Atrás quedaron esos tiempos donde el esfuerzo honesto era suficiente para construir una vida tranquila para una persona y su familia, quienes esperaban envejecer juntos y tenían la paciencia para disfrutar de los logros fruto de su esfuerzo. Hoy no todos tienen esa paciencia ni están dispuestos a esperar los logros de ese esfuerzo honesto.
El narcofuneral del Guatón Mutema vino a recordarnos eso y mucho más. Mientras los cuestionamientos sobre cómo enfrentar este tipo de eventos ocupan las portadas de todos los medios, hay un tema del que no se ha conversado y del que debiese conversarse: El valor de la vida no es el mismo para todos.
Hoy por hoy es cada vez más difícil conseguir trabajo, las cosas no están fáciles y si a eso le sumamos la cultura de la inmediatez y la necesidad de validez que viene junto al avance de las redes sociales el resultado es que los más jóvenes ya no quieren esperar a ver si su esfuerzo honesto rinde frutos.
Esto, en un contexto donde se presentan grupos dedicados a negocios que son tan rentables como ilegales a ofrecer una oportunidad para conseguir sus metas rápido termina por cambiar la valoración de la vida.
El Guatón Mutema tenía 42 años, lideraba su negocio ilícito, había ganado poder en la zona norte de la Región Metropolitana y tenía una fama importante en el rubro del narcotráfico, pero, le quedaba toda la vida por delante. Una vida que desde el momento en que se decide asumir el riesgo de entrar en un negocio como ese tiene un valor cada vez más bajo.
El Guatón Mutema ya superaba las cuatro décadas, pero ¿qué pasa con esos adolescentes que tampoco están dispuestos a esperar los logros de su esfuerzo y ven en grupos como esos la oportunidad que creen no llegará nunca por otros medios? Y más importante aún ¿por qué esa oportunidad cobra más importancia que la vida misma? Están dispuestos a aceptar que el trabajo es riesgoso, que pueden morir en cualquier omento y que su vida se acorta desde el primer día que entran en la organización, pero nada de eso importa cuando se trata de acceder a bienes, posición social y sentido de pertenencia. La vida cobra un valor distinto.
Ese es el gran de tema de fondo en la discusión sobre jóvenes y crimen organizado. Por supuesto que la vulnerabilidad en que se encuentran muchos aparece como un factor relevante, sin embargo, algo está pasando que al poner todos los elementos en la balanza la vida pareciera no pesar tanto.
El caso del Guatón Mutema no es el único, ya a fines del 2023 Sabrina, conocida como la “narco reina” había muerto en un ajuste de cuentas en Padre Hurtado. Ella no corrió la misma suerte que el Guatón, ella, sólo alcanzó a vivir 24 años, pero, en ese casi cuarto de siglo ya lideraba una banda de tráfico de drogas, le había ganado el territorio a otra y había pasado por la cárcel. Incluso se llegó a comentar que en sus redes sociales tenía más de 500 mil seguidores.
Así las cosas, la vida vale cada vez menos frente a las oportunidades que los grupos narco pueden ofrecer. Les estamos fallando, pero nadie habla de eso. Nos estamos perdiendo. (El Líbero)
Pilar Lizana



