Anomalía democrática y anacronismo

Anomalía democrática y anacronismo

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En reciente votación de la comunidad del Instituto Nacional –ponderada según estamentos– se aprobó con el respaldo del 54% que el liceo siga siendo solo de hombres rechazándose la opción de convertirlo en un liceo mixto. La decisión merece reparos tanto desde un punto de vista democrático como pedagógico.

Es objetable que una decisión se pronuncie sobre los derechos de un/a otro/a excluido/a en su ausencia. Se podría decir- Habermas mediante- que no se cumple con la condición de que en la deliberación y definición de una norma deben participar en igualdad de condiciones todos los potencialmente afectados por ésta. Al no verificarse esta condición de universalidad la norma carece de legitimidad democrática.
Se podría argumentar que en este caso existe una dificultad práctica para que en la deliberación puedan “participar todos/as los/as potencialmente afectados/as por una norma”. Lo que corresponde, entonces, es que sea el Congreso Nacional el que delibere y dirima. No puede una comunidad escolar decidir por los derechos de otros/as.

Es positivo que las comunidades educativas participen democráticamente en las decisiones de sus respectivos colegios y liceos, incluidas aquellas que atañen al diseño del proyecto educativo institucional (PEI). Pero el PEI tiene como límite el respeto de los derechos fundamentales de individuos o de grupos determinados de la sociedad.

Por otro lado, la idea de la existencia de colegios y liceos segregados por sexo descansa en el anacronismo pedagógico de pensar que mujeres y hombres deben tener un currículum diferente. Esta es una idea que viene de muy lejos y no solo de pensadores conservadores. Rousseau, a quien se considera un precursor de las pedagogías progresistas del siglo XX por el reconocimiento que hace del niño como un ser completo y no un mero “prospecto de adulto” (con todas las implicancias pedagógicas que ello tiene), ciertamente no fue un adelantado en asuntos de género. En su clásica obra Emilio o de la educación (1762) dedica 4 capítulos a la formación de Emilio y solo el capítulo final a la educación de “Sofía”. Esta incluye todos los clichés de la época y, en gran parte, está referida a las formas de satisfacer a “Emilio”.

La existencia de establecimientos mixtos no asegura una educación no sexista. Apenas es solo el comienzo de una larga tarea de desconstrucción de formas de discriminación o de reproducción de estereotipos que se expresan en los textos escolares, las expectativas y el lenguaje de los/as docentes, la distribución de roles en las escuelas, el predominio de un género en determinadas áreas del conocimiento y profesiones, entre otros ámbitos.

Rousseau podría alegar en su favor que concibió sus ideas pedagógicas en 1762 y no en 2019. No podría decir lo mismo el Instituto Nacional que esta vez anduvo lejos de ser “primer foco de luz” de la República. (La Tercera)

Ernesto Águila

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