Casen 2015: ¡A no bajar los brazos! – Benito Baranda

Casen 2015: ¡A no bajar los brazos! – Benito Baranda

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Los resultados de la Casen 2015 nos hacen reflexionar sobre las fortalezas que hemos tenido como país para enfrentar la pobreza pero también sobre aquellos pendientes y aquellas urgencias que no hemos sabido enfrentar. Nos debemos a aquellos que sufren más, a los más excluidos y postergados, y no podemos descansar mientras existan familias y personas viviendo en pobreza y socialmente excluidas. La pobreza y la indigencia siguen golpeando y frustrando las vidas de muchas y muchos compatriotas.

Hemos pasado como país un extenso período de disminución sostenida de la pobreza medida por ingresos, la que siempre se ha visto afectada por los propios ciclos de mayor o menor crecimiento económico. En comparación con otros países de nuestro continente que han tenido dificultades mayores en esta tarea, como México, nuestro país avanza en este sentido. Sin embargo, no nos podemos descuidar, ya que aún tenemos a 2.046.404 personas viviendo en pobreza según su ingreso (11,7%), y a 3.547.184 personas experimentando a diario la pobreza en otras dimensiones como la educación, la salud, el trabajo, su vivienda y entorno, o las en las redes o su cohesión social (pobreza multidimensional, 20,9%). Si bien es positivo que hayamos encontrado los consensos técnicos y políticos necesarios para dar un paso más allá e incorporar esta medición de la Pobreza Multidimensional (PM), es indudable que nos pone una mayor exigencia ya que ahora podemos monitorear el efecto de las políticas sociales sobre el bienestar de las familias. Una baja sostenida de la PM, por pequeña que sea, asegura una disminución más estable y permanente de la pobreza comprendida desde cualquier enfoque, y esta disminución es fruto inevitable de las políticas sociales basadas en la promoción humana y que por su naturaleza son de mediano y largo plazo.

Entre otras áreas que se podrían destacar en “la pobreza por ingreso”,  hay a lo menos cuatro tareas pendientes: las desigualdades regionales persisten; la realidad de los niños y jóvenes sigue siendo la más adversa; las diferencias entre lo rural y urbano se profundizan; y persisten las altas desigualdades en los ingresos. La pertinencia regional de las políticas sociales y económicas es urgente, aún enfrentamos dificultades graves en varias regiones del sur al respecto, que impactan negativamente a las familias y afectan sus ingresos económicos. Asimismo, mantenemos adversidades en lo que respecta a la pobreza de niños y jóvenes, donde la pobreza es mucho más alta que el promedio (18,2%), y un área de gran vacío de políticas sociales robustas sigue siendo la inclusión educacional y laboral de jóvenes de los quintiles más pobres. En relación a la pobreza por ingreso, es inevitable revisar las políticas sociales que afectan al sector rural, ya que en éste se duplica la pobreza (22,1%) y la medida multidimensional alcanza cifras escalofriantes (35,2%). Por último, los altos y persistentes niveles de desigualdad por ingreso son un desafío que sigue pendiente. Si bien hay una disminución de la desigualdad en el ingreso autónomo y en el total,los avances siguen siendo modestos e inevitablemente estos se relacionan con los magros avances en términos de las compensaciones salariales que siguen siendo altamente desiguales en Chile.

Por lo tanto,  los resultados de la Casen 2015 son un llamado de atención que nos obliga a no bajar los brazos ni aflojar la inteligencia en esta tarea que involucra la dignidad de millares de personas. Queda todavía un largo trecho por recorrer y éste le compete realizarlo tanto al Estado, como al sector empresarial y a las mismas comunidades afectadas en conjunto con las organizaciones de la sociedad civil involucradas en ello. No dejemos pues de cumplir con esta obligación de auténtico patriotismo. (La Tercera)

 Benito Baranda

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