Ciudades vacías, terrenos ocupados-Pilar Lizana

Ciudades vacías, terrenos ocupados-Pilar Lizana

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Algunos sectores de Santiago se han transformado en el rostro de la crisis de seguridad que vive Chile, no cabe duda de que el Barrio Meiggs es uno de ellos. Sin embargo, más allá del impacto mediático que tiene la realidad de estos lugares una conversación obligada en materia de seguridad es la relacionada con el cómo se está ocupando el espacio público.

Esos lugares emblemáticos de los centros urbanos están cada vez más llenos de mafias dedicadas al comercio ilícito que de ciudadanos que disfrutan de sus bondades. Las conversaciones sobre ellos tratan temas relacionados con el actuar policial y cómo retirar a la delincuencia del sector, pero, no se profundiza en cómo el desarrollo y la construcción de ciudad se transforma en una herramienta fundamental para el combate contra el crimen.

Hoy las ciudades están vacías, pero, no vacías en un sentido literal. Muchas veces están llenas, pero lo que abunda son los grupos delictuales que han desplazado al comercio formal y a los vecinos históricos de los lugares céntricos.

Ese vacío que impacta también en el desarrollo y bienestar de los barrios no se aprecia en la respuesta que el Estado está dando a las mafias que se apoderan de los barrios emblemáticos de Chile.

Hace unas semanas el arquitecto a cargo de la reconstrucción de Viña del Mar dejó en evidencia cómo grupos asociados al narco estaría involucrados en una reconstrucción alternativa del sector.

Pareciera que hoy los más interesados en ocupar la ciudad son las mafias criminales. Y, ¡cómo no! Si la manera en que este tipo de grupos actúa es a través del control territorial y de una ocupación efectiva del espacio público. En otras palabras, desplazan a los actores tradicionales para instalar el poder criminal en las ciudades y desarrollar las actividades económicas ilícitas de su preferencia.

La ciudad está dejando de ser ese lugar de encuentro social y económico que se transformaba en el rostro de un país. Hoy las ciudades están vacías y sus terrenos ocupados de manera irregular, sin observar evidencia de una acción del Estado que busque recuperarlos.

Ejemplos de cómo el desarrollo urbanístico se ha transformado en una herramienta contra el crimen encontramos en Medellín o en Barcelona, donde la construcción de puntos de encuentro llevó a los ciudadanos a volver a usar el espacio público, a vivir la ciudad y a desplazar al crimen.

En Chile, el efecto es contrario. En ciudades como Viña del Mar, por ejemplo, el centro se ha copado de comercio ilícito, en dos cuadras se pueden contra hasta siete barberías, los puntos de ventas de droga se han extendido y el sector de restaurantes en el entorno de la Avenida Perú ha perdido la seguridad obligando a los vecinos a regresar más temprano a sus casas. En Santiago, algo parecido.

El espacio público es fundamental para la ciudad. Es el lugar de encuentro y crecimiento. Sin él la comunidad se va perdiendo y la sociedad fraccionando. Sin él, se pierde la cohesión social que requiere un Estado para desarrollarse. (El Líbero)

Pilar Lizana