesita una derecha unida, valiente y sin complejos, capaz de enfrentar con decisión los desafíos que otros prefieren esquivar”, enfatizando que “la delincuencia ha desbordado las calles, la migración ilegal está fuera de control, el Estado ha perdido el foco y millones de chilenos viven con miedo, incertidumbre y frustración. Frente a este retroceso, no bastan los diagnósticos tibios ni las promesas de siempre”, en una evidente alusión a su competencia de centroderecha.

Por cierto, nadie instruido en el mundo de la política y de sus entresijos podría no estar de acuerdo con las afirmaciones de los dirigentes de la derecha alternativa: se trata de, al menos, dos proyectos distintos de derecha, de conservación, protección y/o progreso de las estructuras institucionales de una sociedad democrático liberal, de economía abierta al mundo y al intercambio social, político y cultural y que, como hemos experimentado, bien administrada puede generar enormes avances, bienestar y felicidad a sus ciudadanos. Sin embargo, para aquello requiere de un tipo de conducción con capacidad de sintonía fina y mano experta de manera que los peligros y amenazas que incluye la mayor apertura al orbe no superen a los beneficios que las libertades que se cultivan traen consigo para las personas que tienen el privilegio de vivir en una democracia liberal y que como se sabe, son cada día menos.

Una gestión amateur mala o mediocre respecto de las enormes responsabilidades que implica la libertad en sus más variados ámbitos y planos, solo puede acarrear problemas, disconformidades, atrasos, divergencias  y finalmente involución y deterioro para la calidad de vida de sus habitantes que es, por lo demás, lo que el país ha estado experimentando dramáticamente en los últimos seis años y medio y que Republicanos y sus asociados acusan injustamente a Chile Vamos de haber colaborado en la procreación de tales infortunios.

No se considera en tal juicio que el proceso de deterioro proviene de malas decisiones adoptadas por quienes inicialmente no participaban de la idea de una sociedad libre y cuya gestación tuvo un desarrollo visible de décadas, desde la crisis asiática, con caídas en el ritmo de crecimiento y consecuentes victorias electorales de la izquierda, para luego, merced a los mediocres resultados de sus administraciones y la evolución cultural de los chilenos, abrir espacios de competencia con una derecha que avanzó hacia el centro del espectro político como necesidad electoral. No se debería olvidar que gracias a dicho proceso el sector y sus ideas lograron alcanzar dos veces La Moneda, la última de las cuales tuvo que encarar no solo la amenaza de un golpe de Estado insurreccional con la revuelta del 18-O del 2019, sino más de dos años de pandemia que agotó recursos y reservas del país.

Bajo el mote de “derechita cobarde” seguramente los críticos aluden  a la razonable duda que debió afligir a los dirigentes de ChV en general y a las máximas autoridades del anterior Gobierno, en especial, cuando en medio de los graves desórdenes, el Presidente prefirió optar por una salida democrática y negociada con sus opositores, antes que una de corte autoritario que, utilizando el legítimo uso de la fuerza y poder del Estado y de sus FF.AA., hubiera puesto luctuoso término al desmadre de aquellos días sin tener que “entregar” a la izquierda la Constitución de 1980-2005, en una negociación en las que la derecha estaba muy debilitada.

Más allá de las muchas opiniones que se pueden esbozar sobre el tema, finalmente, como hemos podido ver, esa repudiada Constitución -que fue el corazón del quiebre de la derecha que inicio la conformación de Republicanos- la carta de 1980-2005, se mantiene indemne no obstante las peripecias que debió soportar en no solo un momento de desmantelamiento, sino en dos, el último de los cuales, habiendo favorecido mayoritariamente a sectores de derecha republicana, sufrió luego similar derrota a la que un año antes había vivido la ultraizquierda a raíz de la insensata búsqueda de una pureza doctrinaria que, como se sabe, el único modo de sostener en una sociedad es restando libertades, libertades que ni los colectivos de ChV y ni los de la centroizquierda democrática estuvieron en disposición de entregar a los extremos.

Pero ya adoptadas las decisiones finales por parte de republicanos, nacional libertarios y social cristianos, todo indica que la crisis económica, política, social y cultural que vive el país producto de una administración que desconoce profundamente las estructuras ontológicas de una sociedad libre como la que protege la constitución de 2005, suscrita, además, por un presidente socialista democrático, las elecciones presidenciales y parlamentarias de fines de año serán el último capítulo del enfrentamiento iniciado en 2019 entre la ultraizquierda y la derecha iliberal autoritaria, un duelo de voluntades de poder y hegemonía cuya intensidad pudo haber tenido mejor causa.

En efecto, es posible que, yendo dos listas de derecha versus una de la izquierda, esta última alcance una mayoría de escaños que la deje muy cerca de los 4/7 (89 diputados) guarismo con el cual la izquierda dura derrotada, ahora liderada por el PC, reintente el cambio constitucional que la ciudadanía les negó el 2022. Frente a ellos, empero, estará plantada una derecha que, a su decir, no presenta debilidades ni tibiezas lo que hace prever un choque que, materializado desde las principales instituciones del país por militantes de la izquierda y derechas duras, estremecerá al Ejecutivo, Congreso y Poder Judicial, sea quien fuere que esté en La Moneda.

También por cierto, podría remecer a una amplia mayoría ciudadana que, tras varios momentos de esperanza y pronto a finalizar la actual administración, podría ver nuevamente postergadas sus aspiraciones más simples que la lucha por el poder como son acceder a un crédito para la compra de una vivienda, tener un trabajo bien remunerado que le permita pagar el dividendo, un buen colegio o universidad a los hijos y compartir con familiares y amigos, tranquilidad en los barrios alejada ya la delincuencia y el narcotráfico para lo cual se requiere de ingentes recursos, los que, sin embargo, si no se restauran las confianzas necesarias, no estarán, atrasando otros cuatro años más una mejora en el interés de los inversionistas por desarrollar sus proyectos dando un salto en el crecimiento económico del país. Es decir, posponiendo nuevamente los anhelos de los chilenos de volver a creer, a crear y crecer como durante sus notables años de gobiernos de centroderecha y centroizquierda. (NP)