Boric, un mandato marcado por la inseguridad y desgaste de nueva elite

Boric, un mandato marcado por la inseguridad y desgaste de nueva elite

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A casi cuatro años de su irrupción en la política chilena, la gestión del presidente Gabriel Boric (Frente Amplio) se encamina a su recta final con un balance agridulce, marcado por un quiebre de su ambiciosa agenda reformista inicial y el foco puesto en urgencias como la inseguridad, la inmigración irregular y el estancamiento económico.

Elegido como el jefe de Estado más joven en la historia de Chile en 2022, su gobierno ha enfrentado un constante desafío para traducir sus promesas en soluciones, según analiza Federico Cué Barberena en France 24.

La administración de Boric mantiene consistentemente una aprobación cercana al 30%, un umbral que, según la politóloga Claudia Heiss (U. de Chile), es «relativo» dada la tendencia «oposicionista» y el rápido desgaste en el ejercicio del poder en Chile. Heiss no ve un «desgaste de la imagen de Boric» en sí, sino una pérdida de capital político al «convertirse en establishment«, dejando de ser la «fuerza nueva» que atrajo un voto antipolítico en 2021. La académica Mireya Dávila (U. de Chile) añade que el Gobierno perdió el control del «relato transformador» inicial, obligando al Presidente a asociarse al «socialismo democrático» tradicional para garantizar la gobernabilidad.

La imagen del Ejecutivo fue lastrada tempranamente por los dos procesos fallidos de reforma constitucional, los cuales, si bien no fueron responsabilidad directa del Gobierno, absorbieron la agenda. Dávila califica como una «mala estrategia» haber apostado la marcha del Gobierno al primer plebiscito, cuya derrota en 2022 se leyó como un duro revés para Boric. Heiss complementa que la agenda reformista del primer intento constitucional «no fue capaz de sintonizar con los verdaderos anhelos del electorado y produjo temor».

Adicionalmente, la gestión se vio salpicada por las sospechas de posible corrupción con el Caso Convenios en junio de 2023, que involucró a la Fundación Democracia Viva, ligada a Revolución Democrática (RD), uno de los principales partidos de su alianza. Este caso afectó prematuramente la imagen renovadora de la joven coalición.

La principal crítica ciudadana se centra en la falta de respuestas a la crisis de seguridad pública, que ha visto un alza inédita de crímenes violentos. Aunque el Gobierno ha aprobado leyes de seguridad con apoyo opositor y ha destinado recursos, prevalece la sensación de que «no ha sido suficiente» frente al reclamo de mayor «mano dura», una postura más asociada a la derecha. Dávila sostiene que el problema excede al Gobierno y que fue un error la inclusión de las Fuerzas Armadas en el orden interno. También han surgido cuestionamientos por los lentos avances en la reconstrucción de las zonas afectadas por los incendios de Valparaíso en febrero de 2024, proceso que, según el ministro Carlos Montes, solo alcanzó el 7% de lo previsto en agosto pasado. Heiss subraya que el Gobierno «no logra cuajar una función pública eficaz», pues llegó al poder «un poco precipitada» antes de la maduración necesaria para ser un proveedor de soluciones. Dávila puntualiza que la falta de experiencia en el Estado de la nueva generación de izquierda con la que llegó Boric es, quizás, «el gran fracaso de su gobierno».

A pesar de los desafíos, la agenda social del Gobierno sumó hitos relevantes, como la reforma de pensiones, que, aunque acotada, supone el mayor cambio al sistema de capitalización individual en 43 años al reincorporar el aporte del empleador. Sobresalen también la ley para reducir gradualmente la jornada laboral a 40 horas y la política de copago cero en salud pública para sectores vulnerables. Ottone destaca que estos logros sociales se consiguieron sin tener mayoría parlamentaria. En lo político y económico, Ottone valora que Boric «normalizó el país» tras la inestabilidad del estallido y la pandemia, y ha mantenido un «irrestricto respeto al Estado de Derecho», distanciándose de una «cierta izquierda más populista».

De cara a la sucesión, la ley chilena impide la reelección inmediata. Aunque la candidata oficialista, Jeannette Jara, lidera la primera vuelta, los escenarios de balotaje la muestran en desventaja. Tanto Dávila como Heiss proyectan que Boric «tiene mucho futuro» y que «queda bien posicionado», destacando su liderazgo político y su desempeño en política exterior. Sin embargo, su éxito futuro dependerá de que logre «dominar la intensidad» y de que su figura sea acompañada por un «partido robusto», el punto más débil de su coalición. (NP-Gemini-Federico Cué Barberena de France 24-El Mostrador)