Chile sufre de un mal que nos hace mucho daño: somos incapaces de reconocer a un estadista cuando lo tenemos al frente, lo tratamos de cancelar porque nuestra mediocridad no nos permite comprenderlo. Bien mal tratamos a O’Higgins, y, aunque sin volver a esos extremos, nuestra historia más reciente nos muestra cómo desperdiciamos a otro grande como Ricardo Lagos prefiriendo a un candidato no calificado, y cómo posteriormente atacamos sin piedad y dejamos solo a Sebastián Piñera en vez de ayudarle a salir de la emboscada que la violencia organizada le tendió. Hoy se añora el aporte de ambos y son considerados verdaderos estadistas por moros y cristianos.
Hoy tenemos en Eduardo Frei nuestro único Estadista —así con mayúscula— vigente. Aprendamos de él, cuidémoslo, seamos capaces de ver la grandeza de quien ama a su país por sobre las pequeñeces, rencillas y dolores del pasado. ¡Dejemos de lado el chaqueteo! (El Mercurio Cartas)
María Alicia Ruiz-Tagle Orrego



