Con la publicación de su primera Exhortación Apostólica, Dilexit te (“Te he amado”), firmada el 4 de octubre, festividad de San Francisco de Asís, el Papa León XIV sigue los pasos de su predecesor el Papa Francisco, que ha hecho del cuidado y preocupación por los pobres uno de los pilares de su pontificado.
Fue precisamente Francisco quien, en los meses previos a su muerte, había comenzado a trabajar en la exhortación apostólica. Al igual que con la Lumen Fidei de Benedicto XVI, retomada en 2013 por Jorge Mario Bergoglio, también en esta ocasión es el sucesor quien completa la obra, que representa una continuación de la Dilexit nos, la última encíclica del Papa argentino sobre el Corazón de Jesús.
En Dilexit te, el Papa parte de una afirmación profundamente evangélica: “La Iglesia no ama para que el mundo la escuche; ama porque ha sido amada primero”. Con esa frase, León XIV recoge la herencia de Francisco y la renueva con su propio sello pastoral: un llamado a redescubrir la fuerza transformadora del amor en medio de un tiempo de indiferencia global. El documento no busca ofrecer respuestas cerradas, sino abrir caminos para una conversión interior y comunitaria que devuelva al cristianismo su frescura original.
De este modo, el nuevo Papa León XIV inaugura su ministerio recordando que el amor no es una emoción ni un ideal abstracto, sino una decisión concreta que se traduce en cercanía, compasión y justicia, trazando el horizonte espiritual de su pontificado: una Iglesia que ama, sirve y se deja transformar por el clamor de los pobres.
Siguiendo la misma intuición de nuestro santo chileno, el P. Alberto Hurtado, León XIV invita a mirar el rostro de Cristo en los pobres, no desde la lástima, sino desde la reciprocidad. “Ellos no son objeto de nuestra caridad, sino maestros de humanidad”, afirma. Con ese tono directo, Dilexit te desafía las estructuras cómodas de una fe que a veces se encierra en templos y discursos, proponiendo en cambio una espiritualidad en salida, que se ensucia las manos y el corazón.
Este documento se inscribe en una época marcada por nuevas formas de pobreza y falta de equidad, las guerras, el drama de la migración, la violencia contra las mujeres, la desnutrición, la indiferencia y la soledad digital. En este sentido, qué bien nos hace, en este tiempo de campañas presidenciales y desalojos de campamentos, leer y dejarse interpelar por este valioso y profético documento eclesial que se entronca dentro del gran tesoro de la doctrina social de la Iglesia, como el mismo pontífice lo señala en el mismo texto.
Por lo tanto, Dilexit te no sólo inaugura un pontificado, sino una manera de entender la fe como un movimiento de ternura activa, recordándonos a todos que “los pobres están en el centro de la Iglesia”. Concluye con una frase que resuena como promesa y desafío:
“Amar es creer que aún es posible un mundo más humano, porque Dios no ha dejado de amarlo”. (El Líbero)
Mauricio Cox Pinto



