Cuando falla el Estado-Pilar Lizana

Cuando falla el Estado-Pilar Lizana

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No podría estar escribiendo estás líneas si no hubiese conocido las historias de dos presos por homicidio y el por qué terminaron transformándose en criminales. Tampoco podría escribirlas si un ex Director de Gendarmería no compartiera conmigo sus vivencias ni me contara lo que significa realmente convivir con la cárcel a diario.

Primera escena, un hombre, el día que cumplió su mayoría de edad, mató a dos adultos que habían abusado de él. Cumplió su pena, firma sagradamente la libertad condicional y se ha reinsertado en la sociedad. El motivo del crimen, vengar el abuso que había sufrido en su juventud.

Segunda escena, una mujer, mata a su hija menor de edad para que deje de sufrir los abusos reiterados de su pareja y los amigos de él.

Ni el hombre ni la mujer debieron transformarse en homicidas. El Estado los debió haber protegido, sancionando a los abusadores y reparado el daño de esa niña y ese adolescente. Pero no fue así, de alguna manera ese hombre y esa mujer estaban abandonados por el Estado. No contaban con la educación ni herramientas para salir adelante. El hombre logró estudiar mientras aún cumplía condena, hoy vive de su negocio y ha sacado a su familia adelante, no ha vuelto a cometer ningún delito. De alguna manera, el Estado logró sacarlo adelante entregándole herramientas. Tuvo la oportunidad de rehabilitarse, reinsertarse y retomar su vida.

El crimen organizado nos tiene completamente desconcentrados. Ese tipo de criminales no es más del 5% y no tiene la posibilidad de reinsertarse que tuvo el hombre de la historia. Esos deben estar aislados.

La historia de ese hombre y esa mujer vienen a recordarnos a ese 95% restante y a mostrarnos que el problema de la seguridad es mucho más profundo y tiene que ver con un Estado que construya cohesión social y que no abandone a sus ciudadanos, con un Estado que esté presente. Porque más allá de si sube o baja la tasa de homicidios, lo realmente grave es el dato que nos dice que entre el 40% y 50% de los adultos presos pasó por un centro del Sename, es decir, estamos perdiendo a los niños, les estamos fallando.

Otro asunto que no podemos dejar pasar es el hecho de que el candidato de la derecha, José Antonio Kast, ganó en 11 de las 17 cárceles. ¿Cómo un candidato que propone mano dura gana en la “cana”? El 5% somete al 95% que estamos olvidando. Ese 95% también quiere mano dura, no soporta más abusos.

Cuando el Estado falla, sufre el más débil, ese que no tiene herramientas para enfrentar al “mente” como le dicen al delincuente que manda la cárcel; esa mujer que no se atreve a enfrentar los abusos de la pareja porque este ejerce una posición de poder que la invalida; o ese adolescente que no sabe cómo reaccionar ante los abusos de dos adultos.

El Estado no puede fallar. El daño es muy profundo quiebra a la sociedad, se pierda la identidad y olvidamos de dónde venimos. No puede fallar porque en un contexto de criminalidad organizada, siembra el terreno fértil para reclutar a quienes han quedado abandonados. No puede fallar porque destruye justamente eso que lo construye: la sociedad y sus ciudadanos. ¡No le fallemos a Chile! ¡No le fallemos a los chilenos! (El Líbero)

Pilar Lizana