¿Batalla de ideas?-Alfredo Jocelyn Holt

¿Batalla de ideas?-Alfredo Jocelyn Holt

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El libro de Daniel Mansuy, Nos fuimos quedando en silencio. La agonía del Chile de la Transición reflexiona sobre nuestra historia y actualidad. Se atreve a pensarnos. No son muchos quienes pueden hacer eso con lucidez en Chile. Quizá, por lo mismo, para no querer aparecer tan fuera de la corriente y del mínimo común chato al que se nos tiene acostumbrado, el autor insiste en su aversión a la polémica aun cuando el libro es intencionalmente controversial; cita con admiración a Raymond Aron y a Albert Camus, pesos pesados en estas lides. Afirma que habría una continuidad entre Jaime Guzmán y Edgardo Boeninger (la tapa del libro retrata el punto) y, además, asegura que la crítica más sofisticada a la Transición chilena se habría planteado sólo después de 2011 (cuál de las dos tesis más temeraria). Lo que dice de la derecha –que no tendría ideas- es otra incitación a que se le lleve la contra. En definitiva, para terminar con el “silencio” que deplora, Mansuy alza la voz y entra en la discusión.     

Porque críticas a la Transición sobran desde los años 90, y sostener que Guzmán fue pragmático, Aylwin, realista, y Pinochet, astuto, invita a que se le refute. Guzmán tenía toda una dictadura detrás, Aylwin siempre se entendió con los militares, Pinochet encarnaba la dictadura en sí mismo. De modo, ¿qué “contradicciones” podría haber en sus respectivas prácticas?, ¿qué tanta flexibilidad interna (Guzmán), sensatez ajena (Aylwin) y cazurrería del mandamás (Él) explican lo que pasó y no pasó? ¿Transitamos? ¿Por qué no admitir, en cambio, que Guzmán, al igual que otros del bando opuesto, se auto-traicionó, Aylwin y Boeninger hicieron “lo posible”, es decir, no mucho, nada que les produjera problemas de conciencia (en ocasiones el libro se inclina por esta tesis), y Él, desde luego, terminó por imponerse? Mansuy, repetidas veces, invoca la veta maquiavélica y parece auspiciarla; vale, pero ¿por qué, entonces, reitera que lo que importaría son las ideas?

Es justamente esta tensión lo que complica del libro: entre, por un lado, la valoración de la política pragmática (que lleva a alabar la Transición consensual), y por el otro, la necesidad de volver a esgrimir ideas para, discutiendo, salir del callejón sin salida en que estaríamos. Tan así que manifiesta un respeto exagerado por propuestas (fáciles de objetar) de un “Guzmán” de la Nueva Mayoría algo cínico por ahí, e incluso llega a hablar de un “proyecto” de izquierda cuando probablemente no hay tal. Tampoco lo habría con Podemos, el Brexit o Trump, fuera de posturas reactivas, tácticas, críticas, encaminadas a disolvernos institucionalmente, y una capacidad de movilización digna de admiración, aunque jamás de una admiración intelectual. Cuestión que Mansuy, filósofo, lo sabe. Una cosa son las ideas, otra las ideologías entendidas como ideas fuerzas tendientes a la acción, cuando no falsas conciencias. Bertrand Russell lo resumiría en los siguientes términos: se podrá tener ideas pero ello no asegura que se las piense bien.

 

Fuente: Edición Original La Tercera

 

Fotografía: El Mostrador

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