Andrés Allamand había guardado silencio. Lo hizo cuando su par Manuel José Ossandón renunció a RN, también cuando Joaquín Lavín decidió no postular a la alcaldía de Santiago y sí, posteriormente, a la de Las Condes. Pero la última irrupción de Ricardo Lagos Escobar, particularmente su duro diagnóstico sobre la crisis política que enfrenta el país, ha abierto un debate que Allamand no quiere perderse.
Aunque esta semana estuvo viajando por distintas regiones del país (Coyhaique y Talca) para apoyar a candidatos a alcaldes y concejales y hacer propuestas sobre materias locales, el senador RN buscó el tiempo para salir a enfrentar la tesis de que el ex mandatario, lo mismo que Sebastián Piñera, son los únicos capaces de enfrentar el complejo escenario de cara a un próximo gobierno.
“Ni Lagos ni Piñera son salvavidas del país. Tienen méritos, pero por su cuenta no nos van a sacar del atolladero”, dice el senador en relación a los dichos que ambos ex mandatarios han expresado en los últimos días sobre la situación del país.
Allamand afirma que Lagos “es parte de la crisis política” y “Piñera es hoy, objetivamente, la principal carta de la centroderecha, pero aún no asume su candidatura. Pasa lo mismo con Lagos. ¿Cómo se proclama a una persona que todavía no dice que será candidato?”.
¿No comparte la tesis de Lagos de que esta es una de las peores crisis política e institucional que ha tenido Chile?
Sí. Hay una progresiva crisis institucional. Pero la crisis política tiene su origen en la Nueva Mayoría y su fracasado programa refundacional. Y Lagos es parte de esa crisis política. El votó por Bachelet, apoya al gobierno, nunca ha tomado distancia de su programa y aspira a ser candidato presidencial de la Nueva Mayoría.
¿Usted cree que el ex Presidente Lagos asume una responsabilidad directa en lo que plantea?
Más allá de los méritos personales que tiene Lagos, y de su carácter de estadista, él tiene que clarificar rápidamente cuál va a ser su futura plataforma. El no puede aparecer como una persona ajena a las políticas del actual gobierno. Por ejemplo, no le conozco ninguna declaración contraria a la gratuidad universitaria, tampoco algo contrario a la reforma laboral, y no le he visto propuestas sobre la estatización de la educación pública. Por lo tanto, en relación a las políticas que ha impulsado la Nueva Mayoría, Lagos aparece como cómplice de las mismas.
Si existe una crisis de esa magnitud, es toda la clase política la llamada a asumir culpas. ¿Cuál es la autocrítica que les toca?
La responsabilidad de la clase política es no haber actuado con rapidez frente a la crisis institucional y estar empantanada en el conflicto político de corto plazo.
¿Y la oposición no hace su propio mea culpa sobre la crisis? ¿Esto es sólo responsabilidad de la Nueva Mayoría?
La oposición ha cumplido su rol en esta materia. Contribuyó de buena fe a moderar una reforma tributaria que, en sus términos originales, habría sido un desastre para el país. Y después ha hecho ver responsablemente todos los errores que se han cometido en la reforma educacional y laboral. Y más aún, ha sido particularmente responsable en el clima que actualmente vive el país, porque sería muy fácil para la oposición inflamar aún más las expectativas y generar conflictos que más adelante sería muy difícil resolver.
Pero en lo personal, si es que efectivamente existe una crisis, ¿cómo puede usted desligarse de ella?
En tal sentido, la autocrítica debería remontarse a cuatro años atrás, cuando en definitiva, la centroderecha, pese a haber realizado un buen gobierno, no fue capaz de proyectarse en un segundo mandato. Le insisto: la crisis política que vive Chile tiene que ver con el cambio de Concertación a Nueva Mayoría y el propósito de poner el país a fojas cero.
¿Y qué ha hecho su sector para mejorar un escenario así de complejo?
La centroderecha debe generar una plataforma programática conjunta y esa es una tarea pendiente. Es decir, debe fijar con claridad cuáles son las correcciones que pretende impulsar en un futuro gobierno y señalar con claridad cuáles van a ser sus propuestas en los temas en que no se ha manifestado. Pero esta debe ser una tarea colectiva y no individual.
El ex Presidente Piñera manifestó su preocupación por un eventual próximo gobierno. ¿Cree también que sería muy difícil gobernar para una nueva administración de derecha?
El próximo gobierno la tendrá muy difícil. Habrá mucho que corregir y abordar temas muy complejos: el sistema previsional es un bomba de tiempo, la economía no levanta cabeza, el conflicto mapuche se extiende, el transporte público en cualquier minuto colapsa y las políticas antidelincuencia tienen 90% de rechazo. El gobierno que venga tendrá que trabajar con la oposición. Aunque a algunos les moleste, volverá la “democracia de los acuerdos” o el país seguirá de mal en peor.
Para algunos de los que hoy manifiestan su descontento, la democracia de los acuerdos ha sido más parte del problema que de la solución. ¿Usted sigue creyendo en esa receta?
Yo creo en una nueva etapa de grandes acuerdos, que es justo lo que la Nueva Mayoría rechaza. ¿Qué ve la gente? Que hay un gobierno cuya principal promesa fue gratuidad universal al año 2020 y que ahora admite que para cumplir necesita 30 o 40 años. Y eso genera una desconfianza feroz, que mancha todo el sistema político. Chile tiene por delante enormes desafíos y para abordarlos se necesita unidad y la gente sólo ve división.
Se ha instalado que un escenario crítico despeja el camino para figuras como Lagos y Piñera…
Ni Lagos ni Piñera son salvavidas del país. Tienen méritos, pero por su cuenta no nos van a sacar del atolladero. El país ya no está a dos mitades, como fueron la Concertación y la Alianza. El próximo Presidente no sólo va a tener que enfrentar una montaña de problemas, sino que va a necesitar infinita habilidad política para construir alianzas nuevas y compromisos programáticos en un escenario de muchas fuerzas políticas.
Y si la persona no es ni Piñera ni Lagos, ¿quién es? ¿Usted?
La respuesta debe ser colectiva. Esto significa que tiene que haber un nuevo diseño para enfrentar los desafíos políticos del futuro. Aquí existe una gran oportunidad. Desde el punto de vista académico y político, todos coinciden que uno de los grandes problemas institucionales que tiene el país es precisamente la de un régimen presidencial absolutamente exagerado y, por eso, lo que debiera haber es una forma de gobernar con mayores grados de colaboración entre los poderes públicos y las fuerzas políticas. Sin embargo, por un reflejo condicionado, algunos piensan que la solución recae en una sola persona. Eso es una evidente contradicción. Si todos coinciden en que uno de los defectos del sistema político es su excesiva concentración del poder presidencial, entonces la solución no está en acentuar el problema, sino que disminuirlo.
¿ Y por qué cree no se avanza en esa dirección?
Porque el pésimo desempeño del gobierno adelantó la carrera presidencial. Hay mucha gente pensando en cómo ganar la elección y poca en lo que viene después.
Esta semana trascendió que usted habría manifestado su malestar al comité político de Chile Vamos por la falta de “estrategia política” del bloque. ¿A qué se refiere en específico?
Yo he expresado una preocupación: el gobierno tiene 70% de desaprobación, pero ese rechazo no se transforma en apoyo a la oposición.
¿Y de quién es la responsabilidad de que esa desaprobación del actual gobierno no se transforme en apoyo a la oposición?
En estas materias siempre las responsabilidades son, en parte, compartidas. A mí no me interesa señalar con el dedo quién tiene más o menos responsabilidad, me interesa plantear las soluciones, y por eso hay que hacer tres definiciones que resolverían mucho el problema.
¿Cuáles?
Darle identidad a la acción conjunta, hacer una oposición más eficaz y empezar a plantear nuestras propuestas alternativas.
¿A qué se refiere con “darle identidad a la acción conjunta”?
Definir de una vez por todas que el candidato será elegido en primarias. Convenir que los partidos elijan sus candidatos después de la municipal. Y tener en marzo, a más tardar, una propuesta programática marco que encuadre las candidaturas presidenciales. Esas tres definiciones ordenarían el paisaje.
Y a su juicio, ¿qué otro problema grave es el que vive la coalición?
El festival de candidaturas presidenciales está perjudicando el rol opositor. ¿Qué ve la ciudadanía? Que todas las semanas aparece un candidato nuevo para competir en la derecha, pero que no hay ninguno que diga cómo ganarle a la Nueva Mayoría. Mientras tanto, el país va de mal en peor.
¿Critica el hecho de que nazcan nuevos liderazgos en los partidos?
No, siempre he sido partidario de las primarias y, en consecuencia, no puedo estar en contra de que surjan candidaturas, el problema es cuál es el foco y la orientación de esas candidaturas. Hasta ahora, las que han emergido parecen más preocupadas de imponerse a aquellos que conformamos el mismo bloque que derrotar a los adversarios que están en la Nueva Mayoría. Hay un problema de enfoque, porque las candidaturas opositoras debieran plantearse no contra los otros candidatos de la centroderecha, sino como una alternativa al gobierno, y eso es lo que hoy no se ha hecho con claridad. Muchos plantean sus candidaturas más contra Piñera que contra los eventuales candidatos de la Nueva Mayoría.
¿Usted comparte las críticas del senador Manuel José Ossandón en el sentido de que Chile Vamos es una plataforma para la candidatura de Piñera?
Chile Vamos debería definir con aún más claridad que su candidato va a ser resuelto en primarias. Ossandón va a poder competir en esa primaria, en consecuencia, creo que la crítica es infundada.
El diputado Kast y el senador Ossandón renunciaron a la UDI y RN para postularse como independientes. ¿Deben ser aceptados en la primaria del sector?
Por supuesto. Ambos están juntando firmas. Debieran participar en la primaria, porque para ganarle a la Nueva Mayoría hay que llevar un solo candidato a primera vuelta.
Lo más probable es que el ex Presidente Piñera asuma también una candidatura. ¿No cree que la derecha debiera ponerse detrás de quien aparece mejor perfilado?
Piñera es hoy, objetivamente, la principal carta de la centroderecha, pero aún no asume su candidatura. Pasa lo mismo con Lagos. ¿Cómo se proclama a una persona que todavía no dice que será candidato?
¿Y usted descartó ya la candidatura presidencial?
Cuando asumí como senador dije que consideraba incompatible desempeñar el rol opositor que he asumido en el Senado con una candidatura presidencial. Los candidatos presidenciales andan con la regla de cálculo en el bolsillo y obsesionados con las encuestas y la popularidad. Además, sobran candidatos y faltan opositores.
En las primarias municipales que hizo Chile Vamos, la UDI se impuso en la mayoría de las comunas. Ellos lo celebraron como un triunfo, ¿cómo evalúa la gestión de la directiva de Cristián Monckeberg en esa negociación?
La negociación municipal es pasado. El resultado en octubre hablará por sí solo.
Para nadie es un misterio que a usted le interesa volver a la presidencia de RN. ¿Sigue con esa intención?
Asumir la presidencia de un partido hoy es casi masoquismo. Sí me interesa que RN juegue un rol mas gravitante en derrotar a la Nueva Mayoría.
¿No han bajado, entonces, sus apoyos en la interna de la colectividad?
Siempre he contado con el apoyo de RN y creo que eso hoy es, incluso, muy fuerte. Los dirigentes de base de RN quieren un partido mejor perfilado, con más gravitación y que juegue un rol más decisivo en el reemplazo de la Nueva Mayoría.
Usted dice que es un “masoquismo” asumir la presidencia de RN. ¿Cómo espera entonces modificar lo que usted critica?
Es un tema que, al igual que las candidaturas presidenciales, deberá definirse después de la elección municipal.
Dirigentes de su sector le reprochan el que no ejerza un liderazgo para enmendar las cosas que critica.
No creo que sea indispensable asumir ningún cargo para aportar a la derrota de la Nueva Mayoría y darle al país un mejor gobierno.
La Tercera/La Tercera



