Asegurar la calidad de la educación superior- José Julio León

Asegurar la calidad de la educación superior- José Julio León

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Hace unas semanas se constituyó la nueva Comisión Nacional de Acreditación (CNA), según la ley 21.091 que reformó la educación superior chilena. Un propósito de esa ley es asegurar y mejorar la calidad de las instituciones de educación superior (IES), mediante una acreditación obligatoria e integral.

La nueva CNA debe dictar las normas reglamentarias sobre el modo de efectuar la  acreditación integral, abarcando la totalidad de las sedes, funciones y niveles de los programas formativos de la IES, así como los criterios y estándares correspondientes, relativos a insumos, procesos y resultados.

Una primera duda tiene que ver con el nuevo componente evaluativo que introduce la Ley: ¿Qué es un “estándar”? ¿Es lo habitual, la media del sistema, o un modelo ideal que se debe alcanzar?. Los estándares, ¿estarán referidos a los niveles de acreditación, o solo servirán para orientar una decisión discrecional de CNA?. ¿Serán sensibles a diferentes tipos de IES y a la diversidad del sistema de educación superior?.

El Senado está discutiendo (en segundo trámite) una “ley corta” que extiende algunos plazos para la implementación del nuevo modelo de acreditación, prorrogando en 9 meses la aprobación de criterios y estándares (septiembre de 2020) y dando un espacio de 24 meses para iniciar su aplicación. Es imposible aplicar nuevos criterios y estándares en enero de 2020, como establece la ley vigente.

Con todo, subsistirán otros problemas. A partir de 2020 las 51 IES no acreditadas deberán someterse al proceso de evaluación institucional; algunas lo harán con las pautas y criterios vigentes, y otras con nuevos criterios y estándares, más exigentes. La acreditación integral, las nuevas dimensiones de acreditación (como aseguramiento interno de la calidad), así como la acreditación en tres niveles:  6-7 años (excelencia), 4-5 años (avanzada) y 3 años (básica), es dudoso que puedan implementarse sin los nuevos criterios y estándares.

Todo ello genera un escenario complejo, con una amplia zona de incertidumbre, para las IES que deben acreditarse en los próximos años. La clave, me parece, estará en que todos los actores del sistema –incluida CNA- permanezcan fieles al propósito de esta práctica de autoevaluación y revisión por pares académicos, para que ella contribuya efectivamente al mejoramiento continuo de la calidad de la educación superior chilena. Son las propias IES las que deben garantizar la calidad de su proyecto educativo (logrando una experiencia de acceso, progresión y titulación exitosa para el estudiante), en concordancia con su misión y propósitos, sobre la base de la aplicación sistemática de procesos y mecanismos de aseguramiento de la calidad, y el análisis de sus resultados, con miras a retroalimentar sus políticas y el diseño de sus programas.

 

La Tercera

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