Acceso a la educación superior

Acceso a la educación superior

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La decisión de complementar el puntaje PSU con el ranking de educación media tuvo como objetivo aumentar el acceso a la educación superior de grupos de menores ingresos sin perder la capacidad de predecir el desempeño académico de estos. Los estudios realizados hasta ahora indican que la decisión tomada por las instituciones del SUA podría estar teniendo un pequeño impacto en el acceso a un grupo de instituciones (los más tradicionales del país) (Casanova, 2015; Larroucau et al. 2015), y podría  estar teniendo también un pequeño efecto positivo en la predicción de la persistencia en este grupo de instituciones (persistencia institucional) (Santelices et al. 2014). Sin embargo, no es una respuesta para todo tipo de instituciones y para todo tipo de estudiantes (Santelices et al. 2014). Basado en nuestros hallazgos, el ranking de la escuela secundaria no predice la persistencia en universidades que no forman parte del SUA o asisten a instituciones técnicas. Por lo tanto, el ranking de notas debe utilizarse con cautela en la admisión a este tipo de instituciones ya que no cumple con el desafío de “validez predictiva”. Además, nuestros estudios muestran que los efecto sobre la equidad y la validez predictiva a nivel del sistema sería pequeño incluso en el mejor de los escenarios.

A la luz de los resultados, es aconsejable comenzar a considerar nuevas alternativas que permitan al sistema de admisión administrado por la SUA responder a las fuertes demandas de acceso y equidad del creciente número de estudiantes que se gradúan de las escuelas secundarias que esperan acceder a la educación superior. En la actualidad, las respuestas más sólidas han provenido de instituciones individuales que han sido cuestionadas por la sociedad debido a su selectividad y están lo suficientemente motivadas para emprender iniciativas institucionales que promuevan la equidad. Ellas han implementado programas de admisión especial tales como el Programa Propedéutico, el Sistema de Ingreso Prioritario de Equidad Educativa y el programa de Talento e Inclusión. Siguiendo ese liderazgo valiente y comprometido para lograr un acceso más equitativo y resultados educativos, sin embargo, fragmenta el sistema y trabaja en contra de la eficiencia. Sería conveniente que las instituciones trabajen juntas para encontrar nuevas formas de dar respuestas sólidas y comunes a los cuatro desafíos que plantean las admisiones en las instituciones selectivas: transparencia, equidad, validez predictiva y eficiencia (Harvey, 2014).

La consideración actual de la clasificación de la escuela secundaria podría complementarse con iniciativas como la implementada en el Reino Unido (Bridger, Shaw y Moore, 2012): un sistema de admisión centralizado que proporciona información complementaria sobre el contexto de aplicación del estudiante, área geográfica donde el estudiante fue a la escuela, un ensayo escrito por el postulante respecto de sus intereses, cartas de recomendación, cuestionario con información biográfica y participación en actividades extracurriculares e información local sobre la escuela. En el Reino Unido, las universidades y los colegios universitarios tienen autonomía sobre cómo utilizan esa información, pero existe un entorno sólido que promueve prácticas óptimas y comparte los procedimientos de toma de decisiones (http://www.spa.ac.uk/). La promoción de las mejores prácticas es una manera de minimizar la amenaza a la transparencia que pueden representar mecanismos alternativos de admisión y la consideración de información complementaria.

El sistema implementado en el Reino Unido tiene características algo similares a las adoptadas por algunas universidades australianas (Harvey, 2014) y permitiría construir sobre una de las fortalezas claves del sistema de admisión chileno: la eficiencia que otorga el que sea un sistema único y centralizado. (La Tercera)

Verónica Santelices

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