El presidente electo, José Antonio Kast, concluyó su gira por Ecuador y Perú con el objetivo de cimentar un frente común contra el crimen organizado y la migración irregular. Pese al éxito diplomático de los encuentros con el mandatario Daniel Noboa y el canciller peruano Hugo de Zela, el equipo del republicano manifestó preocupación por el excesivo protagonismo que cobró la idea de un «corredor humanitario».
Desde el entorno de Kast aclararon que el foco del viaje no era una iniciativa específica, sino fortalecer la coordinación regional. Sin embargo, la propuesta de habilitar una vía de retorno para migrantes indocumentados se tomó la agenda, generando inquietud sobre su viabilidad técnica y política en el corto plazo.
MODELO ECUATORIANO
Kast mostró especial interés en la estrategia de Daniel Noboa, quien declaró a las bandas criminales como «enemigos del Estado». Aunque el equipo republicano descartó replicar exactamente el modelo de guerra interna de Ecuador, subrayaron la importancia de aprender de su experiencia en el uso de las Fuerzas Armadas para tareas de seguridad pública.
Foco en crimen organizado: Intercambio de inteligencia sobre bandas transnacionales.
Soberanía y diálogo: Kast enfatizó que Chile no actuará de forma unilateral («caudillismo»), sino coordinada con sus vecinos.
Marco legal: Se planteó la posibilidad de homologar normas sobre secuestro, narcotráfico y trata de personas en la región.
PERÚ Y VENEZUELA
En la sede de la diplomacia peruana, Torre Tagle, la propuesta del corredor humanitario fue recibida con escepticismo. Fuentes vinculadas al control migratorio en Lima advirtieron que, por ahora, el interés nacional de Perú se centra en impedir nuevos ingresos y expulsar a delincuentes, más que en facilitar caravanas de retorno.
Expertos diplomáticos coinciden en que cualquier corredor humanitario —sea terrestre, marítimo o aéreo— es «una ilusión» mientras no exista un compromiso explícito del gobierno de Caracas para aceptar a sus connacionales. Además, la falta de documentos de identidad de los migrantes y los altos costos logísticos representan barreras críticas para el proyecto.
Actualmente, Chile mantiene acuerdos bilaterales con Perú para el manejo de flujos en Chacalluta y un mecanismo de reconducción con Bolivia que permite devolver a territorio boliviano a cerca de 30 personas diarias. Estos avances técnicos contrastan con la complejidad de una solución regional definitiva que dependa de un giro político en Venezuela. (NP-Gemini-La Tercera)



