El fin de un año calendario se presta para reflexionar sobre el pasado. Habiendo sido este el primer fin de año sin medidas contra el covid, suena como un buen momento para mirar atrás y hacer un balance de la política pública relacionada con el covid.
Parto por decir que fui muy crítico de dicha política (en varias cartas a este diario) mientras se implementó, y con algo de tristeza debo decir que una evaluación sobre la base de los números confirma lo que en ese momento pensaba: la política de restricciones a la libertad fue excesiva e innecesaria. ¿Por qué? Es lo que trataré de justificar brevemente aquí.
Ahora se puede comparar lo que hicieron diferentes países y sus resultados. Pero en lugar de hacer algo abstracto, voy a hacer una comparación que me llega más de cerca en lo personal y que creo es relevante. Esto es, comparar el desempeño de Chile con el de Uruguay. Durante la pandemia siempre fue para mí un reencuentro con la normalidad y con los beneficios de ser libre el ir a Uruguay (claro, cuando el gobierno de Chile me dejaba viajar).
En Uruguay existía el concepto de la “libertad responsable”. Había información y recomendaciones, pero no imposiciones. En Chile fue muy diferente. Por largos períodos el gobierno de Chile nos recluyó en prisión domiciliaria. Siempre creí que desde un punto de vista epidemiológico era innecesario y que, además, el valor de la libertad estaba completamente disminuido en la evaluación costo/beneficio de dichas medidas.
Uno podría argumentar que este costo tuvo como contraparte un beneficio, por ejemplo, en menos muertes. Pero no es así. Chile tuvo más muertes que Uruguay. Al 31 de diciembre de 2022, las muertes “en exceso” acumuladas por covid, por millón de habitantes, eran 57% más altas en Chile que en Uruguay. O sea, la enorme intensidad de la represión a las libertades individuales que se utilizó en Chile no se tradujo en menos muertes, y como veremos más bien podría haber tenido costos en términos de los objetivos de la política misma.
Para describir las políticas anticovid de ambos países usaré los datos de “Our World in Data”, disponibles en la web. En dicho sitio se estima un “índice de rigurosidad” de las medidas contra el covid. Cuanto más alto el índice, más riguroso, mayor la limitación a las libertades. La evolución muestra que Chile fue muy riguroso durante aproximadamente un año (abril 2020-junio 2021). Uruguay durante ese año tiene un índice muy por debajo del de Chile. A partir de ahí el índice de rigurosidad cae en ambos países, pero más rápido en Uruguay. O sea, en Uruguay es más bajo siempre, a veces por mucho, a veces por menos, pero siempre.
¿Cómo explicar que haya más muertes con mayor rigurosidad? Una razón puede estar justamente en la excesiva rigurosidad. El exceso de rigurosidad en Chile tuvo como consecuencia que en la segunda mitad de la pandemia, a pesar que el índice de rigurosidad en Chile seguía siendo superior al de Uruguay, los índices de movilidad (utilizando datos de celulares, datos de “Our World in Data”) muestran que hubo mayor movilidad en Chile que en Uruguay. En el primer año de la pandemia Chile duplica las muertes de Uruguay. En el segundo año y medio la diferencia no es tan grande, aun cuando las muertes excesivas son mayores en Chile. Por supuesto, el exceso de rigurosidad solo es una explicación parcial de por qué las muertes son mayores en Chile.
¿Qué debemos aprender de todo esto? Que era posible darle a la gente una mejor calidad de vida, con mejores resultados desde el punto de vista epidemiológico. Cuando nos toque enfrentar la próxima pandemia, esta lección debe ser recordada. Porque en ese caso puede ser que no se desarrolle una vacuna tan rápido como en este, y si eso es así, podríamos terminar con años de prisión domiciliaria. La rigurosidad de las medidas en Chile fue una sobrerreacción injustificada (ex post, sin lugar a dudas). La pregunta es si estamos dispuestos a perder años de calidad de vida a cambio de algunas semanas de mayor expectativa de vida. Debemos preservar una vida que valga la pena ser vivida. Para ello preservar la libertad individual debiera ser el principio rector en el que debe fundarse la actuación de los poderes públicos. (El Mercurio)
Claudio Sapelli
