Ajuste de cuentas al interior del Partido Socialista

Ajuste de cuentas al interior del Partido Socialista

Compartir

Dicen que el martes pasado se mantuvo buena parte de la jornada en el cuarto piso del Senado, en Valparaíso, donde se encuentra su oficina. Y que tampoco presidió toda la sesión en la testera, como suele ocurrir.

Los últimos días del presidente de la Cámara Alta, Carlos Montes (PS), han sido complejos. Su decisión de plegarse a los socialistas la semana anterior y no respetar el acuerdo con los otros comités para apoyar la designación de la abogada Ángela Vivanco en la Corte Suprema, entre otras cosas, terminó generando un severo ajuste de cuentas en el Congreso: su rol, de hecho, se convirtió en un tema ineludible del encuentro que esta semana sostuvieron los senadores de la DC con el PPD, tras el caso Vivanco.

Parte de los asistentes estaban profundamente molestos con el PS y Montes. Si desde el 11 de marzo se había convertido en un articulador de la oposición desde la testera, esta vez algunos parlamentarios hablaban sin disimulo por los pasillos de la Cámara Alta de que él ha adoptado decisiones sin consultar a todos los comités, que a ratos su agenda se entiende como un asunto más personal que de la corporación y que no había sido una buena decisión el que se haya mostrado partidario de hacer públicos los informes a los parlamentarios a partir de 2015 y no de marzo de este año, como se habría convenido.

Desde hace tres semanas, de hecho, circula la versión de que -en medio de las críticas por sus apariciones en torno al caso de los informes a los parlamentarios- Montes habría puesto su cargo a disposición durante un encuentro con el resto de los senadores de la ex Nueva Mayoría. Dicho antecedente no pudo ser corroborado por este medio con el senador.

Por lo pronto, la interlocución de los senadores PS con La Moneda quedó a cargo del jefe de bancada, Rabindranath Quinteros, y Montes ha comentado a sus cercanos que guardará un perfil más bajo en las próximas dos semanas para avanzar de a poco en mejorar sus relaciones, hoy casi inexistentes, con el PPD y la DC.

Desde el Partido Socialista, sin embargo, se escudan afirmando que una eventual complicación con la Democracia Cristiana y el PPD; podría afectar a futuro la negociación que ya existe por la mesa de la Cámara Alta para los próximos tres años, por lo que ambos partidos evitarían poner en riesgo aquel acuerdo.

TÁNDEM ELIZALDE-INSULZA

La votación de Vivanco a la Suprema abrió otros flancos al interior del PS.

El mismo martes de esta semana, durante el encuentro que sostuvo el comité de senadores socialistas, el presidente del partido, Álvaro Elizalde, fue el primero en intervenir. «Tenemos que respetar la orgánica tomada por el partido en coordinación con sus bases», habría dicho.

Todos los asistentes, o al menos buena parte de ellos, entendieron que su mensaje estaba dirigido directamente al senador José Miguel Insulza.

El ex secretario general de la OEA no solo había tomado distancia del rechazo a la designación de Vivanco -él se abstuvo en la votación-, sino que, además, instaló una crítica incómoda a la conducción del partido: la dureza con que se está enfrentando al Gobierno y su falta de diálogo.

Insulza, en su condición de subjefe de bancada del PS, participó en la reunión donde se definió que todos los jefes de comité pedirían un encuentro con el ministro del Interior, Andrés Chadwick, y, de esta manera, destrabar la agenda legislativa gubernamental.

La situación no pasó inadvertida para la mesa que preside Elizalde. El senador, de hecho, sometió a votación el lunes pasado -en la comisión política del partido- la línea que debía seguir la colectividad: ese día se impuso mayoritariamente la opción de continuar con un firme rol opositor.

«Uno es oposición o gobierno. No existe un espacio intermedio», habría dicho el vicepresidente Camilo Escalona durante el encuentro.

Algo parecido había ocurrido el 7 de abril, durante un comité central del PS. En esos momentos también se discutía si el partido debía participar o no de la invitación que extendió el Gobierno a la oposición para ser parte de comisiones impulsadas desde La Moneda. Insulza fue de los que más defendieron la idea de acudir a La Moneda y, aunque aceptó la decisión del pleno, advirtió que nadie le pidiera guardar silencio.

Se reflotaban, así, antiguas rivalidades. Para algunos socialistas, Insulza y Elizalde bien pueden presidir el PS en el próximo período y representan dos miradas antagónicas del rumbo que debe adquirir el partido.

Cercanos al ex ministro del Interior descartan que tenga interés en conducir el partido, dicen que no tuvo mayor injerencia en la gestación del encuentro con Chadwick y que ha cumplido con las órdenes partidarias: no se sumó a la comisión presidencial de seguridad, pese a su interés de hacerlo, y tampoco votó a favor de Vivanco. En el entorno de Elizalde, en tanto, siguen de cerca la posición que ha tomado el representante de Arica y creen que estaría buscando perfilarse como un interlocutor privilegiado del partido con La Moneda, en su camino para volver a competir en una carrera presidencial.

Como sea, en el PS aún no olvidan que Elizalde no respaldó el año pasado la candidatura presidencial de Insulza -prefiriendo al senador Alejandro Guillier- y que cuando quedaban pocos meses de campaña lo cambiaron de circunscripción, de Atacama a Arica y Parinacota.

Los críticas más duras a Insulza, sin embargo, no provinieron del entorno de Elizalde, sino de uno de los antiguos aliados del ex titular de la OEA: Camilo Escalona. «No le queda bien a Insulza el rol de ser oposición dentro del partido. Él ha tratado de desatar un conflicto interno que no tiene ningún sentido, razón o justificación. Lo mismo se aplica a otras figuras internas como el diputado Marcelo Díaz, que tiene una visión enteramente destructiva. La autoflagelación no tiene ninguna justificación. Hay un valor muy importante, que es el de la lealtad, que uno tiene que saber cumplir», dijo.

EL FRENTE INTERNO

El frente interno socialista también se reactivó.

Pocos minutos antes de las 14:00 horas del lunes llegó hasta una cafetería cercana a La Moneda el alcalde de independencia y miembro del grupo Izquierda Socialista, Gonzalo Durán. En el lugar ya se encontraban esperándolo el académico Ernesto Águila -cercano a la llamada facción de la Convergencia- y el miembro del comité central del PS, Jaime Pérez de Arce. También participó un representante del diputado Díaz. A este grupo suele sumarse Fernando Krauss, del ala de la Renovación, los miembros de la comisión política Carmen Andrade y Jaime Fuentealba y, en ocasiones, Fernando Atria, también de la Izquierda Socialista.

Estos militantes, que se autocalifican como la disidencia a la directiva que lidera el senador Elizalde, se reúnen cada semana para discutir sobre la actual conducción que tiene hoy la colectividad. En el almuerzo del lunes, por ejemplo, se discutió la necesidad de presionar a la mesa para que termine adecuadamente el proceso de la Conferencia Nacional del Partido Socialista, que se llevó a cabo el 24 y 25 de junio.

En esa instancia, que se realizó en el estadio El Llano, de San Miguel, la disidencia acusa que la mesa evitó revelar una serie de votos de conferencias comunales en que se cuestionaban los actuales canales de comunicación entre la directiva y las bases.

El tema llegó incluso hasta la comisión política de hace algunos días, cuando el diputado Díaz exigió públicamente que se den a conocer estos documentos en el próximo comité central, previsto para el 4 de agosto.

Desde la mesa, por su parte, descartan tajantemente dichas acusaciones.

Otros, como Atria, han transmitido un cuestionamiento al actual padrón electoral del partido, por la cantidad de militantes refichados en la comuna de San Ramón. Este punto también será planteado durante el comité central de agosto, para lo que se solicitará una auditoría en el tema.

En la directiva desestimaron este cuestionamiento, afirmando que el proceso de refichaje corresponde a una atribución del Servicio Electoral, por lo que descartan cualquier cambio.

Respecto a un eventual encuentro entre la mesa y la disidencia, desde la secretaría general responden: «No es necesario». La tensión ya está instalada en el partido. (El Mercurio)

Dejar una respuesta