No es una novedad decir que en Chile se invierte poco en Ciencia y Tecnología. Según datos recientemente publicados de la última Encuesta sobre Gasto y Personal en I+D (año de referencia 2017), se puede concluir que Chile sigue estancado desde hace años en torno al 0.35%. De hecho, esta ha sido la situación desde que nuestro empezó a reportar gasto en investigación y desarrollo en 2007 – ya una década. También es conocido que esta cifra está muy por debajo del promedio de la OECD (2.34%), e incluso por debajo del total mundial (1,7%) y del Latinoamericano (0.7%). En realidad, un 0.35% corresponde a lo que gastan los países clasificados como de ingreso bajo por el Banco mundial (aquellos con PID/cápita inferior a mil dólares).
Si miramos los datos específicos de inversión pública podemos ver que hay una gran falencia, pero el mayor déficit está en el gasto privado en Ciencia y Tecnología. En países como Corea del Sur, Suecia, Alemania o Japón cerca del 70%, e incluso 80%, de la inversión en I+D proviene desde las empresas, pero en Chile esta razón casi se invierte, apenas llegando al 30-35%, siendo el resto mayormente financiado por el sector público y las instituciones de educación superior.
¿Por qué en otros países son los privados los mayormente interesados en invertir en innovación? Una pista la da lo reportado en las dos últimas versiones de la Encuesta Nacional de Innovación (realizada por el INE, Min. de Economía y representativa a nivel nacional). Las empresas encuestadas declaran consistentemente “Mercado dominado por empresas establecidas” como uno de los principales obstáculos para realizar innovación (justo después de costo y financiamiento).
Una segunda pista la entrega también la recientemente publicada Encuesta sobre Gasto y Personal en Investigación y Desarrollo, aquí, ante la pregunta de ¿por qué no realiza I+D? casi la mitad de los encuestados declara que no es necesario/prioritario para su empresa, lo que está incluso por sobre preocupaciones por falta de recursos, y muy por sobre a lo concerniente a la falta o deficiencia de incentivos tributarios (esta última razón siendo esgrimida por apenas un 9%).
Es decir, un factor clave en el desinterés por innovar está relacionado a la falta de necesidad e incentivos a la competencia. Los mercados que son competitivos obligan a los privados a estar constantemente buscando nuevos productos o generando mejores procesos. Si bien se requiere, por un lado, más y mejores incentivos tributarios para que las empresas inviertan en I+D y para que se vinculen con las universidades; es fundamental generar un mercado más competitivo y robustecer la institucionalidad anti monopolios. Esto se hace mejorando la regulación, por ejemplo, con una Fiscalía Nacional Económica más fuerte, y con normas que obliguen a un menor grado de concentración.
Medidas como esta no generan necesariamente resultados inmediatos, pero abren un camino que genera la necesidad de innovar y de invertir en esta área. Y asimismo promueve la relación virtuosa entre empresas y universidades, en el sentido que las primeras al necesitar ser más competitivas buscan establecer relaciones con casas de estudios superiores donde haya investigadores que les puedan ayudar a crear nuevos y mejores productos, servicios y procesos, lo que beneficia no sólo a los privados y a las universidades, sino que permite avanzar en el desarrollo del país.
En los países desarrollados las empresas invierten fuerte en innovación porque es un buen negocio y una necesidad. En Chile se debe avanzar en propiciar el mismo conjunto de condiciones base, de lo contrario el gasto en I+D siempre quedará a merced de lo que pueda disponer el sector público. (La Tercera)
Gonzalo Valdés



