Antes de que termine este domingo sabremos cuál fue el resultado de la primaria del oficialismo. Y, como después de todo somos hijos del iluminismo y estamos convencidos de que para saberlo todo basta con ponerle empeño, a partir de mañana todos, con el mismo entusiasmo con que intentamos predecir el resultado de esta primaria, estaremos dedicados a hacer lo mismo con la presidencial de noviembre.
Para no ser menos, voy a compartir con ustedes algunas reflexiones sobre posibles consecuencias de los resultados de la primaria. No voy a hacer predicciones porque, tan lejos de la meta, aún muchas cosas pueden pasar y es posible que algunos oasis que se nos aparezcan hoy se revelen solo espejismos mañana. Pero para reflexiones sí hay espacio.
Comencemos por un posible triunfo de Jeannette Jara. Como no sólo alcanzó, sino que rebasó a Carolina Tohá en todas las encuestas, el sentido común indica que debería ser quien gane. Tanto, que un prohombre de la derecha, Pablo Longueira, llamó a los electores de su sector a no votar por ella para evitar ese triunfo, pues, advirtió, sería terrible para la democracia chilena que una comunista llegara a ser candidata presidencial. Su llamado adoleció de exageraciones y de temores. Desde luego, suponer que electores de derecha, despistados o mal intencionados, pudieran decidir con su voto quien gana la primaria del oficialismo, fue un acto de desproporcionada arrogancia: para que esos votantes derechistas metidos en corral ajeno pudieran influir en la elección, deberían ser cientos de miles. En mi opinión, lo que su clamor reveló son más bien dos grandes temores, uno más o menos explicitado en su carta y otro profundamente oculto en su ánimo y en el de otros derechistas como él.
El primero es el temor de ver a Jara y al PC encabezando a la oposición a un futuro gobierno de derecha o centro derecha. Eso ocurriría si ella gana la primaria y es la candidata del oficialismo, para perder luego en noviembre. Él preferiría que esa oposición la encabezara la izquierda democrática. Un clamor vano, porque lo que la realidad viene anunciando desde hace tiempo es que si dejan el gobierno, ambos sectores, la izquierda democrática y el PC-FA, harán oposición como a cada uno le venga en gana, sin que ninguno imponga al otro su criterio. Es más: si no logran nuevamente el gobierno, probablemente a esas alturas ya no tengan nada que ver entre ellos.
El otro temor, ese que no se atreve a decir su nombre, es que Jara no sólo gane la primaria, sino que pase a la segunda vuelta en la elección presidencial de noviembre. Esa posibilidad, que no tiene nada de incierta, hace recaer toda la responsabilidad sobre el futuro no sólo electoral, sino que también de la estabilidad y gobernabilidad futura del país, en los hombros de los electores de derecha y su futuro comportamiento.
Veamos cómo puede ocurrir eso. Todo indica que la candidatura presidencial de Jara, en el caso que ella logre ganar la primaria oficialista, sufrirá una pérdida significativa de electores provenientes de partidos de la izquierda democrática. Esos votos en fuga podrían ir a parar a casi cualquier parte: a la candidatura de un nuevo líder presuntamente carismático, aunque sin una orientación definida, como Harold Mayne-Nicholls, o a la de líderes igualmente carismáticos o presuntamente carismáticos e igualmente misteriosos en su oferta política, pero ya probados electoralmente, como Franco Parisi o Marco Enríquez-Ominami. También podría ocurrir que quienes dominan hoy a la Democracia Cristiana, ya definitivamente sin candidato de izquierda al cual apoyar como parece ser su obsesión, decidieran levantar el veto a Alberto Undurraga y llevarlo como candidato presidencial. Incluso, siguiendo el ejemplo de Amarillos, una parte significativa del electorado de izquierda democrática podría derivar hacia la candidatura de Evelyn Matthei.
En cualquier caso, aún con esa deserción, Jara podría ser la más votada en la primera vuelta de la elección presidencial, pues contaría con los sufragios del PC-FA que le garantizarían por lo menos una votación parecida a la obtenida por Gabriel Boric en la primera vuelta de la elección presidencial anterior (casi 26%) y tendría los votos de los electores no fugados de la izquierda democrática. La suma de todos esos votos podría llevarla a alcanzar alrededor del 30% de la votación total, cuestión que, dependiendo de la dispersión de votos entre los tres candidatos de la derecha y centro derecha, podría dar por resultado que Jara pasase a segunda vuelta en la elección de noviembre. Y es aquí donde se hace presente el fantasma que podría estar atormentando a Pablo Longueira, porque, habida cuenta de la experiencia de la elección presidencial de 2021 y la dramática decisión entre Kast y Boric, ¿alguien, en su sano juicio, podría vaticinar hoy el resultado de una elección entre Kast y Jara si es Kast quien también pasa a segunda vuelta?
Pero la victoria bien podría favorecer a Carolina Tohá este domingo. En ese caso también se produciría una fuga de votos desde el oficialismo, aunque esta vez en la dirección contraria. Es probable, sin embargo, que esa fuga sea menos tumultuaria que la que se produciría entre los electores de la izquierda democrática si la candidata fuera Jeannette Jara. Y es que es más fácil imaginar a un elector del Partido Radical de Coquimbo o a un elector del Partido Liberal de Puerto Montt no votando por Jeannette Jara, aunque sus partidos formalmente la apoyen, que imaginar a un elector del Partido Comunista donde quiera que esté, desoyendo la decisión de su partido de apoyar a Carolina Tohá.
La fuga provendrá, seguramente, en mayor volumen de los electores del Frente Amplio. De hecho, ya hay quienes, como Rodrigo Mundaca el actual gobernador de la Quinta Región, que no ocultan su intención de levantar una candidatura presidencial propia si Tohá gana la primaria. Pero también podría llevarse muchos de esos votos en fuga el camaleónico Marco Enríquez-Ominami, a quien probablemente le resulte más cómodo el registro de izquierdista absoluto que el de centro izquierdista.
Como quiera que sea, y dada la lealtad electoral sobre todo de los seguidores del Partido Comunista, sería probable que Carolina Tohá sacase más votos que Jara en noviembre si ella es la candidata electa hoy. En su caso sería probable que superase el 30% de la votación y, aunque es muy difícil que se acerque al 38% que obtuvo la opción Apruebo en el plebiscito de 2022, eso le bastaría para pasar a segunda vuelta en noviembre.
Así están las cosas y nos muestran una realidad en la que la opacidad supera a la luz. De modo que, ¡cuidado con lo que sigue, pues entramos en zona de espejismos! (El Líbero)
Álvaro Briones



