En una actividad poco usual, ayer la cuenta de Twitter del Ejército seguía destacando frases del discurso con que el comandante en jefe de la institución, general Ricardo Martínez Menanteau, recibió el martes a los conscriptos que se acuartelaron para el servicio militar.
Hablando ante los jóvenes y sus familiares en el Regimiento de Infantería Número 1 «Buin», que con 208 años es uno de los más tradicionales del Ejército, Martínez fijó su posición de mando ante los hechos de presunta corrupción que desde hace más de un año han afectado a la institución, contexto en el que la última conformación del alto mando, en noviembre, tuvo el cambio más profundo desde el retorno de la democracia, con el llamado a retiro de 21 de los 46 generales.
Sin mencionar al ex comandante en jefe Juan Miguel Fuente-Alba, procesado por malversación ($3.500 millones provenientes de gastos reservados), Martínez admitió que el Ejército ha perdido confianza de la ciudadanía, lo que consideró «de la mayor gravedad y trascendencia, ya que como comprenderán, un ejército no se puede sostener si no se cuenta con la confianza y apoyo de la ciudadanía a la que se debe y sirve».
Por ello, fijó su doctrina respecto del honor militar, «entendido como la cualidad moral de cada persona, de soldado a general, que nos lleva a actuar con la verdad, honestidad, rectitud, transparencia y coherencia en cada uno de los actos de nuestra vida, para el prestigio de nuestro nombre, de nuestra familia, de la institución a la que pertenecemos, y de la patria toda».
El comandante en jefe destacó que el honor militar y la responsabilidad de mando «deben ser observados y practicados, según corresponda, por todos los integrantes del Ejército, pero con mucho más énfasis, por la connotación que tienen, por quienes ostentan los más altos grados, ya que ello le da coherencia a toda la estructura militar, que por esencia es jerarquizada y disciplinada; no hacerlo implica abandonar gravemente los deberes que estamos obligados a cumplir».
Martínez profundizó aún más, al explicarles a los conscriptos el código de conducta que deben adoptar, acorde al modelo profesional-vocacional que caracteriza a la institución.
«A partir de esta condición intransable, asumimos que todos nuestros actos, públicos y privados, tienen efectos en la imagen institucional y en la confianza que el país ha depositado en su Ejército, lo que nos obliga a observar estrictos estándares de austeridad, probidad y transparencia«, enfatizó.
En esa línea, planteó que su mayor esfuerzo busca ahora «superar los hechos del pasado, avanzar en los estándares de probidad y transparencia, y mejorar los procesos de gestión de los recursos asignados por el Estado, cumpliendo no solo con la legislación vigente, sino que, además, incorporando el juicio que la propia ciudadanía tiene sobre la institución».
El senador Jorge Pizarro (DC), miembro de la comisión de Hacienda -donde se debate el proyecto de ley de financiamiento de las FF.AA.- y uno de los promotores de la idea de que se cree una Agencia de Compras Militares, dependiente de Defensa, sostuvo que las palabras de Martínez son «un acto de realismo» ante la necesidad de modernizar el sistema de compras.
«Nuestro planteamiento -agregó- va en línea con lo que hacen todos los países desarrollados: el control de la civilidad se hace a través del ministerio y lo ideal es tener una agencia altamente profesionalizada, técnica, sometida a los controles correspondientes«. Pizarro llamó al Ejecutivo a impulsar un proyecto de ley paralelo para reformar el sistema de compras.
Martínez, en tanto, adelantó que un equipo de asesores externos ayuda al Ejército a diseñar un modelo de prevención de delitos, que a partir del análisis de riesgos dé cuenta «oportuna» de la ocurrencia de malas prácticas. (El Mercurio)


