El congelamiento de la subvención es el nuevo episodio bochornoso por el que está pasando este gobierno de Michelle Bachelet. La verdad es que no sería la primera vez que en educación el rechazo es transversal. Este gobierno se ha encargado de enemistarse con todos, hoy incluso, con quienes fueron sus aliados en todas las reformas educativas, como lo fueron Revolución Democrática o Educación 2020.
La promesa política de ayer, realizada por la Nueva Mayoría, hoy se ve seriamente cuestionada por la decisión de no incrementar a 10.791 pesos el aporte estatal a los establecimientos municipales y subvencionados sin lucro, sin copago y con alumnos vulnerables en sus aulas. Se decide, en el nuevo presupuesto de la nación, congelar ese aporte en 8.393 pesos. Tontera de marca mayor.
Tontera… tontera política de marca mayor, porque lo que efectivamente se congela, no es simplemente un aporte estatal, sino que el mismísimo legado que este gobierno y sus ejércitos comunicacionales quieren dejar en la opinión pública. Con lo que se juega no es con el presupuesto simplemente, sino con la confianza política. Romper la promesa, erosionar así la promesa que implicaba la Ley de Inclusión, es grave. El desplome de la confianza en la política ya ha sido tema en este periodo gubernamental y este episodio es uno más de esa larga serie.
Por esta razón, lo más probable es que este episodio pase a la historia, con su bochorno y todo. Lo lógico es que se descongele este aporte estatal. La orden ya debe estar dada desde La Moneda y sólo estamos contando las horas para escuchar la salida comunicacional a esto que ha sido calificado de las peores formas.
No obstante, pone en perspectiva las reformas educacionales de este periodo presidencial. No por las mismas razones de la derecha política y económica, pero tampoco por los argumentos de los neoliberales de la antigua Concertación, y menos, por las consignas del Frente Amplio hegemónico, siempre me he manifestado en contra de estas reformas.
Para empezar, se ha descuidado la educación pública de una manera global. El desastre se ve en el horizonte. Sin miedo a equivocarme, la desmunicipalización es una reforma solo de management. La educación pública necesita una reforma docente, pedagógica, didáctica y educativa.
La educación privada no se ha tocado ni con el pétalo de una rosa y la particular subvencionada –pese a toda la estigmatización realizada por el ministro Eyzaguirre- se ha fortalecido, pues la lógica del sistema las hará más deseables.
¿El legado de Bachelet en educación? Los tres principales: democratizó segregativamente el sistema escolar favoreciendo la perspectiva privada a la pública; mantuvo el modelo de subvención de cuasi mercado; y mantuvo la lógica neoliberal de control de calidad. ¿Lo mejor? Las apuestas por Filosofía y Formación Ciudadana… dos apuestas que le llegaron –seamos honestos- de carambola. Punto. Ahí el legado. (La Tercera)
Jaime Retamal



