¿Dónde estamos y hacia dónde vamos ?-Iris Boeninger

¿Dónde estamos y hacia dónde vamos ?-Iris Boeninger

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Vivimos en Chile tiempos de polarizaciones complejas, y quienes empujan a ello generan un gran daño. Nuestra convivencia política es muy frágil , convirtiéndose en una lucha de todos contra todos.

No es momento de dogmatismos ideológicos que levantan paredes de hierro con los ciudadanos y sus problemas.

Es momento de avanzar hacia la construcción de un proyecto país en serio, lo que requiere de alianzas amplias, sin cerrojos, sin pensar “con quién estoy” o “no me gusta este”, o que la derecha o que la izquierda, sino que a través de lograr una genuina convivencia cosmopolita en el sentido de pertenecer a una comunidad con una moral compartida que nos permita construir un proyecto país que contenga mínimos comunes. Quienes no se quieran sumar es cuento aparte. Debemos comenzar ya. Esto no es electoral, esto es una seria y clara necesidad de mejorar la vida de los chilenos para devolverles tantos sueños rotos.

La vida es sólo un eje de tiempo. Nadie tiene el derecho a cortar la construcción del futuro digno que se merecen los ciudadanos.

El gobierno nacional, los gobiernos regionales y municipales no pueden darse el lujo de hacer poco, ejercer la corrupción y cometer errores dejando de lado los problemas esenciales de la gente, sumando miedos y desesperanza.

Chile está estancado hace 10 años. La grave crisis de violencia que comienza en octubre de 2019, sumada a la posterior pandemia, fue cómo una marea, que erosionó la estructura social sin dar lugar al respiro. En medio de estas aguas convulsionadas, la ideología identitaria del llamado “octubrismo”, del cual Chile eligió salir por la vía institucional evitando que la violencia de aquel momento regara de sangre las calles, aprobando democráticamente el inicio de un proceso constituyente.

Sin embargo , quienes tuvieron en sus manos la oportunidad que les dieron las urnas, se dieron el lujo de proponer una Constitución que hubiera desarmado nuestro país, denostando las mejores épocas de desarrollo que tuvo Chile. Mentiras, escándalos y soberbia caracterizaron aquel proceso. El sabio pueblo chileno dijo basta aquel 4 de septiembre de 2022.

Allí no terminó la desventura constitucional, recién ahora en diciembre de 2023, sin lograr un nuevo texto que modifique cosas esenciales que nuestro país necesita cambiar, partiendo por el sistema político que hoy nos regala una difícil gobernabilidad frente a una fragmentación política inédita, díscola a las necesidades de los chilenos, lo que dificulta avanzar en el deseado desarrollo que se requiere.

Si quienes tienen el poder no dejan de lado sus aspiraciones personales e identitarias, en pos de re/construir nuestro país, sabrán que existe una responsabilidad histórica en ello. ¿Será que el poder o el deseo de poder corrompe hasta el punto de dejar de lado lo esencial al ciudadano?

La lista de deudas es larga y dolorosa, a la que se ha sumado la corrupción extendida, la inseguridad y el narcotráfico generando escenarios adicionales que se deben combatir y que exigen mucho más a la clase política.

La educación dejada de lado, perdida en discusiones ideológicas, donde nos encontramos con que la educación pública ha caído a niveles insospechados e insostenibles. Quienes hoy nos gobiernan, fueron dirigentes estudiantiles, ¿están orgullosos de esta triste realidad?

La educación es la base fundamental del progreso, que nos permite prosperar como individuos y como colectivo, ¿qué podemos esperar si se erosiona constantemente?

La salud de los ciudadanos está en riesgo, lo que es indigno en una de las necesidades esenciales de cualquier ser humano. La salud pública luce muertes por falta de atención. El Presidente festeja que cada vez más personas se atiendan en el Fonasa. ¿Se dará cuenta que no van por su exigua calidad sino porque simplemente no pueden acceder a algo mejor?

La salud privada en riesgo de quebrar.

¿Existe la conciencia política del riesgo que se corre? ¿O nos perderemos otra vez, como con las pensiones, en la búsqueda de sólo aumentar la injerencia y el poder de un Estado ineficiente que malgasta y luce focos graves de corrupción?

No hay duda de que el sistema de salud debe cambiar, tanto el público como el privado. La OMS, establece que “los sistemas de financiación de la salud cumplen tres funciones: recaudar fondos suficientes, dispersar los riesgos financieros asociados al pago de la atención, y usar los fondos conseguidos para adquirir y suministrar los servicios de salud deseados”. Para lograr estos objetivos debe ser sostenible, partiendo de sus carencias intrínsecas. No perdamos más tiempo en la solución de esta materia.

Crecer y prosperar es una aspiración innata del ser humano.

Ello requiere de un país seguro, cuya gobernabilidad  e institucionalidad ofrezca reglas claras para atraer la inversión, que genere empleo, tal que Chile pueda salir de este círculo vicioso para entrar al virtuoso.

Ahora más que nunca se hace necesario repensar las consecuencias del narcisismo político, salirse del yo e ir al nosotros, ya que la sola complacencia de quedarse en el deseo personal político debilita la empatía hacia las necesidades colectivas de los ciudadanos, acrecentándose la desconfianza hacia las instituciones, perdiendo la calidad y virtudes cívicas, que constituyen la base de una democracia sana.

Nuestros niños y jóvenes merecen que les dejemos sembrada la semilla para un futuro digno. Eso sólo será posible desde la generosidad, que nos saque de la inacción, ya que renunciar al progreso es socialmente inaceptable.

Debemos buscar lo que nos une, que es mucho, porque creo que todos valoramos la libertad, la igualdad, la solidaridad, el diálogo y la construcción de un mejor futuro.

Se trata de buscar eso que Aristóteles llamaba “la amistad cívica o política”.  (El Líbero)

Iris Boeninger